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Red Internacional
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Sociedad. El 8 de marzo se abre paso a un año de gobierno de Michelle Bachelet.

El día internacional de la mujer trabajadora iniciará en las calles uno de los debate del año: el proyecto de ley del aborto terapéutico, que a pesar de representar sólo el 3% de los casos de abortos realizado en chile, es fuertemente atacado por la derecha y las iglesias, e incluso por la Democracia Cristiana, lo que sigue debelando la realidad del chile heredado de la dictadura.

Rafaella Ruilova

Rafaella Ruilova Licenciada en historia y militante de Pan y Rosas

Martes 24 de febrero de 2015

A poco menos de cumplirse un año del gobierno de Michelle Bachelet aparece en escena una nueva marcha del 8 de marzo -día internacional de la mujer trabajadora-, convocada por diversas organizaciones feministas y de mujeres reunidas en la Coordinadora 8 de marzo y la Coordinadora Feministas en Lucha, el lema que recorrerá las calles de Santiago este viernes 6 desde las 19.00 horas en Plaza Italia será “Por un 8 de marzo sin abortos clandestinos”.

Todos los años en esta fecha salimos miles de mujeres y diversas organizaciones feministas a combatir y exigir con la voz en alto nuestros derechos, inundando de lila el paisaje de las calles de distintas ciudades de Chile. Lo nuevo en este 2015 será el escenario político, a un año de gestión del gobierno de las autodenominadas “grandes e históricas” reformas, donde entre otras cosa está en el centro del debate el aborto y la agenda laboral; pero también en medio de los escandalosos casos Penta, SQM y Caval.

Pero más que “grandes e históricas” estas reformas de letra chica cada vez más grandes, han debelado de la mano de los grandes escándalos políticos y tributarios la estrecha relación entre los empresarios y los políticos que gobiernan, es decir, ha mostrado para quién se legisla en Chile.

Tal vez, es necesario precisar y dar un ejemplo. El aborto es prohibido en cualquier caso de mano de la dictadura militar en 1989. Hoy lo que se plantea es volver al aborto terapéutico. Así, no se plantea ir más allá del 3% que representan las tres causales ¿qué pasa con el 97% restante? Pero ni siquiera podemos entrar a ese debate, porque la iglesia y los parlamentarios que legislan para los empresarios no nos permiten decidir sobre nuestros cuerpos, sometiéndonos así a abortos clandestinos.
Entonces, no se legisla para que la mujer trabajadora y la juventud precarizada puedan tener una maternidad protegida y segura si así lo deciden, sino que se le obliga a estar en condiciones de miseria, no por nada el 22% de las mujeres gana el salario mínimo e incluso menos, mientras el 55% de las mujeres está bajo la línea de la pobreza.

Pero está claro “el género nos une, la clase nos divide” mientras el hijo de la presidenta recibía 6.500 millones de pesos de las manos del dueño del Banco de Chile (Andronico Luksic), miles de mujeres reciben el sueldo mínimo, y obtienen trabajos precarios bajo el alero del subcontrato. Que muestra más explícita que la cumbre de la ONU mujeres que se está organizando junto al gobierno para este 27 y 28 de febrero, donde la temática será “Mujeres al poder y en la toma de decisiones: Construyendo un mundo diferente”. Donde claramente no hay cabida para las que no podemos realizar viajes al extranjero o pagar una clínica privada para poder decidir por lo menos sobre nuestro cuerpo.

La necesidad de terminar con los abortos clandestinos implica la lucha férrea contra la hipocresía “próvida” de la derecha y la iglesia, contra las posturas misóginas de la Democracia Cristiana, pero también con superar la “solución” insuficiente de las causales que no responde a las necesidades de la realidad. Pero por sobre todo, dar una lucha inmplacable contra todo este régimen heredado de la dictadura, que se expresa desde nuestra educación sexual, nuestros derechos sexuales y reproductivos, las condiciones laborales de las y los trabajadores hasta la casta de políticos corruptos.

La lucha del día internacional de la mujer trabajadora en chile hoy se traduce (aunque no se reduce) a terminar con los abortos clandestinos, y a sindicalizarse para conquistar un nuevo código laboral.