Las mujeres somos las más oprimidas, las más explotadas en nuestros lugares de trabajo por las condiciones y el salario. A partir de la feminización del trabajo, nuestra jornada laboral se duplicó y hasta se triplicó en algunos casos.
Domingo 4 de marzo de 2018
Tenemos nuestro trabajo pago afuera y la pesada tarea del hogar. Nos enseñaron, inculcaron que las mujeres somos las dueñas de la casa, tenemos la obligación de cocinar, ocuparnos de los hijos, limpiar, hacer las compras, tramites, reunión de padres, etc. También nos ocupamos de nuestros padres cuando se ponen grandes.
Gracias a un gran trabajo contra el patriarcado en algunos hogares la cosa va cambiando y los hombres participan en las tareas y cuidado de los niños.
En cuanto al trabajo pago son muchas las desigualdades que tenemos con los hombres. En la región de América Latina, pese a que la brecha salarial es menor que en el mundo, los hombres ganan más que las mujeres en cualquier grupo etario, cualquiera sea su nivel de educación, en todo tipo de empleo y de empresas.
Las estadísticas informan que las mujeres ganamos en promedio un 27,2% menos que los hombres y en el sector informal, este promedio asciende a un 35%.
Además hay ciertos puestos que están vedados a nosotras, solo por el hecho de ser mujeres. Ni hablar de las categorías y la percepción de "igual salario por igual trabajo". Aclaremos que esta diferencia salarial se agrava con la edad, especialmente cuando las mujeres tienen hijos.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), consideró la situación "el mayor robo de la historia”, no hay un solo país, ni un solo sector en el que las mujeres ganen los mismos salarios que los hombres. No se respeta a la mujer por su condición, debiendo soportar desde abusos laborales, acosos y otras humillaciones.
En las fábricas la presión por la producción hace que se aumenten la velocidad en las máquinas y líneas de trabajo, ocasionando desde tendinitis hasta múltiples enfermedades laborales, sin contar los accidentes. La no rotación de tareas hace que se desgasten muñecas y brazos, "los rotos" como se los suele denominar no pueden alzar a sus hijos por tendinitis, rotura del manguito rotador, desgastando a los trabajadores solo por la avaricia de la ganancia empresarial.
Cabe también destacar al gremio docente que en su mayoría son mujeres. Un trabajo sacrificado el estar delante de un buen número de alumnos con todas sus problemáticas y la jornada extensiva de corrección y planificación en sus casas. Sin nombrar la desgastante lucha de todos los años por el pedido de una paritaria decente y el constante ataque del gobierno y los grandes medios como correa de transmisión.
Como si los docentes no fueran trabajadores. Pero para los desmemoriados este ataque no empieza ahora, ya que el gobierno anterior decía que los docentes "trabajan 4 horas por día y tienen 3 meses de vacaciones".
La maternidad es otro aspecto a destacar. En algunos trabajos si se enteran que estas embarazada antes de los tres meses (tiempo obligatorio de contrato) te echan.
A una mujer si es joven, en una entrevista laboral es infaltable la pregunta, ¿piensa tener hijos? Y luego de ser madre algunas veces se la ubica en puestos de menor compromiso porque es "faltadora", falta seguido porque se enferman sus hijos.
También al reintegrarte al trabajo después de haber tenido hijos, la patronal "te castiga" cambiando tu trabajo habitual y recargándote. Recuerdo el relato de una trabajadora que estando con su embarazo avanzado, en la fábrica donde trabajaba, la mandaban a lavar las escaleras.
Los acosos que padecemos nosotras están en todos lados, desde el transporte público con el ’apoyador’ o el que no respeta tu espacio personal, en un trabajo con el jefe abusador dando francos u horas extras a cambio de ’algún favor’ o simplemente con la presión del acoso en forma de palmaditas en la espalda, tomada por el hombro, un acercamiento innecesario.
Tenemos que exigir la creación de guarderías en todos los lugares de estudio y de trabajo. Muchas jóvenes madres, pierden la oportunidad de estudiar por no contar con quien cuide de sus hijos. Son pocas las fábricas que cuentan con ese beneficio.
A todas las mujeres trabajadoras, las jubiladas, las amas de casa, las estudiantes, las niñas, las trans, a todas ellas quiero invitar este 8M a marchar junto a Pan y Rosas por las calles, el mejor lugar dónde nuestra voz es escuchada.
Salgamos por nuestros derechos y nuestras consignas "para que la tierra tiemble’.
8 de marzo ¡marchemos todas, seamos miles! Nos vemos en las calles.