A un mes de las PASO, la foto del escándalo golpea en el centro del gobierno. Privilegios, economía y decisiones políticas que generan más incertidumbre. Una película de decepciones con final abierto.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 15 de agosto de 2021
Lamento fotográfico
Los privilegios del poder político quedaron registrados en una foto. El presidente Alberto Fernández festejó el cumpleaños de Fabiola Yañez en la residencia presidencial de Olivos, en plena cuarentena estricta, el 14 de julio de 2020. Tras el vacunatorio VIP, el gobierno del Frente de Todos suma un nuevo escándalo. Hay una línea de conducta. Pero esta vez, surge desde el centro del Gobierno: la figura presidencial. Con los privilegios de las vacunas, pudieron echar mano al pedido de renuncia del entonces ministro de Salud, Ginés González García. ¿Y ahora? Faltando apenas un mes para la primera ronda de las elecciones legislativas, el Gobierno apuesta a cambiar de tema y hablar de su agenda. ¿Podrá?
Alberto Fernández pierde credibilidad. Los días previos a que se difunda la foto del festejo, había asegurado que no existieron reuniones sociales en Olivos. Como en la entrevista en Caja Negra con Julio Leiva, estrenada este miércoles. Ahora, al Gobierno lo persigue el temor de que aparezcan más fotos que lo comprometan. “Si guardaron esta foto durante un año y medio, deben haber guardado otras. Esperamos otros golpes”, cuenta Brenda Struminger en Infobae que dijo un hombre del círculo íntimo del Presidente.
Joaquín Morales Solá en La Nación apunta que la palabra de Alberto Fernández “vale ya muy poco” y marca una diferencia: “lamentarse es una manera de referirse a su propio estado de ánimo. Las disculpas son, en cambio, la mejor forma de reconocer un error ante la indignación de los otros”. El presidente se lamentó pero no pidió disculpas, aclara (como otros analistas). Diego Genoud en El DiarioAr, en el mismo sentido, afirma que lo que diga “importa poco. Hace mucho. Su palabra quedó devaluada producto de las circunstancias pero, sobre todo, de su propia responsabilidad”. Eduardo Van Der Kooy en Clarín, habla de su “peligrosa degradación política”, y cree que aparece un problema más complejo: “Cristina empieza a temer el naufragio del sistema que ideó en 2019” por la necesidad de captar votos para formar la mayoría. Mario Wainfeld en Página 12 dice que “el hecho es grave, resiente la legitimidad del gobierno”, y lo ubica como “quizá el mayor gol en contra cometido por Alberto Fernández desde que asumió, seguro el máximo en esta campaña”.
Las miradas de los distintos analistas, tanto oficialistas como opositores, condenan lo ocurrido, y hasta Mario Wainfeld se separa del discurso oficial de excusarse con los errores del gobierno de Mauricio Macri. Es que las explicaciones de los voceros del Gobierno y del propio presidente, dejaron un sabor más amargo. Desde las barbaridades que dijo Aníbal Fernández, que Myriam Bregman cruzó de inmediato. Hasta lo que dijo el propio presidente (que todos interpretaron responsabilizando a Fabiola Yañez). También las del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que sostuvo que “los temas que le importan a la gente” son otros. “Una mirada que se emparenta con la clásica percepción elitista que asegura que los pobres son meros receptores de concesiones materiales y que su universo de ideas o adhesiones políticas se mide, básicamente, en función de esa ´transacción´”, como analiza Fernando Rosso en El DiarioAr.
Nicolás del Caño del Frente de Izquierda, puso blanco sobre negro de esta doble vara: “A los barrios mandaban a la yuta que asesina a nuestros pibes, mientras ellos hacían reuniones sociales en Olivos”. Precisamente, hoy se cumple un año del hallazgo del cuerpo de Facundo Castro. Un caso emblema de cómo el Gobierno empoderó a la Policía (bonaerense en este caso) durante la pandemia. Daniel Satur actualiza las novedades de la causa, con un recorrido de la impunidad y el encubrimiento estatal.
Clarin se apura en sacar conclusiones electorales del escándalo. Publica una encuesta de Managment&Fit que arroja que “el 22,3% asegura que en las próximas elecciones legislativas iba a votar candidatos favorables al oficialismo nacional y a partir de lo sucedido cambiará su decisión”. Otros lo analizaron conceptualmente sin dar datos precisos: los núcleos duros no se mueven sino que puede afectar a los “moderados” e “indecisos”. "Del engaño y de la decepción es muy difícil volver. Por algo Macri tiene mayor imagen negativa que positiva en todas las provincias, porque es una experiencia fallida. La decepción y la frustración tienen un carácter simbólico muy importante", dijo el director de CB Consultora a La Política Online.
Cristina y la gobernabilidad de la escasez
El mensaje de Cristina Fernández, cuando habló este miércoles en un acto en Lomas de Zamora, apuntó a recordar su aporte en la coalición de gobierno (que le permite contar con ese “núcleo duro”). También a partir de una foto. En este caso, fue por la publicación en la cuenta oficial del PJ recordando el aniversario del triunfo de las PASO en 2019. Cristina no fue incluida, y La Cámpora lo recordó en sus redes sociales: “che, se olvidaron de alguien”. La vicepresidenta, entre risas burlonas, felicitó el “acto de memoria” de la agrupación liderada por su espacio político. “Si uno pierde la memoria corre el riesgo de volverse a equivocar”, lanzó ¿amenazante? Cristina.
Diego Genoud aporta su lectura sobre esta tensión autopercibida. “Dentro de la unidad que nadie discute, no todos ponen lo mismo. Si para la vicepresidenta y su grupo, lo fundamental es la base de adhesiones que resiste el ácido nítrico, para el albertismo nonato es ese plus del que, suponen, Cristina no podrá prescindir tampoco en el lejano 2023”, dice.
Para compensar este cruce, el ala liderada por la vicepresidenta dio dos señales de unidad. Axel Kicillof fue uno de los “aplaudidores” de Alberto Fernández cuando se lamentó por “la” foto que se lleva toda la atención. Además, La Cámpora subió a su cuenta de Twitter una imagen de la cena de Mauricio Macri y sus funcionarios más cercanos, con la comitiva del FMI encabezada por su titular de entonces, Christine Lagarde. La acompañaron del siguiente texto: “Con la mitad de la indignación mediática de estos días aplicada a otras fotos nos hubiéramos ahorrado el endeudamiento de las próximas décadas”. Sacando su interpretación de una indignación que, para ellos, solo sería “mediática”, buscaron insistir con su caballito de batalla. Especialmente la vicepresidenta (al igual que Máximo Kirchner) vienen enfatizando en la necesidad de comprometer a la oposición de Juntos por el Cambio para el acuerdo que vendrá con el FMI por la deuda contraída bajo su gobierno.
Cristina Fernández aprovechó el acto de campaña en Lomas de Zamora para insistir con la herencia macrista, mostrando cuadros sobre la dinámica del endeudamiento. “Nos vamos a tener que hacer cargo del muerto que nos dejaron, pero a los que nos lo dejaron les pido un poco más de solidaridad y de patriotismo”, arengó.
Este sábado Máximo Kirchner habló en el mismo sentido: “Tenemos un gran desafío por delante. No solo pensar y trabajar por la Argentina que queremos, sino en cómo transitamos el país que tenemos por delante. En ese sentido, un debate que atravesará el Congreso es el vinculado al FMI”. Agregó una exigencia a la oposición de Juntos por el Cambio: “Queremos que nos digan qué significa pagar en 10 años y cómo”.
Son discursos que pueden interpretarse en un doble sentido. Recordar el desastre macrista con objetivos electorales, intentando minimizar las decisiones políticas que el propio Frente de Todos viene tomando (como ajustar jubilaciones antes de la pandemia, o seguir pagando al FMI durante toda la pandemia a la par que aumentó la pobreza). Pero también es un mensaje que apunta a preparar consensos con esa oposición para la gobernabilidad del país que sigue después de las elecciones legislativas. Busca comprometer al macrismo en el ajuste que será necesario para negociar con el FMI. Si este objetivo ya se venía masticando como una forma de “cuidar” al Frente de Todos compartiendo responsabilidades con Juntos por el Cambio, con los achaques de Alberto Fernández, parece volverse cada vez más vital para Cristina. Lo que analizamos hace algunos domingos, del cambio de sectores del empresariado que empiezan a pedir que la vicepresidenta tome el timón de la economía, se inscribe en la necesidad del poder político y económico de transitar lo que viene con la mayor estabilidad posible. Hacer gobernable el ajuste. Pero intentando no quemar el capital político de la "socia mayoritaria" de los votos más fieles de la coalición de gobierno, y considerada como una pieza clave en la contención social por propios y ajenos.
Por más calificativos grandilocuentes que le pongan al macrismo, ni Cristina, ni nadie en el Frente de Todos cuestiona en los hechos el pago de la estafa y deuda criminal con el FMI. Se encaminan a repetir la costumbre de no atacar ni revertir en los hechos las peores herencias del pasado. Van de nuevo a ponerle cemento y cal al saqueo permanente de recursos que seguirán atando al país, consolidando el esquema de ganadores y perdedores que rige más que nunca en las crisis.
Final abierto
No es solo la foto de Olivos. Las frustraciones se siguen acumulando en una clase trabajadora que soñaba con salir del desastre macrista. No ocurrió, y el bolsillo empeoró. La inflación de julio ya superó los pronósticos del ministro de economía, Martin Guzmán: acumula 29,1% en el 2021. En los últimos doce meses el índice de salarios total aumentó 43,0%, mientras la inflación en el mismo período fue de 50,2%. También se siente en el empleo que cayó, y empeoró su calidad. Más precarización. Luis Campos, del Observatorio del Derecho Social de la CTA-A, volvió a graficarlo: entre 2019 y 2021, el empleo tanto del sector privado registrado como del público cayó 1,9%. Como analiza Mónica Arancibia en La Izquierda Diario, con los datos de los trabajadores registrados en mayo “se observa que el 47 % de los nuevos empleos corresponde a monotributo (40 %) y monotributo social (7 %)”.
La contracara son los ganadores de siempre. Los bancos siguen picando en punta, como mostró La Izquierda Diario con otro caso: el BBVA Banco Francés registró una ganancia neta de $12.032 millones, es decir casi $33 millones por día en el 2020.
Diego Genoud agrega el panorama que se viene: “según el último informe de Eco Go, sin incluir el pago al FMI de diciembre, el gobierno tendrá que afrontar hasta fin de año vencimientos por US$3.600 millones entre amortizaciones e intereses”. Después es peor aún, porque “2022 asoma como una montaña rusa: en el primer trimestre del año, vencen US$7.200 millones más”. ¿De dónde van a salir esos recursos? ¿A costa de quiénes se van a afrontar esos pagos de deuda?
Algunos indicios vamos a tener el mes que viene. Como recuerda Alejandro Rebossio en El DiarioAr, todos los 15 de septiembre es la fecha en que el ejecutivo debe presentar al Congreso el proyecto de Presupuesto para 2022. “Hablará de recuperación económica y de un camino gradual hacia el equilibrio fiscal, que comenzó ya este año”, vaticina. Y se pregunta ¿cuál será la proyección de la inflación? ¿Será por encima del 40%? ¿Qué va a pasar con las tarifas de energía? Por la experiencia de estos casi dos años de gobierno del Frente de Todos, el “equilibrio fiscal” ha significado ajustar las jubilaciones, recortar gastos en salud, los salarios estatales, eliminación del IFE.
El Gobierno, que buscará preservarse escondido detrás de la herencia macrista (que critica pero consolida), se encamina a una elección ofreciendo un futuro de manos vacías. Con el peligro de seguir acumulando frustraciones. Juntos por el Cambio se relame de la desgracia ajena, sin mucho que ofrecer más que sus propias disputas de poder con internas en las PASO. Con un escenario electoral enrarecido, el malestar social se huele. La maquinaria mediática, empresarial y política quiere inclinar la cancha a las alternativas por derecha. Darle fuerza a la unidad del Frente de Izquierda, cobra mayor relevancia en este escenario: que tenga una expresión política una salida favorable al pueblo trabajador. La búsqueda de otro futuro es desde ahora y dependerá de cómo se configure la relación de fuerzas entre las clases sociales, donde las elecciones serán un capítulo. Porque a la clase trabajadora nunca nadie le regaló nada, y su poder se hace valer cuando entra en acción.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.