Jueves 26 de septiembre de 2019 17:22
Se fue Eduardo, un gran luchador de la revolución socialista internacional. También, se fue un gran compañero y gran amigo. Luchó por su vida hasta el final pensando que tenía todavía muchos aportes que hacer a la revolución socialista y mucho afecto para dar a sus hijos, su compañera y amigos. Su fuerza y calidez humana quedarán para siempre en nuestra memoria.
A lo largo de mas de 4 décadas, pudimos apreciar su agudeza política y capacidad intelectual que despertaban la atención de aquellos que lo escuchaban y que leían sus aportes sobre la realidad mundial, latinoamericana y en modo particular la boliviana.
También pudimos constatar como estas características fueron creciendo a la par de su participación y rol jugado, en los grandes acontecimientos de la lucha de clases de principios de los ’80 y 2000 en Bolivia. Las innumerables notas escritas para los periódicos partidarios y revistas internacionales hablan por si solas de sus profundos conocimientos, de su visión dialéctica y método marxista que aplicaba para analizar la realidad y las herramientas que esta ofrecía para cambiarla.
Pero si en algo, creo yo, se destacaba es por su capacidad de tomar en cuenta todos los elementos que componen la realidad, a primera vista, complicada y cambiante, que implicaba un estudio enorme, profundo y metódico, para luego, desmenuzarla, relacionar todos los elementos y volverla a armar con un método marxista y que esta, sirviera para la acción política.
Una cosa mas: conocí a Eduardo en La Plata en la época de la dictadura. El, ya vivía en Bolivia. Había venido por unos días a visitar a su padres y, dentro de lo posible, por razones de clandestinidad, a compañeros y amigos. Nos encontramos de casualidad en la casa de un viejo compañero al cual yo visitaba todos los meses para llevarle el periódico y discutir de política.
Recuerdo ese encuentro "casual" porque este viejo compañero no nos presentó en ningún momento como integrantes del mismo partido. Así que seguimos tomamos mates mientras hablábamos sobre temas generales de la actualidad política. Al rato se fueron evidenciando las coincidencias en la caracterización y política. Ambos, como mas tarde pudimos aclarar, ya estábamos agendando mentalmente un nuevo contacto. Todo se aclaró al día siguiente en una cita. De allí en adelante y a lo largo de 39 años, mantuvimos un estrecho contacto a través de la militancia a la vez que nos hicimos grandes amigos, que nos llevó a compartir una parte importante de nuestras vidas. Lo voy a extrañar mucho a mi gran amigo Eduardo.
Hasta el socialismo, siempre!
Tano