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DECLARACIÓN PAN Y ROSAS. El 25N ¡Transformemos la rabia en organización y lucha contra la violencia machista!

Este 25N, Día Internacional contra la Violencia Machista, volveremos a llenar a las calles para luchar contra todo tipo de violencia machista.

Miércoles 22 de noviembre de 2017

Este 25N, Día Internacional contra la Violencia Machista, volveremos a llenar a las calles para luchar contra todo tipo de violencia machista. Una batalla que libramos a diario contra un sistema patriarcal que oprime a las mujeres y a las personas LGTBI. Y que actúa en alianza con el sistema capitalista para legitimar la explotación a las mujeres trabajadoras, precarias, jóvenes e inmigrantes.

El 25 de noviembre, volvemos a las calles a gritar contra la violencia machista y patriarcal. Así lo venimos haciendo estas semanas contra la #JusticiaPatriarcal frente a la brutal agresión de “La Manada”, denunciando que las instituciones y medios de comunicación criminalizan a las mujeres víctimas de agresiones machistas y exculpan a los agresores.

La inmensa mayoría de las mujeres venimos expresando a gritos nuestro hartazgo con la violencia feminicida, con la precariedad laboral que nos condena a una vida miserable, con la desigualdad que busca mantenernos subordinadas en todos los ámbitos.

A pesar de ello, aún se sigue afirmando que las mujeres “ya tenemos todos los derechos”. Pero la realidad es que frente a la crisis capitalista en curso, es cada vez más fuerte la contradicción entre la ampliación formal de derechos conquistada, y la materialidad de la vida cotidiana de la mayoría de las mujeres.

Las mujeres de Pan y Rosas creemos que esta “ampliación de derechos” o “igualdad ante la ley” no significa “igualdad ante la vida”. Nosotras nos organizamos por la igualdad ante la vida. Y es por ello que venimos impulsando una campaña contra las violencias, que parte de la idea de que el feminicidio, -en lo que va de 2017 se han producido 90 asesinatos en el Estado español-, es el último eslabón de una larga cadena de violencias que son estructurales. Algo que desenmascara que, bajo el capitalismo, las conquistas arrancadas son parciales y están constantemente sometidas a recortes.

El Estado solo reconoce hasta ahora 30 asesinatos. La limitación de las cifras oficiales, tiene que ver con una estrecha concepción de la violencia machista, reduciéndola a casos aislados en los que existe o ha existido una relación sentimental. Sin embargo, la violencia que sufrimos las mujeres es estructural y nos afecta en todos los ámbitos de nuestra vida.

Los feminicidios: el último eslabón de una larga cadena de violencias de la alianza criminal “patriarcado y capital”

Los feminicidios no son muertes aisladas. Son la cara más brutal y más visible de toda la violencia machista que sufrimos y que en muchas ocasiones pasa desapercibida, como son el acoso callejero, en el trabajo o en los centros de estudio, las agresiones sexuales, las restricciones en el derecho al aborto libre, seguro y gratuito para mujeres inmigrantes sin sanidad pública y para las menores de edad o la islamofobia y el racismo.

En la precariedad laboral las mujeres estamos sobre representadas y con una brecha salarial que alcanza el 23% en el Estado español según cifras del 2015. Además, son miles las mujeres que empujadas por la precariedad y la pobreza, se encuentran en situación de prostitución. A día de hoy, la prostitución sigue siendo uno de los negocios más rentables del mundo a nivel internacional, mientras que las redes de trata se encuentran en contínua expansión. Todo esto ocurre con la complicidad del Estado capitalista y sus instituciones, como la policía y el sistema judicial.

También enfrentamos una educación sexista, heteropatriarcal y claramente marcada por la moral religiosa. Que oculta y discrimina a miles de jóvenes gays, lesbianas, bisexuales y transexuales que deben enfrentarse a un camino lleno de discriminaciones y a la violencia cotidiana que supone la LGTBIfobia.
Enfrentamos también la represión del Estado, como la vimos el pasado 1 de octubre en Cataluña, con la policía y la Guardia Civil cargando contra hombres, mujeres, jóvenes y niños.

Por un movimiento de mujeres y feminista independiente del Estado en las calles

Nuestra lucha no es desde una posición victimista, esperando pasivamente algo del Estado y de los mismos gobiernos, funcionarios políticos, legisladores y jueces que niegan libertades y derechos elementales a las mujeres. Por eso, denunciamos la hipocresía que se esconde detrás del ‘Pacto de Estado contra la violencia machista’ impulsado por todos los partidos, que lejos de plantear una verdadera alternativa para enfrentar la violencia machista, trata de embellecer el rostro misógino de las instituciones del Estado y sus principales partidos.

Estamos convencidas de que tan solo la movilización independiente de miles de mujeres en las calles ha sido capaz de imponer en la agenda política la discusión sobre los derechos de las mujeres. Y por eso este 25 de noviembre volvemos a movilizarnos, para exigir todas las medidas necesarias, mientras continuamos señalando la complicidad entre el Estado capitalista y el patriarcado.

El año pasado fuimos testigos de cómo en diversos países el movimiento feminista y de mujeres salió a las calles a gritar con toda la rabia ‘Ni una menos’. El 8 de marzo y el llamamiento a participar en el ‘Paro de Mujeres’ acabó convirtiéndose en una jornada histórica en defensa de los derechos de las mujeres, contra el feminicidio, contra las agresiones sexuales, contra el racismo y por los derechos de las mujeres trabajadoras.

Porque somos internacionalistas y antiimperialistas, reivindicamos las luchas de las mujeres, las jóvenes y las mujeres trabajadoras del mundo. La de las mujeres inmigrantes, triplemente oprimidas, expuestas a las redes de trata y las situaciones de prostitución, encerradas en los CIEs, discriminadas por la xenófoba ley de extranjería. Por eso, también denunciamos las políticas guerreristas de los países imperialistas. Denunciamos que bajo los postulados de “choque de civilizaciones” fomentan las ideologías más racistas e islamofóbicas.

¿Cuáles son nuestras reivindicaciones contra la violencia machista?

Este 25N gritaremos que nos queremos vivas, pero también libres. Libres de toda explotación y opresión. Y exigiremos la implementación de las medidas necesarias para paliar las consecuencias de la violencia machista y prevenir los feminicidios:

•Más centros de acogida para las mujeres y sus hijos e hijas víctimas de violencia. Garantizados por el Estado y bajo la autogestión de las organizaciones de mujeres y las trabajadoras, con asistencia profesional y sin presencia policial y judicial.

• Luchamos por comisiones de mujeres y personas LGTBI en los centros de trabajo, en los centros de estudio y en los sindicatos, independientes de las patronales y la casta universitaria, que tomen los casos de acoso sexual y laboral, y que exijan subsidios para las trabajadoras que atraviesan situaciones de violencia.

• Separación efectiva de la Iglesia y el Estado. El fin del Concordato y de la subvención a la educación religiosa.

•Educación sexual para decidir, anticonceptivos gratuitos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir, para todas las mujeres.

• Despatologización de la transexualidad. Exigimos que se respete la identidad de las personas trans en colegios, institutos, universidades y centros de trabajo.

• ¡Basta de precariedad laboral! El fin de la discriminación, el acoso y la precariedad laboral, los contratos de obra y servicio, contratas y subcontratas, esto es: el pase a plantilla fija de todas las trabajadoras. La prohibición de los contratos temporales y las ETTs. El pago de todos los derechos por maternidad. A igual trabajo, iguales condiciones, derechos y salario.

•Reconocimiento y permisos laborales para los síntomas físicos derivados de cambios hormonales (menstruación, menopausia, etc.) y/o enfermedades que afectan a las mujeres, muchas de ellas no reconocidas por las empresas como son la fibromialgia o la endometriosis.

•Atención integral a las mujeres en situación de prostitución que incluyan asistencia jurídica, médica, psicológica, social y ofrezcan la garantía de un trabajo para todas las personas en situación de prostitución que quieran abandonarla, así como el acceso gratuíto a todos los niveles de educación que las mujeres requieran, además de vivienda y protección para estas mujeres y sus familias.

• Que el cuidado de niños y niñas y personas dependientes sea a cargo del Estado. Guarderías gratuitas a cargo de las empresas y el Estado en fábricas, establecimientos laborales y centros de estudio, que abarquen todos los turnos horarios. Residencias para personas dependientes gratuitas.

• Derogación de la ley de extranjería. El cierre de los CIEs. Acceso universal e igualitario a la Sanidad Pública y a todos los servicios sociales con independencia de la situación legal de cada persona, con atención especial de las mujeres inmigrantes víctimas de violencia machista.

• Basta de guerras imperialistas y las campañas islamofóbicas y racistas cuyo objetivo particular son las mujeres inmigrantes y del mundo árabe-musulmán.

¡Sus violencias, nuestra lucha! ¡Si tocan a una, nos organizamos miles! ¡Transformemos nuestra rabia en organización y lucha!

Porque no queremos ser las víctimas sumisas que el patriarcado quiere que seamos, nos proponemos romper las cadenas de un orden social que pesa sobre millones de seres humanos en todo el planeta. Nuestras convicciones no nacen de un odio personal, individual. Es el odio social que, como una chispa, encendió la lucha de clases a lo largo de la historia.

A cien años de la Revolución rusa, la “chispa que encendió la llama” de esta gran revolución fue la de las mujeres obreras de San Petersburgo el 8 de marzo de 1917. Y demostraron que es posible la emancipación de las mujeres luchando por “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, como decía la gran revolucionaria Rosa Luxemburgo.

Para ello hoy es imprescindible reconstruir alianzas con todos los sectores oprimidos y explotados, con el conjunto de la clase trabajadora, para llevar adelante en común la tarea de acabar con toda opresión y explotación.