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Red Internacional
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Polémica. El Frente Obrero a favor del cierre de fronteras y los controles migratorios

Hace unos días Roberto Vaquero, dirigente de la secta estalinista Frente Obrero, publicaba un nuevo vídeo en el que, tratando de analizar el ajustado resultado entre Le Pen y Macron en las presidenciales francesas, hacía gala de sus ideas más reaccionarias en torno al racismo y la inmigración. Desmontamos el falso comunismo de Vaquero opuesto a las ideas de Marx y Lenin.

Viernes 22 de abril de 2022

Hace unos días Roberto Vaquero, dirigente de la secta estalinista Frente Obrero, publicaba un nuevo vídeo en el que, tratando de analizar el ajustado resultado entre Le Pen y Macron en las presidenciales francesas, hacía gala de sus ideas más reaccionarias en torno al racismo y la inmigración.

En esta y anteriores oportunidades Vaquero se ha mostrado a favor del reforzamiento de las fronteras y los controles migratorios. “Habría que hacer como los países nórdicos, poner medidas antes para que gente como Le Pen no pueda subir al poder” plantea en un momento del vídeo.

Efectivamente Dinamarca o Suecia han sido pioneros en Europa en implementar medidas racistas y contra migrantes y refugiados. La extrema derecha no gobierna, pero es categórico que marca e impone su agenda. Tomar el discurso y el programa de la derecha para vencerla es la definición más pura del rojipardismo que Vaquero y el Frente Obrero predican, pero cuya existencia niegan.

Respecto a la inmigración y el racismo, al igual que en otras tantas cuestiones, las ideas del dirigente del FO son apenas distinguibles de las de otros tantos derechistas. Discutir concretamente con él no tendría mayor interés si no fuera porque Vaquero se considera comunista y pretende que su pensamiento reaccionario se relacione con la teoría y práctica política de Marx y Lenin.

La mejor forma de desmentir esto es regresar de nuevo a las ideas originales de estos grandes líderes revolucionarios que no tienen nada que ver con la xenofobia y el nacionalismo estrecho rojipardos, sino con la unidad de todos los explotados y oprimidos contra el capitalismo.

Ya desde el manifiesto comunista Marx y Engels plantean que “los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad”, y agregan, “cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”.

Desde este punto de vista, analizando la situación de la clase obrera en Inglaterra, Marx destaca como fuente de dominación de la burguesía inglesa los prejuicios raciales contra los obreros irlandeses:

“La burguesía inglesa, además de explotar la miseria irlandesa para empeorar la situación de la clase obrera de Inglaterra mediante la inmigración forzosa de irlandeses pobres, dividió al proletariado en dos campos enemigos. […] El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera como un rival que hace que bajen los salarios y el standard of life. Siente una antipatía nacional y religiosa hacia él. Lo mira casi como los poor whites de los Estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de Inglaterra misma. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío”.

Con un planteamiento similar, en su artículo “El Capitalismo y la inmigración de los obreros”, Lenin señala como “la burguesía incita a los obreros de una nación contra los de otra en el esfuerzo por mantenerlos desunidos”, y sigue, “no cabe duda de que la pobreza extrema obliga a las personas a abandonar su tierra natal y que los capitalistas explotan a los trabajadores inmigrantes de la manera más descarada”.

Efectivamente Lenin y Marx no albergan dudas en que el fenómeno de la inmigración y los prejuicios racistas tratan de ser utilizados por los capitalistas con el objetivo de reforzar su dominio y explotación sobre la clase trabajadora. Pero tras esa afirmación, Lenin inmediatamente añade:

“Pero sólo los reaccionarios pueden cerrar los ojos ante la significación progresista de esta migración moderna de naciones. La emancipación del yugo del capital es imposible sin un mayor desarrollo del capitalismo y sin la lucha de clases que desencadena. Y es en esta lucha que el capitalismo atrae a las masas proletarias de todo el mundo, derribando la apestosa y mohosa rutina de la vida local, derribando las barreras y prejuicios nacionales, uniendo a los trabajadores de todos los países en grandes fábricas y minas en América, Alemania, y así sucesivamente”.

“Reaccionarios”, esa es la palabra que Lenin tiene para dedicarles a quienes, como Roberto Vaquero y el Frente Obrero, se muestran contrarios a la migración de los pueblos, a las fronteras abiertas y quieren imponer controles migratorios.

Queda claro que lejos de una perspectiva nacionalista estrecha, el marxismo lucha por la unidad internacional de la clase trabajadora y la defensa de sus intereses independientemente de su lugar de procedencia. Unidad que, en palabras del filósofo marxista francés Etienne Balibar “no se adquiere espontáneamente, debe ser conquistada contra las relaciones de explotación desarrolladas por el imperialismo, al precio de una lucha política e ideológica difícil”.

Lucha contra la explotación que implica combatir las depauperadas condiciones de vida de la población migrante, la muerte de miles en las aguas del Mediterráneo, el reforzamiento de las fronteras y la represión policial a los que tratan de cruzarlas, las cárceles para extranjeros llamadas CIES, supone combatir también los prejuicios racistas y xenófobos dentro de las propias filas de la clase trabajadora.

Como planteara Josefina Martínez en su muy recomendable serie de artículos “Ni posmos ni rojipardos. Marxismo, feminismo y diversidad” publicados en CTXT: “aquí no se trata de un ejercicio individual de deconstrucción de privilegios, ni tan solo un reconocimiento identitario, sino de enfrentar el racismo institucional de los Estados imperialistas más poderosos, con sus policías, sus cárceles para extranjeros y sus políticas migratorias”.

Es decir, elementos de opresión imperialista que comparten y aplican desde la extrema derecha a gobiernos “progresistas” como el de PSOE-UP, y que el Frente Obrero jamás ha dedicado un minuto en denunciar.

Frente a esa “izquierda” rojiparda que pretende robarle el discurso a la extrema derecha planteamos otra imagen, la de los estudiantes franceses que luchan por la matriculación en la universidad de todos los estudiantes refugiados en el marco de las movilizaciones contra Macron y Le Pen. Una iniciativa impulsada por la organización Revolution Permanente -parte integrante de la Red de Diarios Internacional La Izquierda Diario- entre cuyas filas se encuentra Anasse Kazib; obrero hijo de inmigrantes, uno de los principales dirigentes de la huelga de ferroviarios franceses de 2019 y gran figura del antirracismo en Francia, amenazado por ello por la extrema derecha.

Ejemplos como estos son una muestra de la tradición del marxismo revolucionario y su lucha por la unidad de toda la clase trabajadora y los oprimidos independientemente de su lugar de origen. Queda claro que nada tienen que ver con la misma Roberto Vaquero y sus acólitos del Frente Obrero. Ellos forman parte de la tradición estalinista que hizo del nacionalismo y chovinismo gran rusos su señal de identidad, que ahora repiten sus seguidores. Es hora de mandar a estos reaccionarios al basurero de la historia.