El Parlamento avanza en las acusaciones constitucionales contra los ministros Sergio Muñoz y Ángela Vivanco, en un contexto de crisis institucional. Mientras Vivanco enfrentará prontamente una segunda acusación ante el senado, tras que se aprobara la acusación de Muñoz. La controversia revela un trasfondo de injusticia y privilegios que alimenta la desconfianza en el sistema judicial y el régimen.
Jueves 17 de octubre
Continúa la trama judicial del “Caso Audios”. El Parlamento avanza en las acusaciones constitucionales contra los ministros Sergio Muñoz y Ángela Vivanco. Vivanco enfrenta dos acusaciones, de las cuales la primera ya fue aprobada en el Senado, quedando pendiente la deliberación sobre la segunda.
Por otro lado, este miércoles se aprobó la acusación constitucional contra el ministro Sergio Muñoz, la cual fue tratada por separado debido a sus diferencias respecto del caso que involucra a Vivanco. La acusación contra Muñoz está relacionada con la falta de gestiones en su rol, lo que constituye un notable abandono de deberes, además de su vinculación con el uso de información privilegiada en beneficio de su hija y el ejercicio de funciones fuera de su jurisdicción. Ambos cargos fueron aprobados por el Senado, resultando en la destitución del ministro.
Si bien se busca presentar la acusación contra Muñoz como un empate respecto del “Caso Audios”, existen diferencias significativas compuesto que éste involucra profundamente a la derecha y a las redes de Luis Hermosilla, salpicando a Vivanco, el exministro Andrés Chadwick, la Fiscalía, etc.. Sin embargo, esto no opaca el hecho de que tanto altos funcionarios como Muñoz y sus familias vivan el disfrute de de privilegios y prebendas.
En este contexto, la derecha puede considerar la destitución de Muñoz como un triunfo, pero no consigue igualar la relevancia del”Caso Audios”, que sigue teniendo en el centro de la polémica al exsenador de la UDI, Andrés Chadwick.
El avance de estas acusaciones podría dar la impresión de que el sistema está funcionando al depurar sus "manzanas podridas", pero no es más que una cortina de humo para ocultar una crisis más profunda. Una crisis que se encuentra en el corazón del sistema capitalista chileno. Precisamente, son este tipo de injusticias y privilegios los que alimentaron la rebelión de octubre, una protesta contra la impunidad con la que un puñado de millonarios y sus políticos operan, lucrando a costa del trabajo y la vida de millones de familias trabajadoras.