Empiezan las clases, las jornadas e intercambios sobre el Código de Convivencia ¿Que ropa deben llevar los y las alumnas? ¿Y docentes? ¿Cómo debería llevarse adelante este debate? Algunas reflexiones para intercambiar entre docentes, estudiantes terciarios y secundarios.
Miércoles 26 de febrero de 2020 14:40
Cada año, estudiantes y docentes, abrimos el año atravesados por el debate del Acuerdo Institucional de Convivencia (AIC), un reglamento que debe ser creado por los representantes de la institución educativa con el fin de establecer normas comunes. Resume así, las responsabilidades que deben asumir los alumnos, familias, profesores y personal no-docente. Es decir, definen "que está bien y que está mal" y qué medidas se pueden tomar cuando no son cumplidas.
Según la propia reglamentación, su elaboración debe surgir del consenso de todos los integrantes de la comunidad educativa. Incluso, una de sus defensoras y actual funcionaria del Gobierno del Frente de Todos, Adriana Puiggrós, dice que "los consejos escolares se crean con el fin de promover espacios de diálogo y reflexión conjunta".
Sin embargo, ya hemos visto como estudiantes vienen manifestando su repudio hacia el arcaico código de vestimenta, que es parte de estas normas del espacio escolar.
¿Quién pone las reglas? Hablemos de estereotipos y mandatos
Uno de los debates centrales, es sobre el código de vestimenta, como debe ser la presencia de alumnos/as en la institución, también de profesores.
¿Se puede llevar gorra? ¿Pueden usar bermudas? ¿Que cantidad de centímetros deben tener las polleras y pantalones? ¿Pueden llevar piercing?
Recordemos que diciembre del 2019, algunas escuelas, cerraron el año con varios estudiantes realizando sentadas o acciones en sus escuelas, porque sin ventilación adecuada sufrían el calor y reclamaban cambios en este código.
La imaginación de la juventud en estos últimos años, al calor de las enormes movilizaciones por Ni Una Menos o el derecho al aborto, llevó a que surjan pollerazos, vestidazos, calzazosy otros "azos" más, para cuestionar los mandatos de la sociedad que también atraviesan a la escuela.
Estos mandatos están ligados a definiciones sociales sobre lo que se supone que debe ser la sexualidad masculina o femenina y donde la perspectiva de género no se incluye. Se expresan en estereotipos de género, representaciones simplificadas, incompletas y generalizadas que se realizan teniendo como única base al sexo biológico. Esto genera normas que definen que está bien y que está mal, que es “normal y anormal” para un hombre y una mujer.
En Inicial, las nenas deben jugar en el rincón de la cocina, los varones con autos, a las nenas se les regala pinturas para el rostro y muñecas, a los varones pelotas.
Pero también la cosificación del cuerpo, es decir el cuerpo como un objeto de exhibición (para el mercado): Las estudiantes secundarias no pueden usar vestidos o polleras “porque se pueden ver su ropa interior”, no pueden usar musculosa de tiritas “porque es insinuante y se le ven los senos”, no les puede ver el ombligo “porque es insinuante y está semidesnuda”.
Además de los prejuicios: “si usa gorra no le puedo ver la cara y ver si me presta atención o no”.
Ya que estamos amoldarlos al mundo del trabajo: “Tienen que venir bien vestidos porque el día de mañana no puede ir así a trabajar”.
Entre estudiantes de los terciarios, sabemos que para las Prácticas Docentes te piden que no tengas el pelo “de color”, no uses piercing, etc.
Las docentes también tenemos que ser cuidadosas en cómo vestimos, para “no provocar”.
Como bien plantea la Guía para el desarrollo institucional de la ESI: “En nuestras sociedades, la sexualidad suele estar atravesada por muchos tabúes y prejuicios, que se manifiestan cotidianamente en nuestras vidas, casi siempre sin darnos cuenta y sin reflexión ni crítica alguna. Esto suele trasladarse también a la escuela”
Las organizaciones estudiantiles y de mujeres volvieron a poner en escena el cuestionamiento hacia estos mandatos que se reproducen en la escuela. Reclaman que haya ESI en la currícula y la separación de la Iglesia y el Estado para desterrar estos prejuicios contra las mujeres.
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Hay que cuestionarlo todo
Necesitamos un código de vestimenta y ESI desde la diversidad.
Por eso poner en discusión todo esto, implica poner en cuestionamiento la sociedad donde vivimos, porque las reglas que se imponen en las escuelas van de la mano con el mandato que este sistema intenta descargar y seguir reproduciendo sobre nosotros.
Abrir un debate e intercambio sobre los “códigos” de como vestir implica debatir qué concepción social, cultural, económica y política hay sobre la sexualidad y los géneros. Vivimos en una sociedad donde el patriarcado y el capitalismo nos marcan la vida y nuestros cuerpos.
En Argentina, si bien existe una ley de Educación Sexual Integral desde el año 2006, estamos peleando para que se implemente efectivamente o para que se incorporen contenidos que, por ejemplo, no excluya a las distintas identidades que han sido reconocidas y visibilizadas a partir de la lucha del movimiento de mujeres y disidencias.
Hasta el momento depende de la buena voluntad y organización de estudiantes y docentes, pero no llega al conjunto de escuelas y comunidad educativa.
Hay que preguntarse: ¿Por qué no se aplica? ¿El problema son los docentes que no lo impulsan?
Y en este sentido, no podemos dejar de recordar los intereses de turno, ligados a los gobernadores tanto del radicalismo, Cambiemos, como peronistas, y la intervención de la Iglesia sobre nuestros cuerpos y decisiones.
La pelea por el derecho al aborto puso blanco sobre negro, vimos el lobby de los señores feudales en la Cámara de Senadores y pastores, peleando voto a voto para que el Proyecto de Ley no sea aprobado. Son los mismos que impulsan la campaña “Con nuestros hijos no” e impiden la aplicación de la ESI en las escuelas.
También, entra en juego la falta de inversión en educación y salud para la aplicación de la ESI, para tener los recursos, herramientas, profesionalización, incluso infraestructura escolar y salarios, fundamentales para aplicar con calidad un derecho elemental. El vaciamiento y ataque en salud y educación, implica destinar todos los recursos necesarios para lograr servicios de calidad, pero aún no hay novedades. Solo llegan noticias del pago al FMI y ajuste a jubilados, quita de cláusula gatillo, aumentos salariales de pobreza y enormes beneficios para los empresarios.
¿Cómo nos organizamos?
Por eso es importante la organización de docentes y estudiantes en las escuelas, junto a las familias, en defensa de la ESI, llevando adelante proyectos que pongan todo en cuestionamiento. Para que los AIC y cualquier reforma que busque realmente la participación estudiantil y democrática, la comunidad educativa tiene que ser parte de las discusiones sobre los contenidos y los acuerdos de convivencia, no lineamientos de arriba hacia abajo, o hacer consultas que luego nadie considera.
Pero también tenemos que ser conscientes que nadie nos regalará nada. Luchando en las calles, organizadas de manera independiente de los gobiernos de turno, confiando en nuestra propia fuerza podremos conquistar nuestros derechos, pero también queremos ir más allá, y para derribar al patriarcado debemos poner en jaque a este sistema de desigualdad.
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Hacia el 8 de marzo, exigimos, ¡aplicación de la ESI, separación de la Iglesia del Estado y aborto legal ya!. Porque la deuda es con nosotras decimos, ¡plata para educación y derechos de las mujeres y no para el FMI!. Te invitamos a dar esta pelea en las escuelas y en las calles junto a Pan y Rosas, exigiendo que las centrales sindicales llaman al paro y movilización el lunes 9, para hacer temblar la tierra.