El Frente de Todos y los dilemas de administrar la escasez. El presupuesto 2023, el visto bueno de Juntos por el Cambio y las velocidades de un plan económico de ajuste. La ilusión del "pacto democrático" y una lucha testigo de los trabajadores del neumático.
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Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 25 de septiembre de 2022 08:56
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Sergio Massa y Cristina Fernández en un acto en Merlo l Foto: Matías Baglietto
Poniendo cemento y cal
El clima social es pesimista: el 62% de los consultados expresa sentimientos negativos como la frustración o el enojo. Casi 6 de cada 10 indica que no llega a fin de mes. Son las conclusiones de un sondeo de opinión de “Reyes & Filadoro - Comunicación Estratégica”. Insatisfacciones que son materiales y cotidianas. Comer. Vestirse. Un techo. En una guerra del tiempo, ese que te roba la esclavitud asalariada entre el pluriempleo o las horas eternas de jornadas laborales que no ven el sol ni los fines de semana.
Pesimismo y desconfianza, con sus traducciones políticas tan debatidas luego del aberrante atentado contra la vicepresidenta, que se arraigan en los propios datos oficiales del Indec. Lo que el gobierno muestra como un triunfo en la baja de cifras de desempleo, tienen su contrapartida ineludible. El problema está en los ingresos y en la precariedad laboral. El 60% de los trabajadores percibió menos de $70.000 en el segundo trimestre del 2022. El 80% de los asalariados tuvo ingresos menores a $100.000. Una mayoría abrumadora está por debajo de los $161.853 de la canasta de consumos mínimos de la Junta Interna de Ate Indec en el mismo período.
El propio Alfredo Zaiat en Página 12 apunta el dato de las alarmantes cifras de la precarización laboral: “2 de 3 empleos creados son precarios, alcanzando el 37,8 por ciento del total, el porcentaje más elevado desde fines de 2008”. Y agrega que, según el Indec, medio millón de trabajadores se sumaron en el ultimo año a engrosar las cifras de pluriempleo. No llegar a fin de mes se traduce en privaciones vitales. O en una constante pérdida de vitalidad dejando la vida trabajando para una subsistencia agónica. El mismo informe indica que el ingreso promedio de los asalariados informales fue de $38.476 en el segundo trimestre del 2022.
La desigualdad se puede ver hacia atrás y hacia adelante. Por decisiones políticas que tienen nombre y apellido. Decisiones con destinatarios claros: que ganen siempre los mismos.
Hacia atrás, sigue pasando factura el desastre de Macri. Pero hay otros números sugerentes en el panorama de Diego Genoud en La Política Online. El “tiro en el pie” que le da título, está en la sangría de dólares del Banco Central con los Fernández en la Casa Rosada. “Entre diciembre de 2019 y julio de 2022, el Frente de Todos tuvo un superávit de la balanza comercial que ascendió a nada menos que 35.413 millones de dólares” detalla. De ese total, casi 24.000 millones de dólares se fueron a pagar la deuda privada de un grupo de empresas. “Energéticas, bancos, constructoras, alimenticias y firmas del sector de la comunicación” que accedieron a dólares baratos para cancelar sus deudas contraídas bajo el macrismo. Esa extraña jactancia peronista de “desendeudar”: las empresas privadas zafan, y el espiral de la deuda que paga el pueblo trabajador crece.
Hacia adelante, tenemos el Presupuesto 2023. Sergio Massa irá a defenderlo el próximo miércoles en la Cámara de Diputados, inaugurando una ronda informativa. Un plan económico que llega con el aval de todas las tribus del Frente de Todos. Como le confían a Pablo Ibáñez en El DiarioAr, “Si hay un entendimiento, implícito, entre el presidente y la vice consiste en ´apoyar los esfuerzos de Sergio´”.
Horacio Rovelli en El Cohete a la Luna, detalla que allí, “se estima que el gasto en intereses de la deuda será de 2,67 billones de pesos (unos 13.000 millones de dólares), que es el rubro que más crece (lo hace a una tasa del 102,7%), cuando ponderan una inflación para todo el 2023 del 60% y el gasto público total se incrementa en 71,2% con respecto al gasto de 2022”.
Otra manera de ver la sedimentación de la desigualdad, es con un apartado del Presupuesto 2023 llamado “Separata”. El ministro detalló lo que le cuesta al Estado regalarle todo tipo de beneficios impositivos a grandes empresarios y jueces. Por la vía de “regímenes especiales” o “incentivos” (a automotrices, economía del conocimiento, construcción), entre lo que se incluye la eximición del impuesto a las ganancias para los jueces, el Estado gastará en 2022 $2,185 billones, o 2,67% del PBI. En 2023, “los planeros vip” pasarían a costarle a las arcas públicas $3,6 billones, o 2,49% del PBI. Dicen que dicen, que el FMI le tiró de las orejas al ministro de Economía por destinar tantos recursos en estos beneficios. Varios fueron pedidos explícitos de Massa para que el Congreso haga ley, que se pudieron aprobar en Diputados y el Senado gracias a los votos del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Ahora el ministro parece querer tirar la pelota a la coalición opositora para “revisar” esos números que colaboren con los tijeretazos del déficit fiscal.
Lo contradictorio es que al mismo tiempo el gobierno sigue anunciando nuevas “promos” para empresarios. Al “dólar soja” que vence el 30 de septiembre, evalúan transformarlo en otros “incentivos” para el sector. Se suman otros anuncios de esta semana: ventajas cambiarias para la economía del conocimiento (mediante un DNU), un especie de “dólar tecno”. O el anuncio del presidente Alberto Fernández en Houston, Estados Unidos: dijo que enviará al Congreso un proyecto de ley para dar "seguridad jurídica" a las inversiones extranjeras en gas, producción de gas licuado y litio.
La “separata” del Presupuesto 2023 está puesta para evaluar qué hacer con eso. Lo que no se pone en discusión es el ajuste en otras partidas sensibles como jubilaciones, pensiones, asignaciones familiares y AUH (-8,6%), educación y cultura (-4,1%), vivienda y urbanismo (-9%). Un “consenso” impuesto por el FMI, que hicieron propio el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. El Presupuesto enviado hasta recibió elogios de los “halcones” de la coalición opositora. Como cuenta Francisco Jueguen en La Nacion, un economista de esa órbita saludó que “Blanquean un ajuste fiscal, que no es poco. Antes lo negaban. Hay que ver la naturaleza de ese ajuste, pero, por ahora, no tiene ningún aumento de impuestos, de modo que la meta debería centrarse en baja del gasto”. También está cosechando apoyos en el ala radical liderada por Martín Lousteau, a través de Emilia Yacobitti. Lo cuenta Claudio Mardones en Tiempo Argentino.
Lucha testigo
El festival de concesiones para el gran empresariado completa su contraste con la dureza contra los trabajadores del neumático que van más de 140 días de conflicto. Lucho Aguilar cuenta el significado de una lucha testigo en La Izquierda Diario: “los trabajadores abrieron una pelea para recuperar un derecho arrebatado por el neoliberalismo: el pago de las horas del fin de semana al 200%. Tienen un fin de semana cada 40 o 50 días para sus familias y amigos, el resto son para los patrones. Además enfrentan el intento de seguir ajustando el salario real”.
Empresas que facturan millones, a las que el gobierno les permitió seguir importando insumos al dólar barato, después de responder con provocaciones esta semana, ahora van por más con un lock out y otras amenazas. Bridgestone, anunció un cese de operaciones. Pirelli, que no va a pagar los sueldos si sigue el conflicto. Fate, frena la producción y denuncia que las acciones del sindicato son “ilegítimas e ilegales”. El ministro de trabajo, Claudio Moroni, que dejó correr todos los ataques patronales, apareció para hacer una denuncia a la Justicia Federal… contra el sindicato. Terreno fértil para el discurso del derechista José Luis Espert que pidió “cárcel o bala” para los trabajadores que reclaman.
Los trabajadores del neumático se plantaron a una herencia neoliberal y defienden los salarios contra el ajuste por la inflación. Con paros, bloqueos, acampes, cortes y movilizaciones, siguen firmes en una pelea que si triunfa, dejará en mejores condiciones a quienes decidan transformar el hartazgo de ese “pesimismo social” en lucha colectiva contra el ajuste. También está en juego otra disputa: enfrentar una campaña política y mediática que pretende criminalizar a ocupados y desocupados cuando luchan, mientras que a los grandes empresarios que extorsionan con devaluaciones sentándose en la cosecha del campo, les regalan todo tipo de beneficios a costa de las mayorías.
El conflicto del neumático está en días decisivos, y no es cualquier momento. En el gobierno del Frente de Todos se debaten entre dos opciones. Una, es seguir como hasta ahora: avanzando en la ruta de ajuste, dosificando en mini devaluaciones, enfriar la economía con la suba de tasas y beneficios a exportadores para hacerse de dólares. La otra, aplicar un “plan de estabilización de shock” que implicaría una fuerte devaluación, ajuste fiscal más duro y congelamiento de precios y salarios. Son dos alternativas que atacan los bolsillos populares en distintas velocidades. Reconocidas tanto por analistas de Página 12, como de La Nación. Que los caminos del ajuste no se asienten como la única alternativa, dependerá de la capacidad de la clase trabajadora ocupada y desocupada de luchar por su propia salida.
Consensos y disputas de otra sintonía
La investigación sobre el atentado contra la vicepresidenta sigue su curso, arrojando algunas pistas de conexiones políticas y económicas de estos grupos con ideologías neonazis. Los cuestionamientos a la justicia y la actuación de las policías siguen en la mira. Fernando Rosso en El DiarioAr bucea en historias de los servicios de inteligencia que, para variar, también están bajo sospecha esta vez. “La llamada judicialización de la política y el protagonismo de los espías se intensifican en momentos de crisis o debilidad política”, analiza Rosso.
Cristina Fernández tuvo dos apariciones públicas desde el intento de magnicidio. La ultima fue en su alegato en la llamada “Causa Vialidad”, donde aseguró que la autoría intelectual del atentado no está en la banda de “Los Copitos”. Pero su primera aparición, con curas villeros y otros representantes religiosos, destacó por su ubicación “dialoguista” en medio del rumoreo de un posible encuentro entre ella y Mauricio Macri.
Martín Rodríguez Yebra de La Nación plantea sus dudas: “Es difícil saber si realmente quiso sentarse con Mauricio Macri a hablar del clima social o solo fue una jugada para testear el ánimo de la dirigencia política”. Igualmente, opina que se cerraron esos puentes porque “Cristina dinamitó su Moncloa de naipes” con la decisión de avanzar con la ampliación de la Corte (de 5 a 15 miembros) que votó el Senado el pasado jueves.
La otra amenaza que sobrevuela como mensaje contrario a ese “pacto democrático”, es la posibilidad de que el oficialismo se decida a avanzar en la eliminación de las PASO para el 2023. Una movida que hace espejo con la que hizo Juntos por el Cambio y otros aliados (entre ellos los liberales) con la boleta única: mantener las maniobras del sistema electoral y buscar cambiar las reglas de juego en beneficio propio. En este caso, si se suspenden las PASO, Juntos por el Cambio se vería perjudicado y amenazaría su ya precaria unidad. La coalición opositora sigue sumergida en disputas intestinas por las candidaturas presidenciales: entre el PRO y los radicales, entre las alas del PRO, al interior de los mismos radicales, y hasta con Carrió que tira carpetazos (dicen las malas lenguas, para rapiñar lugares en la lista).
Fernando Rosso analiza un poco más allá del comentado “pacto democrático”, y rescata en El Dipló una frase de Cristina Fernández en su primera aparición pública tras el atentado. “Si la economía tiene problemas hay que discutir de números y ponernos de acuerdo discutiendo de números. Es lo más fácil de poder discutir números (…)”, afirmó la vicepresidenta. Rosso le da la razón “porque las massanomics que Cristina Kirchner apoya sin condiciones, a lo sumo tienen diferencia de grados (“de números”), y no de paradigma, con las propuestas de Juntos por el Cambio”.
Advierte que la crisis orgánica o de representación, no se explica por la falta de adhesión de alguna fuerza política a una “arquitectura institucional”. Sino “a razones socioeconómicas de largo arrastre que no empujan a los pactos, sino a la lucha”.
Algo de eso es lo que muestra el conflicto de más de 140 días del neumático. Algo de eso muestra el hartazgo social que amenaza con encenderse con una chispa, retomando los métodos de la clase trabajadora. Porque, no hay que olvidar, que en la polarización que desata la decadencia, están quienes buscan una salida por izquierda. Precisamente, para enfrentar a la derecha, es por ahí.
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Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.