El Consejo Constitucional validó la elevación de la edad de jubilación hasta los 64 años a pesar de la oposición masiva. Una decisión que vuelve a poner en el centro el carácter profundamente antidemocrático de la V República francesa y la necesidad de una estrategia capaz de enfrentar a Macron y su régimen, que no tiene nada que ver con la lógica conciliadora de la intersindical.
Viernes 14 de abril de 2023 19:46
Este era el escenario presentado como el más probable y los llamados sabios no sorprendieron. Este viernes, el Consejo Constitucional validó el grueso de la contrarreforma de Macron, incluida la elevación de la edad de jubilación a los 64 años, dando vía libre al ejecutivo para promulgar la ley. Además el Consejo también validó el uso del artículo 49.3 para el pasaje de la reforma, a pesar de las críticas a lo anti democratico de tal medida. Este artículo permite la adopción de una ley sin necesidad de que se vote en el parlamento.
Al mismo tiempo, los nueve magistrados rechazaron la solicitud de referéndum de iniciativa compartida presentada por diputados de centro izquierda, explicando que "no se refiere a una reforma relativa a la política social de la nación". Esto es un símbolo del carácter profundamente reaccionario de este tribunal supremo de la V República, compuesto por pilares del régimen, que rechaza incluso la aplicación de un procedimiento totalmente mínimo.
La reforma de las pensiones sigue así su camino apoyándose en toda la maquinaria del régimen para anular la oposición masiva que se vió en las calles de todo el país. Tras la decisión, Macron anunció su voluntad de promulgar la reforma en 48 horas, mostrando su voluntad de cerrar la lucha de las pensiones y el movimiento en curso.
Esto sucedía mientras que la centro izquierda y las direcciones sindicales burocráticas le pedían por favor a Macron que aguardara a un segundo pedido de referéndum. Se trata de una bofetada a la estrategia de la intersindical, que desde el inicio de las movilizaciones masivas el 19 de enero evitó por todos los medios que los trabajadores organizados enfrentaran directamente al gobierno. En vez de eso, se limitó a las vías institucionales y a ejercer presión frente a un Macron inflexible.
Este sábado por mañana, hora Francesa, el jefe del Eliseo hizo una nueva demostración del desprecio que le tiene, no solo a los y las trabajadoras, sino también a esa burocracia sindical que se niega a enfrentarlo seriamente. Aunque disponía de 15 días para promulgar la ley y había anunciado que iba a tomarse 48 horas, decidió promulgar el texto inmediatamente.
Y, a pesar de todo, las burocracias no se mueven de ahí. En su comunicado, la intersindical "toma nota de estas decisiones" y hace un llamamiento al "Presidente de la República [para que] asuma sus responsabilidades", pidiéndole "solemnemente que no promulgue la ley" y reclamando una "nueva deliberación como prevé el artículo 10 de la Constitución". Una "opción de sensatez y apaciguamiento" que no podría estar más en desacuerdo con el estado de ánimo del gobierno, decidido a acabar con el movimiento actual para proseguir con sus ataques.
Haciendo gala de una firmeza que no tiene, la intersindical anunció que se niega a reunirse con Emmanuel Macron como éste había propuesto, pero no dijo nada de una próxima fecha de movilización antes del 1 de mayo. Una respuesta totalmente insuficiente ante la ofensiva actual. Contra Macron y el régimen de la V República, necesitamos un plan de batalla. Las cerca de 200 concentraciones organizadas este viernes y las manifestaciones espontáneas en toda Francia en curso demuestran que la determinación sigue ahí frente a un gobierno debilitado, pero necesita una estrategia.
Ante la novedad de este sábado, tanto la centro izquierda parlamentaria como la dirigencia de la intersindical mostraron una fuerte indignación que, por supuesto, no pasó de las declaraciones, manteniendo la fecha del 1 de mayo, dándole al gobierno dos semanas de tregua en los hechos.
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Esta estrategia no puede detenerse en la retirada de la reforma: debe ampliar las reivindicaciones, planteando, además de las cuestiones sociales y salariales, el fin del régimen de la V República y la exigencia de medidas democráticas radicales: la sustitución del actual parlamento por una cámara única que asocie el poder legislativo y el ejecutivo, representantes elegidos por dos años y revocables en cualquier momento y que ganen como un trabajador calificado o como docentes.
Esta es la única manera de responder a todas las cuestiones que plantea la situación, y de oponer a Macron una respuesta a la altura de sus ataques y de la crisis de su régimen.