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El Talón de Hierro. El Cordobazo: obreros y estudiantes, dictaduras y represión, insurgencia y estrategia

Hoy, en El Talón de Hierro, entrevistamos a Eduardo Castilla sobre su nuevo libro La Córdoba Revolucionaria. Hablamos sobre la historia de una provincia que sacudió el continente dos veces en el s.XX. Sobre la dictadura de Onganía y la resistencia que llevó a las jornadas de 1969. De Agustín Tosco y la CGT de los Argentinos, del Clasismo del Sitrac-Sitram y el Smata de Salamanca. Sobre el rol del peronismo en el Cordobazo y después. La vuelta de Perón y el Navarrazo. Finalmente abordamos el debate de estrategias y la revolución vista desde el pasado y el presente.

Jueves 10 de octubre 19:13

Eduardo Castilla, nació en Alta Gracia, provincia de Córdoba, en 1976. Desde muy joven milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas y ha escrito numerosos artículos en el Semanario Ideas de Izquierda y La Izquierda Diario, donde trabaja como editor general. En el año 2023, publicó su primer libro La Córdoba Revolucionaria con las ediciones del Instituto de Pensamiento Socialista.

-Hoy hablaremos de acontecimientos que fueron una bisagra en la historia argentina y latinoamericana: los días de la Córdoba revolucionaria, obreros, estudiantes, revolución y clasismo llegan al Talón de Hierro de la mano de un invitado de lujo. Con nosotros, el escritor Eduardo Castilla. Bienvenido Eduardo. ¿Cómo estás?

Hola Lautaro, ¿cómo andás? Gracias por la invitación.

— Gracias a vos por llegar hasta Mendoza con la presentación de tu libro y con esta entrevista. ¿Podrías contarnos tus primeros pasos al adentrarte en la historia del Cordobazo, de los dirigentes de los ´70, y qué te llevó con los años a hacer un libro?

Yo empecé a militar en la izquierda, en el PTS, en el Partido de Trabajadores Socialistas, a mediados de los años ’90, más exactamente en el año ’96. Y en Córdoba lo que había era una tradición todavía muy importante de militancia política, ligada a los ’70, de militancia sindical. De hecho, en ese momento todavía estaban vivos muchos compañeros y compañeras que habían participado en el Cordobazo, que habían sido parte del clasismo, que habían sido parte también del sindicato de Luz y Fuerza junto con Agustín Tosco. Entonces, había una tradición, una continuidad, podríamos decir, muy importante en lo que habían sido esas experiencias de lucha. Y el Cordobazo era parte de los discursos de época entre los sectores más combativos.

Córdoba no era muy distinta del resto de Argentina desde el punto de vista de que había menemismo, había conservadurismo social, pero había una tradición de lucha que se fue haciendo más fuerte hacia el ’95 y el ’96. Y cuando yo ingresé a la militancia política, conocí a muchos de esos compañeros y sus experiencias; Pude charlar con ellos, que me contaran cómo habían sido los ’70, tanto en los momentos de persecución como en los momentos de combate y de la lucha de clases. Uno, a mediados de los ’90, veía que la situación era difícil para la militancia política, pero sin embargo tenía una cierta… no sé si la palabra es "esperanza", pero esas experiencias y tradiciones que transmitían esos compañeros servían como un insumo para seguir adelante con las convicciones políticas, para organizarse y para ver la posibilidad de la lucha de clases como una perspectiva de cambio.

Te estoy hablando del ’95 y ’96. Después de eso, desde el ’97 y ’98 en adelante, Córdoba, como sucedía en el país también, empieza a tener una situación de mayor conflictividad social. Crece la lucha de clases, crece la resistencia al menemismo y al neoliberalismo. Entonces, en cierta medida, esa tradición ya existente empieza también a ser real. A ser más parte de la lucha de clases cotidiana, por decirlo de alguna forma. Eso a mí siempre me pareció un tema muy interesante, porque era parte de pensar en la provincia en la cual yo había comenzado mi militancia política.

Después, con el tiempo, varios años más tarde, empecé a pensar, después de leer varias biografías de Tosco, que era necesario hacer un repaso histórico y biográfico por su pensamiento, que tratara de pensar más críticamente su estrategia política. Córdoba tiene una reivindicación de Tosco que es correcta, porque fue un dirigente sindical muy honesto y combativo. Pero con una estrategia política que tuvo límites, y mi idea era trabajar sobre esa estrategia. A medida que fui leyendo, me di cuenta de que era muy difícil analizar eso sin pensar el Cordobazo, los ’70 en general. Me obligué a leer también sobre el clasismo, porque era una forma de entender el proceso globalmente. Y el libro La Córdoba Revolucionaria es un poco la síntesis de ese proceso de estudio. Que empieza con un intento de pensar a Tosco y termina englobando todo el periodo hasta el golpe. Si bien tiene elementos previos al Cordobazo, ese es su punto de partida y se extiende hasta el inicio de la dictadura en marzo del ’76.

—Decías que querías conocer la historia de tu provincia, de cómo se gestaron esas tradiciones. Y Córdoba es, particularmente para Argentina y, diría que también a nivel general en Latinoamérica, un lugar de referencia muy importante por este tipo de movimientos revolucionarios. No solo por el Cordobazo del que estás hablando, sino también porque fue la cuna de la Reforma Universitaria. ¿Cómo llegan a gestarse fenómenos tan importantes como estos?

Córdoba tiene una contradicción que han analizado historiadores y sociólogos. En algún momento, no recuerdo en qué escrito se ha hablado de la Córdoba de los extremos. Entonces tiene momentos que son muy de izquierda, como la Reforma Universitaria o el Cordobazo, que son ejemplos que vos contabas, y tiene momentos muy conservadores. Por ejemplo, la Revolución Libertadora contra Perón se inicia en Córdoba. Y de hecho, en Córdoba no sólo se inicia, sino que el accionar más de derecha se da en Córdoba, donde hay elementos de guerra civil, porque todo un sector de las clases medias y las instituciones ataca físicamente al movimiento obrero.

Hay un libro muy interesante de César Tcach, que se llama “Sabatinismo y peronismo”, donde cuenta eso. Entonces, por ejemplo, cuenta la participación de los curas, efectivamente, en grupos de choque que iban a atacar a los locales obreros armados. A ese nivel, tenía ese peso conservador Córdoba. Ahora, Córdoba también es parte de un proceso desde el ’55 en adelante, de cierto desengaño con lo que había sido el proceso político o la intención política de las clases dominantes de dejar atrás el peronismo. Entonces, el peronismo, para un sector de las clases medias, había sido presentado solamente desde el punto de vista autoritario, como un régimen autoritario. Y en la medida en que los años posteriores se alternaron entre democracias semi-fraudulentas o gobiernos democráticos semi-fraudulentos, que se elegían con la proscripción de Perón o del peronismo, con el caso de Illia y de Frondizi, con dictaduras que iban violentando las libertades democráticas, fue creciendo un malestar que se fue alimentando en todos esos años previos.

La dictadura de Onganía, para ir más precisamente a tu pregunta, es un momento en el cual se da un quiebre más profundo, porque Onganía viene a intentar establecer un régimen político y económico de acumulación capitalista que sea más funcional a los intereses del gran capital internacional. En ese momento se da en Argentina lo que el intelectual Juan Carlos Portantiero definió como un empate hegemónico, un empate catastrófico, en el cual la clase dominante, el gran capital más concentrado, era el sector dominante en la economía, pero no podía imponer sus condiciones desde el punto de vista político. No lograba ser hegemónico políticamente. La dictadura de Onganía viene a intentar hacer eso y, al hacerlo, produce un proceso muy antidemocrático de ataque sobre el movimiento estudiantil, sobre el movimiento obrero, de prohibición de la actividad política y los partidos políticos.

En Córdoba eso va generando condiciones, por un lado, para la emergencia de un movimiento estudiantil que es muy combativo. De hecho, el movimiento estudiantil cordobés entre agosto del ’66 y noviembre del ’66, protagoniza un proceso de huelgas estudiantiles muy grandes, con movilizaciones masivas, asambleas de 3.000, 4.000 estudiantes, y es muy combativo en las calles, enfrentando a la policía. Va generando una situación de enfrentamiento. Y al mismo tiempo, empieza la resistencia obrera, que es más bien limitada a determinados sectores, pero que es muy dura también, con conflictos que son reprimidos, con elementos de enfrentamiento, con la propia patronal a través de las fuerzas represivas.

Entonces, se va creando una resistencia que tiene un punto en común que es muy interesante, que es parte de las particularidades de Córdoba, que por su situación geográfica y social, por su estructura geográfica y social, es una ciudad grande y chica al mismo tiempo. Y, en cierta medida, la población, los estudiantes y los obreros se mezclan en el centro, convergen en los barrios. No tenés la situación que ocurre, para dar otro ejemplo, en la Capital Federal o en el conurbano, donde los grandes centros industriales muchas veces están muy lejos de las universidades. Ahora es distinta la configuración, pero no en los 70, era más de este tipo.

Esa cercanía va creando una tradición de lucha común entre estudiantes y obreros, que se encuentran en las calles, que hacen las asambleas en común, que se solidarizan mutuamente. Por ejemplo, los estudiantes, cuando los obreros son perseguidos, como por ejemplo los de Luz y Fuerza, les prestan la universidad para hacer asambleas. Cuando la prohibición es en la Universidad, los locales sindicales de los sectores combativos se abren para las asambleas universitarias. Entonces eso va creando una situación de conflictividad que, al mismo tiempo, se enfrenta a un régimen muy duro, políticamente, que persiste en la persecución, persiste en el ajuste y persiste en el ataque a las libertades democráticas.

El régimen cordobés, es como todas las provincias, tenían ese momento interventores. Eran puestos directamente por el Poder Ejecutivo Nacional, por la dictadura de Onganía, y el interventor que está presente directamente cuando es el Cordobazo, era Caballero, que era un tipo bastante reaccionario, bastante fascista. Hay un autor, no me acuerdo el nombre, creo que es Francisco Delich, que escribe directamente que Caballero hizo todo lo que estuvo a su alcance para lograr que el Cordobazo se convirtiera en una insurrección. Entonces, esa combinación entre lo que crece por abajo entre los trabajadores y los estudiantes. Esa comunión de actividades solidarias y un régimen muy represivo, crean las condiciones para el Cordobazo. Obviamente que hay un contexto muy importante a nivel internacional que marca a la Argentina, a Córdoba y a nivel latinoamericano, que es el Mayo Francés en 1968, los levantamientos contra la burocracia stalinista en Checoeslovaquia también el 1968, la lucha del pueblo vietnamita por su liberación en contra del imperialismo norteamericano que desarrollaba desde 1965-66. Entonces ese contexto internacional alimenta tendencias combativas, una ideología anticapitalista, transformadora, en sectores avanzados políticamente, que también van a colaborar en que el estallido de diera de esa forma.

-Una referencia histórica que mencionaste y que te llevó, de hecho, a indagar en esta investigación es, sin duda, la figura de Agustín Tosco. ¿Cómo llega a tener tanta influencia en el movimiento obrero cordobés, viniendo de una tradición no peronista sino más claramente referenciada con la izquierda? ¿A qué izquierda se vincula y cuál es la estrategia que él plantea?

- Hay un dato que para mí siempre es interesante tomar en cuenta: el escenario sindical cordobés, en todo el período previo al Cordobazo, es más bien plural. A diferencia del escenario sindical en Buenos Aires o en Capital Federal, era un escenario donde convivían sectores del radicalismo, del socialismo, del propio peronismo y del propio Partido Comunista. Eso tiene que ver, en parte, por cómo se conforma el peronismo en Córdoba. El peronismo en Córdoba se conforma más bien tardíamente y es un producto, podríamos decirlo de alguna forma, importado, porque no es que surge de sectores combativos del movimiento obrero, sino que más bien es un acuerdo entre sectores del aparato nacional y sectores de los viejos partidos tradicionales. Entonces, no es que tiene un peso abrumador en el movimiento obrero cordobés.

Entonces vos tenés, por un lado, corrientes radicales, sindicalistas, comunistas, socialistas. Y por otro lado, en Córdoba hay un desarrollo de un nuevo movimiento obrero desde el ’55-’56 en adelante, cuando se instalan entre el ’54-’55 la Fiat e IKA Renault, que son las dos plantas automotrices más grandes y que van a tener más o menos 10 mil trabajadores cada una en el momento de mayor auge, 11 mil también. Eso crea también un universo de autopartistas alrededor, que son las que proveen insumos y autopartes. Entonces, hay una nueva configuración del movimiento obrero desde los ’50. Cuando el peronismo está por ser derrocado, ese movimiento obrero recién empieza a nacer.

Tosco tuvo su momento de muchísima simpatía con el peronismo. En los Textos Reunidos que publicó la Universidad Nacional de Córdoba, hace unos 10 a 12 años, los primeros textos de Tosco, del ’53-’54, son textos reivindicativos de Perón. Los... Hay uno que yo cito en el libro donde dice: “ahora los trabajadores podemos tener Navidad y podemos tener Fiestas gracias a lo que ha hecho por nosotros Juan Domingo Perón”. Tenía una simpatía muy grande hasta el ’53, ’54, y después de eso empieza a tener un giro político, que tiene que ver no sólo con Tosco, sino también con el momento que atraviesa el peronismo.

El peronismo desde 1952-53 empieza un giro hacia la derecha políticamente porque las condiciones económicas nacionales no son tan favorables como lo fueron en el período previo. Entonces, por un lado hay un estancamiento económico que va a abrir un debate en la Argentina y que el peronismo lo va a impulsar, que es el problema de lo que sigue llamando, aumentar la productividad de las condiciones del trabajo, es decir, aumentar las condiciones de explotación sobre la clase trabajadora. Eso va a ser una demanda permanente de la clase capitalista que Perón va a avalar, más abiertamente en el ’55, a principios del ’55, impulsando lo que se llamó el Congreso de la Productividad.

Al mismo tiempo, como el país tenía un cierto estancamiento económico, se va a impulsar el ingreso de empresas imperialistas mediante una ley, no me acuerdo exactamente el nombre, creo que era la Ley de Inversiones Extranjeras, que también facilita muchísimo la inversión imperialista. Y ahí hay cosas que son muy obscenas para un movimiento que reivindicaba la soberanía nacional. Hay un ejemplo que es muy patente, al cual se opuso todo el peronismo de izquierda, que era la negociación con la petrolera Standard Oil, que era británica, donde prácticamente les cedían la mitad de la provincia de Santa Cruz, para las inversiones petroleras.

Entonces, ese tipo de cosas van a hacer que Tosco vaya rompiendo con el peronismo, al mismo tiempo que se va acercando políticamente al Partido Comunista. Ya en 1957-58 es muy probable que Tosco haya estado muy simpatizante del Partido Comunista. Hermán Camarero, en un texto que hizo como introducción de las obras que te mencionaba recién, cuenta que a fines del ’55 se registra que tenía una relación con dirigentes importantes del Partido Comunista, que se reunía periódicamente. Ahora no me acuerdo el nombre del dirigente histórico del Partido Comunista en Córdoba, que era de la UOCRA. Entonces, hay un momento en el cual empieza a tener una relación y va acercándose hacia las posiciones políticas del Partido Comunista, que va a compartir esencialmente hasta el final de su vida.

Es decir, Tosco no fue militante, eso está, él nunca se reivindicó. De hecho, había un dirigente en ese momento, que era Jorge Berenstein, que cuenta que Tosco decía abiertamente que no quería aparecer como militante porque consideraba que era más útil para unir al campo popular siendo no militante. Ahora, sus posiciones políticas y estratégicas eran las posiciones políticas del Partido Comunista, que eran posiciones de conciliación de clases.

Una estrategia que, básicamente, en términos políticos lo llevó todo el tiempo intentar construir una confluencia entre la izquierda peronista y la izquierda marxista que se estaba desarrollando en los años 50 y 60, en adelante. Y eso tenía un problema global, que es que la izquierda peronista no estaba dispuesta a romper con Perón.

-¿Podrías contar qué actores de la izquierda peronista estaban involucrados en este proceso que él imaginaba? ¿Ahí entraba la CGT de los Argentinos?

- Exactamente, este proceso desde 1968 al ’70, tiene una materialización en la CGT de los Argentinos. Yo dedico un capítulo en el libro a discutir lo que fue ese proyecto. Ahí, Tosco confluye con Raymundo Ongaro, que fue histórico dirigente del sindicato gráfico, y hacen la CGT de los Argentinos que era un desprendimiento burocrático de la CGT nacional que tenía de todo. Tenía un sector que era más combativo, en el cual estaban Tosco y Ongaro, y tenía sectores que eran muy burocráticos. La CGT de los Argentinos fue una herramienta que impulsó Perón para limitar el poder del sector más conservador de la burocracia, que era el que encabezaba Augusto Timoteo Vandor.

Cuando Perón y Vandor se reconcilian, la CGT de los Argentinos deja de existir. Se va diluyendo, se va desintegrando y ahí se nota uno de estos límites que es el problema de la izquierda peronista. En lugar de ir a un proyecto independiente, se subordina a lo que dice Perón. Ongaro mismo, termina subordinado a lo que dice Perón, y es parte de lo que lleva a la desintegración, al desarme de la CGT de los Argentinos, que mantienen como un nombre, como una cáscara vacía, pero no tiene peso en la lucha de clases. Esa es una experiencia muy importante.

Otra experiencia se da después del Cordobazo, que es la CGT Córdoba, en la cual conforman el Secretariado, con Atilio López, que era dirigente histórico de la UTA en Córdoba, dirigente peronista del ala legalista, que era el sector más combativo del peronismo cordobés. Y Agustín Tosco como Secretario Adjunto. Juntos, conformaron la CGT Córdoba, que después del Cordobazo va a levantar un discurso de liberación nacional, por la "liberación nacional y hacia el socialismo" directamente. Esa es la consigna con la cual esa CGT se ordena. Y es una CGT que tenía un discurso muchísimo más combativo que el de la CGT nacional, dirigido por el peronismo ortodoxo, que en ese momento está encabezado por Rucci.

-¿Ahí es el famoso debate en la televisión?

- Eso es en el ’73, dos años después. Tosco en el medio está preso un año y medio. Tosco es detenido el 28 de abril de 1971 y sale de prisión el 29 de septiembre de 1972. Durante este tiempo, Tosco es parte de la CGT Córdoba desde la cárcel. Porque desde que se elige la nueva conducción hasta que Tosco cae en cana pasa menos de un mes. El punto que tiene, es que el problema que ocurre, es que Tosco defiende ese proyecto político porque ve una expectativa de unir a las dos corrientes políticas: izquierda peronista e izquierda marxista.

Eso termina fracasando cuando vuelve Perón a la Argentina, porque la izquierda peronista una vez más se subordina a Perón. Y en esa subordinación, Atilio López, que después va a ser candidato y vicegobernador electo, termina rompiendo el acuerdo que tenía con Tosco para hacer un acuerdo con el conjunto del peronismo. Y en esta ruptura, el sector combativo, de izquierda -que en ese momento incluía a Salamanca, que había ganado en abril de 1972 la conducción del SMATA Córdoba- queda marginado y la CGT Córdoba pasa de ser una CGT que tenía un discurso combativo aunque tenía muchas prácticas burocráticas, a una CGT peronista ordenada directamente desde el Poder Ejecutivo Nacional, que de combativa no tenía nada. Sino que era una CGT que acompañaba el proyecto de Perón que era frenar la lucha de clases que se había abierto en el Cordobazo.

-Hay otro actor que trascendió y se hizo muy conocido nacionalmente, y creo que ahí surge el propio término, que es el "clasismo". Vos hablaste de los obreros de la FIT e IKA Renault, ¿podrías contarnos cómo actuaron esos sectores del sindicalismo en este proceso, estos debates y cuál fue su rol y su experiencia?

- El clasismo de FIAT es un fenómeno muy combativo, antiburocrático y antipatronal, que emerge en las condiciones creadas por el Cordobazo. El Cordobazo representa un levantamiento popular, una semi-insurrección definimos nosotros en términos marxistas, siguiendo elaboraciones que hizo en su momento Nahuel Moreno, que era en ese momento dirigente del PRT La Verdad. Es un levantamiento popular que abre una situación de ascenso revolucionario a nivel nacional. Y que en Córdoba, en particular, crea una subjetividad muy revolucionaria, en el aspecto anticapitalista, antipatronal y antiburocrático. Esto dos últimos, son elementos muy fuertes que surgen en el Cordobazo.

¿Entonces qué es el clasismo? Es ese proceso expresado en las fábricas de FIAT desde Marzo de 1970. FIAT tenía en ese momento dos plantas en Córdoba que eran Materfer y Concord, y en ellas los sindicatos Sitram y Sitrac respectivamente. Los dos eran sindicatos de empresa y era sindicatos amarillos patronales. La patronal los había armado en un acuerdo con el gobierno de Illia en el ’60 para que no pudieran unificar a toda la fábrica y para que no se afiliaran ni a la UOM ni al SMATA, era una forma de mantener dividida la fábrica. El problema que tiene es que al haber sido tan burocráticas las conducciones de estos sindicatos fueron creando un sentimiento de muchísimo odio, muchísima bronca en la base obrera.

Y después del Cordobazo eso empezó a fermentar y prácticamente un año después, se produce un proceso de rebelión muy grande, donde echan a la conducción. Primero del Sitrac y depués del Sitram. Y echar, es literalmente que los echan a patadas. Hay una Asamblea General, baja la conducción del gremio a intentar explicar un Convenio Colectivo que era una basura. Los trabajadores indignados dicen, esto tipos no nos representan. Hay una cita que pongo en el libro, que es de un libro de Gregorio Flores, que fue uno de los dirigentes del clasismo, que cuenta una charla con un obrero más viejo, con muchos años de fábrica, que le dice: “esta tarde se arma, a estos cosos no los quiere nadie”. Ya era evidente que el ambiente estaba muy caldeado.

Cuando se produce esa rebelión, empieza un proceso de organización democrática que va a dar lugar al surgimiento de una Comisión provisoria que va a crear el nuevos sindicato clasista. El clasismo va a tener como rasgo identitario, en primer lugar la democracia de base. Después de tantos años de traiciones, de entregas y demás, para los trabajadores va a ser el funcionamiento democrático. De hecho una crítica que le va a hacer la burocracia sindical es que tenían “exceso de asambleas”, lo cual es una ridiculés porque no puede haber exceso de asambleas por definición. Eso expresa una firme decisión de mantener la participación de las bases, de que todo sea decidido democráticamente en asambleas, y que la nueva conducción no se separe de lo que decidan los trabajadores en el lugar de trabajo.

Entonces, el funcionamiento era muy democrático y esto generó una situación que surge del proceso mismo de la lucha de clases: en la medida en que los trabajadores se sacan de encima a las burocracias sindical y empiezan a funcionar democráticamente, empieza una conciencia de que pueden tomar en sus manos múltiples decisiones. Y eso los lleva a cuestionar las decisiones adentro de la fábrica.

La democracia obrera abre el camino a un cuestionamiento al poder capitalista adentro de la fábrica. Al cuestionamiento de cómo se trabaja, con qué ritmo se hace, en cuántas máquinas puede trabajar un obrero. En ese momento FIAT tenía un sistema que se llamaba “acople de máquinas”, donde un trabajador operaba dos máquinas simultáneamente. Eso es propio de la explotación capitalista que busca aumentar la tasa de explotación todo lo que se pueda, para aumentar la plusvalía y al mismo tiempo reducir costos.

En ese proceso de construcción de una nueva conciencia que se expresa a través de los democrático, se empieza a cuestionar el poder capitalista y surge un sentimiento antipatronal muy fuerte, que se va a ir radicalizando a medida que la patronal conteste. Porque cada acción de los trabajadores, la patronal la va a contestar con despidos, ataques, persecución. Entonces el proceso del clasismo va escalando y se va convirtiendo en un ejemplo de lucha para múltiples sectores. Por un lado porque cuestiona la burocracia en general. Al funcionar de manera democrática, el clasismo lo que muestra es un funcionamiento distinto de los sindicatos. Hay una anécdota contada en el libro, que dice que los clasista iban a los plenarios de la CGT y empezaban a cuestionar a los dirigentes que venían sin mandato.

Imaginate para la dirigencia sindical peronista, burocrática, que opina que está prohibido llamar a asambleas, que vengan obreros que tienen mandatos de asambleas y los cuestionen, era efectivamente un problema grande. Por un lado, cuestionan la burocracia. Y por el otros, empiezan a mostrar una contundencia muy grande en los métodos de lucha contra la patronal. Por ejemplo, tomar la fábrica con rehenes para disuadir la represión policial, rodear la planta con tanques de combustible y amenazar con hacerla volar. Eso era una forma que tenían los obreros de conquistar, cosas que uno diría que son mínimas. Pero sin embargo, efectivamente, tenían métodos de lucha duros. La primer toma de fábricas es para que reconozcan a la Comisión Provisoria que había sido elegida por los obreros, porque ni la Secretaría de Trabajo, ni la patronal los querían reconocer. La segunda toma es por despidos. La tercer toma también es por despidos y es masiva que logra la simpatía de toda la población de Córdoba y genera paros en otras automotrices y autopartistas.

Todos esos conflictos, esos momentos de lucha, triunfan. Y al triunfar, muestran al clasismo como un ejemplo para la clase trabajadora de Córdoba y de todo el país. Desde ese punto de vista, se convirtieron en un peligro para la clase capitalista en el terreno político. Ya no es un problema solamente corporativo-sindical, pasan a ser un peligro en el terreno político. Y al mismo tiempo, como producto de ese desarrollo, empieza a crecer una conciencia en el sector más combativo y dirigente del proceso, que va siendo progresivamente anticapitalista y socialista.

Esto es inseparable de la influencia que tuvieron corrientes de la izquierda. En ese momento, había tres corrientes que son las que más influencian. Una es Vanguardia Comunista, otra es el Partido Comunista Revolucionario, ambas son de origen maoísta. Vanguardia Comunista no existe más, el Partido Comunista Revolucionario sí. Y, el PRT-ERP que era la corriente que dirigió Roberto Mario Santucho y que fue la que creó el Ejército Revolucionario del Pueblo. Que también tiene una concepción marxista, confusa desde nuestra mirada, desde una mirada de trotskista, pero una concepción marxista al fin.

Esas tres corrientes fueron muy importantes para la politización de los obreros, para el avance de las ideas de izquierda. Tuvieron un papel incorrecto, a mi modo de ver, que es lo que está problematizando el libro, en cuanto a que sus concepciones fueron sectarias y ultraizquierdistas. Entonces, ese sectarismo se trasladó a la práctica política de clasismo, que tuvo una posición más bien sectaria hacia Tosco, hacia Atilio López. Pero no hacia los dirigentes esencialmente, sino hacia la base obrera que veía a esos dirigentes muy combativos.

Yo decía que la CGT de Córdoba tenía contradicciones. Tenía una conducción combativa de Tosco y Atilio López, pero en su práctica política estaba más bien moldeada por los sectores conservadores y burocráticos que existían, entonces no era tan combativa como su discurso lo planteaba. Obviamente, si lo comparabas con la CGT nacional, estaba a años luz de distancia, pero también tenía prácticas burocráticas.

Los clasistas más bien tuvieron un error, por influencia de las corrientes de izquierda, de ver todo como un solo bloque. Y no distinguir que había dirigentes que eran bien vistos por su práctica y su discurso combativo, y otros que eran efectivamente burócratas conservadores que no iban a mover un dedo por nadie. Había una diferencia, por ejemplo, en el problema democrático. Luz y Fuerza y Tosco, funcionaban con asambleas democráticas. Si bien, en general no mandataban a sus dirigentes, Luz y Fuerza funcionaba regularmente con una asamblea semanal que se llamaba a través del periódico con un temario establecido, donde ibas y podías debatir de igual a igual con Tosco si eras un delegado de base.

Entonces, los clasistas no supieron distinguir esos grises, y eso fue el resultado de la influencia política de las corrientes de izquierda. Ahora, volviendo y para cerrar un poco la idea, eran una amenaza para la burocracia, eran una amenaza para la patronal y empezaban a ser una amenaza para el Estado. Y al mismo tiempo, sus dirigentes comenzaron a hablar un discurso en términos de socialismo, de lucha de clases, denunciando a los partidos políticos patronales. Entonces, desde ese punto de vista, se convirtió en un factor que era muy peligroso. Por eso la represión fue tan brutal.

En octubre del ’71 lanzaron una represión muy violenta, directamente contra los sindicatos, con despidos, quitas de la personalidad jurídica del sindicato, un operativo brutal de la gendarmería que toma la fábrica para evitar que los trabajadores la tomen. Una persecución general. Esa persecución, esa ofensiva de la patronal y del Estado. Tuvo, en cierta medida, una colaboración de la burocracia sindical peronista, tanto a nivel nacional como la de Córdoba, que dejó aislado al clasismo. Dedico una parte del libro a explicar lo más precisamente que se pueda cuál fue el papel de las distintas alas de la dirigencia sindical, cuál fue el papel tuvo en ese momento la conducción de Luz y Fuerza.

Tosco en ese momento estaba preso, pero tenía una enorme influencia en Luz y Fuerza, más allá de estar detenido. Entonces, es una explicación muy compleja sobre cómo hubo una cierta pasividad, una cierta complicidad de un sector burocrático del movimiento obrero cordobés sindical burocrático, que en el momento en que el clasismo era atacado brutalmente, no luchó para que esa derrota no se produjera.

-Mendoza tuvo en esos años ciertos puntos en común con esta historia. Insurrecciones como el Mendozazo, procesos antiburocráticos, gobiernos de la izquierda peronista como el de Martínez Baca posteriormente intervenidos. Incluso se desata una represión que está definida como el inicio del terrorismo de Estado, propiamente dicho, con los mismos grupos de tareas que seguirían en la dictadura. ¿Cómo impactó en Córdoba la reacción de la derecha peronista y la represión contra todos estos dirigentes y los procesos de organización?

- Córdoba tiene de hecho de un golpe policial, el derrocamiento Atilio López y Obregón Cano, que es lo que se llamó Navarrazo. Córdoba tenía la particularidad de que al haber estado muy marcada por el Cordobazo, vive en un ascenso revolucionario muy importante desde el ’69 en adelante. En cierta medida, la lucha de clases de Córdoba es más avanzada que a nivel nacional globalmente. Por ejemplo, eso creó una situación que es distinta a lo que pasa en el resto del país. La fórmula del peronismo en Córdoba es una fórmula en los dos candidatos a Gobernador y Vice, son del ala izquierda del peronismo. Atilio López, que era dirigente de la UTA y había sido uno de los protagonistas del Cordobazo. Y Ricardo Obregón Cano que era un abogado peronista, vinculado a los sectores de izquierda. Eso lo que crea es un gobierno que está a la izquierda de lo que ocurre en muchas provincias.

De todos modos hubo como un sector como el de Martínez Baca, Ragone, en Buenos Aires Bidegain renuncia por la operación del peronismo. Y hay una ofensiva general sobre los gobernadores que no estaban completamente disciplinados por la derecha peronista. Pero volviendo a Córdoba, el gobierno de Obregón Cano y Atilio López genera una situación en la que la derecha peronista empieza a preparar muy rápidamente su derrocamiento. Y lo realiza en febrero del ’74 a través de un levantamiento policial que encabeza el Jefe de Policía que se llamó Antonio Domingo Navarro, por eso el golpe pasó a la historia como Navarrazo.

Es un golpe preparado con los sectores patronales de la provincia y con la Iglesia, y avalado por Perón a la distancia. De hecho, Perón en las semanas previas se encarga de ir generando el clima, se habla de que Córdoba es un foco de infección, de que si no se arregla sola nadie la va a arreglar. El golpe, según relatan en La Voluntad, era un plan que ya se le había presentado a Perón. Perón estaba tanto de la organización del golpe. Y lo va alentando políticamente. El golpe se produce el 27 de febrero del 74, son detenidos Obregón Cano y Atilio López, y se desata una represión bastante importante en la provincia. Hay cientos de detenidos que son dirigentes obreros, dirigentes estudiantiles, que van todos a parar a lo que era el momento de la central del policía, que estaba en el Cabildo histórico. Son detenidos ahí, en la madrugada de ese mismo día, con operativos policiales, razias y demás.

Para el libro entrevisté a un compañero que se salvó de ser detenido porque justo se había mudado y no había terminado de informar el domicilio a la empresa. Entonces, evidentemente, ahí te da la pauta de que fue la empresa la que armó el plan. Él trabajaba en Perkins, una autopartista que trabajaba para FIAT. El golpe estuvo organizado por la patronal, porque las listas de los detenidos son dirigentes, activistas, integrantes de comisiones internas que fueron a su domicilio. Las listas las alarmaron las propias empresas con la nómina del personal. Este compañero se salvó y me contaba directamente cómo había sido el hecho de haberse salvado.

Van a legalizar el golpe cinco o seis días después. El Poder Ejecutivo Nacional envía al Congreso un proyecto de Intervención Federal, que se sanciona esto con el apoyo de los radicales. Los radicales, lo único que piden, mostrando su carácter siempre republicano y democrático, es que no se intervenga el Poder Legislativo, porque ellos tenían peso en el Poder Legislativo. Entonces, es una negociación en donde reconocen un golpe contra el Poder Ejecutivo, un cambio de que les dejen seguir haciendo política en el Poder Legislativo.

Y a partir de eso, Córdoba queda intervenida hasta la dictadura, hasta el golpe del ’76. Lo que va a haber durante esos meses va a ser una represión bastante dura, que no va a impedir que se desarrolle la lucha de clases. Pero el objetivo general de la Intervención es terminar de derrotar a una vanguardia obrera muy combativa, que se había formado en el período previo.

En esos meses posteriores va a haber una represión que va a incluir la derrota del SMATA de Salamanca, que es un proceso que es complejo. En el libro lo abordo y recientemente escribimos una nota para Ideas de Izquierda porque se cumplieron 50 años del momento en el cual es derrotado. Este proceso tiene características similares al clasismo en cierta medida, y en otras tenían diferencias importantes. Y es derrotado también con represión, con un ataque conjunto entre patronal, Estado y burocracia sindical nacional, y también se derrota a Luz y Fuerza.

Tosco pasa a la clandestinidad el 9 de Octubre de 1974 y ahí va a estar durante un año y pico, hasta que muere por un padecimiento que era tratable en un Hospital Público, pero estando en la clandestinidad porque tenía orden de captura y amenaza de muerte de la Triple A. Pero ahora, la derrota de Luz y Fuerza se da en octubre del ’74 cuando al sindicato se lo toma militarmente en un operativo monstruoso de las fuerzas represivas, que incluso inventan la supuesta posesión de armas de guerra por parte de los militantes en el sindicato. Un invento total que después se demuestra que es falso. Contando con la colaboración del Poder Judicial y del Ministerio de Trabajo Nacional, del peronismo, que en ese momento estaba a cargo de Otero, Ministro de Trabajo. Así intervienen los Luz y Fuerza y se les quita la personalidad jurídica, derrotándolos. Después de eso, la represión va a seguir hasta el momento del golpe.

Lo que sigue es importante porque hace a cuán profundo era el aspecto revolucionario de la situación en Córdoba a pesar de estas derrotas. Esto no impide que la lucha de clases siga existiendo. De hecho, en junio y julio del ’75, cuando se dan los procesos de huelga general y movilización contra el plan Rodrigo, que es el plan del shock económico de Isabel-López Rega en el momento en que se agota lo que fue el modelo económico del tercer peronismo, cuando entra en crisis, contra ese golpe que era un shock hiperinflacionario, básicamente, el proceso de huelga general empieza en Córdoba. Con fábricas como la Renault, que es la primera fábrica que se paraliza y se va a extender un proceso de lucha que va a ser muy, muy masivo y que va a tener una característica de rebelión desde abajo, antiburocrática muy importante a lo largo de todo ese periodo, durante el mes que dura ese proceso de lucha. La represión del golpe policial no logró cerrar la lucha de clases. Recién con el golpe genocida de marzo del ’76 se termina de liquidar el ascenso revolucionario que se había abierto con el Cordobazo.

-¿Cómo pensás que estas lecturas y debate estratégicos se revalorizan hoy con lo que está pasando en la actualidad? ¿Por qué para la clase trabajadora y la juventud en el presente es importante recuperar estos debates?

- Yo creo que hay dos razones generales. Una es que, en cierta medida, asistimos a un intento político y social de la clase dominante, que tiene puntos en común con el intento de Onganía. Que es un intento de redimensionar o reestructurar el país en función de los intereses de la extracción más concentrada del capital, tanto financiero internacional como del gran poder capitalista argentino. No es por nada Paolo Rocca tiene la dirección del Ministerio de Trabajo en la Argentina.

Lo que hay es una ofensiva general que ataca todos los sectores sociales, sin ir más lejos, próximamente van a haber movilizaciones conjuntas de gremios aeronáuticos contra el intento de privatización de Aerolíneas, estudiantes contra el intento del gobierno de vetar un aumento del presupuesto educativo, y al mismo tiempo ofrecer un presupuesto miserable desde el punto de vista económico. Siguen habiendo protestas de distintos sectores de trabajadores, hay reclamos del movimiento de jubilados contra el ataque a las jubilaciones.

Entonces, si uno ve el panorama ve un gobierno que, intentando reordenar el país, atacara a todos los sectores por igual. Eso plantea la necesidad de discutir cómo se da una lucha contra esa ofensiva general, y al mismo tiempo plantea un problema de estrategias políticas, de cómo configurar o cómo aportar a la construcción de un polo de lo que podríamos llamar: el campo de la clase trabajadora y el pueblo pobre, que pueda estar en las mejores condiciones posibles para llevar adelante una política de resistencia y que pueda, en algún momento, convertirse en una contraofensiva y derrotar efectivamente el ajuste.

Entonces, el problema de pensar en los ’70 hoy es pensar, entre otras cosas, en las estrategias de lucha, de cómo se lucha, bajo qué banderas y con qué perspectivas. El libro es un intento de pensar cuál debería haber sido la dinámica que permitiera que la clase trabajadora pudiera pensar en la construcción de un partido político independiente, de una herramienta de independencia de clase que pudiera permitirles desarrollar toda su potencialidad.

Porque si uno mira los ’70, va a haber clasismo, rebeliones populares, toma de fábricas con rehenes, es decir, un enorme proceso de la lucha de clases que no logra políticamente constituir un sujeto político capaz de una transformación revolucionaria, capaz de la pelea por la conquista del poder político. Entre otras cosas, porque no logra superar el estadío de la conciencia política que impone el peronismo. Que en ese momento, en particular, mostraba una enorme combatividad en la calle, por lo menos los sectores más combativos, pero al mismo tiempo confiaba en que la solución la daba el Estado capitalista desde arriba, a través de una figura emblemática como Perón. Esa conciencia no logró ser superada.

El libro intenta pensar eso, aplicado en particular al proceso cordobés. Si bien abarca los ’70 en general, está concentrado en las corrientes que tuvieron más peso en el periodo posterior al Cordobazo, que son Tosco, el clasismo y el neoclasismo de Salamanca.

Hay un aspecto que tiene que ver con la estrategia. Hay qué pensar la estrategia para la práctica política que desarrollemos hoy. En el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil, en las barriadas populares, en los movimientos de desocupados. Hay un debate de estrategias.

Y creo que hay otro aspecto muy importante, que si se quiere es personal. Conocer las tradiciones de lucha de quienes nos han precedido, que son enormes, es una contra tendencia al escepticismo que, en general, se crea sobre la idea de lucha de clases. Los últimos años en la Argentina, el peronismo ha colaborado muchísimo en la idea del mal menor. Y la idea del mal menor es una idea de que no se puede luchar. Y la realidad es que los ’70 muestran que la clase obrera dio enormes combates, que el movimiento estudiantil dio enormes combates, que había métodos profundamente revolucionarios desde el punto de vista de la lucha de clases.

Esas enormes tradiciones son también una respuesta a los intentos de crear escepticismo, de que lo único que queda es amoldarse a la realidad tal cual es y que la realidad no puede ser transformada. Te decía que tiene un aspecto personal, porque para mí en los ’90 fue un aliciente, un incentivo para la militancia política revolucionaria. Creo que el libro puede colaborar en eso, aportar a fortalecer, empujar, alentar tendencias de la militancia de compañeros y compañeras que vean que efectivamente, cuando los marxistas decimos que el cielo se puede tomar por asalto no estamos diciendo una frase hecha, sino que efectivamente se puede tomar el cielo por la salto.

-Muchísimas gracias Eduardo. Queremos recomendarles especialmente el libro Eduardo Castilla: “La Córdoba Revolucionaria”, que está disponible a través de la página del Instituto del Pensamiento Socialista de Argentina y vamos a hacerte entrega a vos de un libro de la misma editorial, que creemos puede complementar la lectura de tu libro, que es “El programa de transición y otros escritos sobre la Fundación de la Cuarta Internacional” de León Trotsky, en agradecimiento por haberte hecho presente.

- Muchísimas gracias a ustedes por la invitación.

-Nos vemos en un próximo capítulo del Talón del Hierro

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