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Red Internacional
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PANDEMIA. El Conicet y dos universidades trabajan en el diseño de una vacuna contra el coronavirus

La investigación que comenzó el año pasado está a cargo del Conicet, la Universidad del Litoral y la Universidad de San Martín. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Roberto Salvarezza, explicó hoy que se trata de una "estrategia innovadora".

Viernes 29 de enero de 2021 12:11

Foto: Télam

Al explicar en qué se basa el trabajo, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Roberto Salvarezza, indicó que en dos laboratorios, uno de la Universidad del Litoral y el otro de la Universidad de San Martín, "se está desarrollando una vacuna en base al uso de una proteína recombinante".

La estrategia consiste "en inocular una proteína para que el cuerpo humano produzca los anticuerpos, no se trata de dar un virus ni el material genético sino que es una proteína que recubre al virus para que directamente nuestro cuerpo genere anticuerpos".

Supone una estrategia innovadora, o al menos distinta a la que están utilizando las distintas vacunas. En declaraciones a la radio AM750 el funcionario explicó que "es una plataforma que está usando Novak y está en fase 3".

El ministro Salvarezza nada dice sobre garantizar una producción pública de la vacuna, porque lo que hacen es garantizar la transferencia de recursos e investigación públicas a manos de privados, como ya hicieron con los test y los tratamientos.

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En junio del año pasado, la bióloga Julia Cassarato, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín (Unsam) había explicado a Télam que el proyecto apuntaba a la elaboración de una vacuna sobre la base de proteínas recombinantes, "Hay diferentes tipos de vacunas, nosotros vamos a desarrollar una sobre la base de proteínas del virus puras, hechas en el laboratorio, porque son mucho más seguras que las que utilizan el virus completo".

En ese sentido, la bióloga explicó que una vez que estas proteínas puras ingresan al organismo, las células no se infectan pero el sistema inmunológico reconoce la presencia del antígeno y genera una respuesta que permitirá, a futuro, defenderse en caso de que se encuentre con el virus real.

La desigualdad en la posibilidad de acceder a inmunizarse contra el coronavirus en los países más pobres está más latente que nunca. En todo el mundo hay 150 vacunas en desarrollo.

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En la mayoría de los países, la investigación científica recibe recursos estatales pero los resultados terminan en manos privadas de grandes laboratorios que mueven 1.3 billones de dólares anuales. En Argentina, el gobierno y el macrismo votaron que si hay reclamos se resuelve en tribunales extranjeros que deciden los laboratorios.

Tener una vacuna nacional sería un enorme paso, pero sin garantizar su acceso a toda la población, sin testeos masivos ni partidas presupuestarias que vayan a Salud y a poner los recursos existentes al servicio de enfrentar la pandemia, son más anuncios, que medidas concretas. El desarrollo de la ciencia y la tecnología pueden hacer grandes transformaciones en nuestras vidas, aún bajo el capitalismo. Pero el límite para mayores avances es justamente la lógica del negocio. Que la vida y la salud estén primero es incompatible con el capitalismo.

Los avances en el desarrollo de las distintas vacunas destacan en las primeras planas y recrean la esperanza de la población, que sufre de lleno los efectos sanitarios y económicos de la crisis. Por otro lado los efectos de esos avances en el valor bursátil de los grandes laboratorios y farmacéuticas muestran otra cara de la carrera por la vacuna.

El límite de los avances es la propia lógica capitalista, que prioriza la ganancia por encima de la salud y la vida de millones.


Redacción

Redacción central La Izquierda Diario