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Red Internacional
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A 45 AÑOS DEL GOLPE MILITAR. El Estadio Nacional, la dictadura y el fútbol

El Estadio Nacional es uno de los símbolos de lo que fue la dictadura cívico-militar encabezada por Pinochet y que sirvió como centro de detención durante los primeros meses después del Golpe.

Ana Lopez

Ana Lopez @analopezd Historiadora

Jueves 6 de septiembre de 2018

El Estadio nacional se habilitó como centro de detención y tortura apenas producido el golpe de Estado, llegando a albergar a unas 7 mil personas durante esos primeros días de septiembre, incluyendo a varones y mujeres, chilenos y extranjeros.

Los detenidos eran trasladados directamente o pasando antes por otros centros de detención, como el Estadio Chile –en el que fue asesinado Víctor Jara-. Cuando llegaban el estadio nacional, los detenidos eran trasladados a las escotillas, pasillos oscuros que daban al estadio, donde se apretujaban 200 a 300 personas que buscaban pasar el hambre y guarecerse del frío, también los camarines, espacios externos y duchas fueron utilizados como espacios de detención.

Con el transcurso de los días, comenzaron a llegar los familiares de los detenidos y también la Cruz Roja Internacional. En el caso de los familiares, principalmente mujeres, buscaban algún dato o información de sus parejas, padres o hermanos, también trataban de hacer llegada alimentos o ropa a quiénes estaban en el interior.
Durante el día los detenidos eran trasladados a las graderías, donde se tomaron las fotos que se han hecho conocidas. Entre ellas hay varias de una persona encapuchada, que recorría los pasillos del estadio con su cara tapada con una frazada, entregando a militantes que eran posteriormente torturados. Ese fue el caso de Marco Viaux, a quien entrevistamos para un trabajo sobre los Cordones Industriales (organismos de autoorganización que se levantaron en Chile durante los meses de octubre de 1972 hasta el Golpe de Estado, en los que se implementaron formas de control obrero, gestión de la producción, coordinación con otros sectores sociales, trueque con otros sindicatos, etc). Marco recuerda su paso por el Estadio: “Y en las graderías entonces pasaron unos tipos encapuchados, ahí sí. ‘Marco ven para acá’”. Posteriormente, fue trasladado a la zona de camarines, donde llevaban a los detenidos para ser torturados “Uno escuchaba gritos, golpes, salir pericos arrastrando, qué se yo, una cosa horrorosa; por lo tanto el miedo que yo tenía era espantoso”.

Las torturas y malos tratos eran cotidianos. Generalmente se llamaba por altoparlantes a distintas personas, las que muchas veces no volvían. Hubo golpes, simulacros de fusilamientos, tortura psicológica, violación y ejecuciones las que incluso fueron denunciadas durante esos días por los integrantes de la Cruz Roja Internacional que tenían acceso en algunas horas al estadio. Otro de los camarines fue conocido como “el callejón de la muerte” por las brutales torturas que ahí se llevaron a cabo.

Las mujeres eran trasladadas a otro sector del estadio, en una zona externa a la cancha, donde también muchas fueron torturadas.

Una de las graderías fue utilizada para los detenidos de otra nacionalidad, entre ellos cubanos, uruguayos, argentinos y de muchos otros países. Ahí fue asesinado Charles Edmund Horman Lazar, cuya historia fue contada por Costa-Gavras en la película “Missing”. Adam Schesch, un médico norteamericano que estuvo detenido en el estadio en aquellos días de septiembre, recuerda que había detenidos que “representaban prácticamente a toda América Latina”, como también de Europa e incluso Asia. Algunas cifras hablan de cerca de 300 extranjeros, otros de más de 500.

El sitio de memoria “Archivos Audiovisuales de la Investigación” señala un informe de la CIA de diciembre de 1973, en el que se indicaba que había detenidos en ese momento “124 bolivianos, 75 uruguayos, 72 brasileños, 50 argentinos, 31 colombianos, 25 mexicanos, 25 peruanos, 24 venezolanos, 13 ecuatorianos, 11 estadounidenses, 10 franceses, 10 españoles, y 10 dominicanos y 72 personas de otros 25 países”.

Otros testimonios

Guillermo Orrego tenía 24 años y trabajaba en Standar Eléctric, fábrica que era filial de la ITT norteamericana y pertenecía al Cordón Industrial Vicuña Mackenna. El 11 de septiembre de 1973 estuvo en su fábrica, junto a decenas de trabajadores, para cumplir el llamado de los Cordones y la CUT de cuidar las fábricas y empresas. Al día siguiente, fue detenido en otra fábrica del sector, Textil Progreso, donde se dirigió para tratar de coordinar la resistencia. Guillermo fue trasladado al Estadio Chile, en el centro de Santiago, donde vio a Víctor Jara antes de ser asesinado, aproximadamente el 16 de septiembre fue transferido al estadio nacional, en la escotilla 7. Algo similar vivió Ismael Ulloa, que era dirigente sindical de Cristalerías Chile, también perteneciente al Cordón Vicuña Mackenna. Luego de ser detenido, Ismael estuvo en el estadio nacional, desde el 27 de septiembre hasta el 8 de noviembre, casi 50 días.

Muchos de los detenidos recuerdan las torturas que sufrieron, como Germán, quién era interventor –es decir estaba el frente del proceso de paso al área de propiedad social del Estado– de la fábrica Sumar Sedas, “me interrogaron como decían ellos… en el velódromo…me pegaban por todos lados”. Germán recuerda que estuvo días sin poder moverse debido a las lesiones provocadas por los golpes.
Muchos detenidos eran trabajadores de los Cordones Industriales y de fábricas como Luchetti, Textil Progreso, Cristalerías Chile, Indumet, Sumar, Elecmetal y otras. Los relatos en general coinciden en ciertas imágenes: el frío en las noches, que combatían abrazándose entre ellos o compartiendo las pocas frazadas que lograban conseguir, el hambre y el miedo, la brutalidad de los militares, la solidaridad entre los detenidos y la angustia de no saber qué pasaría.

El partido que nunca fue

El 21 de noviembre de 1973 se jugaba el partido entre Chile y la Unión Soviética, para clasificar al mundial de fútbol de Alemania 78. Pocos días antes, la dictadura terminó de desalojar a los prisioneros políticos, dejando a algunos en libertad y enviando a otros tantos a otros centros de detención, como fue el caso de muchos trabajadores de los Cordones Industriales, que terminaron en el campo de prisioneros de Chacabuco, en el norte del país. El partido fue autorizado por la FIFA, señalando que estaba “todo en orden”. Algunos prisioneros recuerdan esa visita.

Finalmente, la URSS no se presentó, denunciando que el estadio nacional había sido utilizado como centro de detención y muerte, por lo que la Fifa declaró meses después que Chile ganó el partido.

Sitio de Memoria

Tras una larga lucha, encabezada por distintas organizaciones de derechos humanos, especialmente por el Regional Metropolitano de ex Prisioneras y Prisioneros Políticos, el estadio nacional fue declarado Monumento Histórico 20 de octubre del 2003, incluyendo siete sitios de protección especial para recordar lo sucedido. En el año 2010 se readecuó el recinto, quedando un pequeño sector con graderías antiguas, el memorial “Escotilla 8”, que está cercado y demarcado y que es visible para quiénes están cerca del sector, pues en ese lugar nadie puede sentarse.

Existen además otros seis espacios de memoria al interior del Estadio: el memorial acceso Grecia, Camarín norte piscina, Camarín Nº 3, Memorial puerta oriente, Camino de la memoria, Caracolas y Túnel (ver en el sitio de memoria del estadio http://www.estadionacionalmemorianacional.cl/).

El fútbol es fuente de pasiones, alegrías y fervor. También, lamentablemente, de nacionalismo y xenofobia. En 1973 fue usado como centro de detención para miles de personas. Es necesario recordar pero no como hechos del pasado, sino también como parte de la lucha por terminar con las políticas de impunidad y olvido que se impusieron en Chile desde la transición pactada a la democracia, impulsada por los partidos de la Concertación, la derecha y los propios militares, para dejar en pie las herencias de la dictadura y que hoy están en cuestionamiento por las luchas de los estudiantes, profesores y trabajadores.