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Red Internacional
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Egipto. El Gobierno de Al Sisi militariza El Cairo ante un nuevo viernes de protestas

La mítica plaza Tahrir de la capital egipcia se encuentra militarizada ante el llamado a una nueva jornada de protestas por la caída del Gobierno de Al-Sisi.

Viernes 27 de septiembre de 2019 16:11

La plaza Tahrir militarizada y vallada para evitar las movilizaciones antigubernamentales

El Gobierno egipcio desplegó este viernes un fuerte operativo represivo en el centro de El Cairo ante la convocatoria de protestas contra el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, que regresó al país tras haber participado de la reunión de la ONU en Nueva York.

La mítica plaza Tahrir, escenario de las masivas movilizaciones de 2011 que acabaron con la dictadura de Mubarak, se encontraba este viernes totalmente militarizada ante el temor de al Sisi a que se repitan las marchas que la semana pasada lo tomaron por sorpresa.

En una postal que no se veía hace tiempo, la plaza estaba vallada y llena de decenas de vehículos blindados, tropas antidisturbios y personal policial de diferentes cuerpos. El Gobierno prohibió cualquier manifestación opositora al mismo tiempo que dio vía libre para marchas en su apoyo que tuvieron lugar en barrios de clase media de El Cairo y en la ciudad de Alejandría.

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El despliegue se produce tras una semana de persecución y detención masiva de unos 2.000 manifestantes, de los cuales unos 1.000 fueron acusados y se encuentran en prisión preventiva por participar en las marchas.

El Gobierno de al Sisi busca de esta manera amedrentar a los manifestantes y realizar una acción ejemplificadora, al mismo tiempo que ha restringido el acceso a internet, para evitar que se viralicen los llamados a protestar en su contra.

Las protestas comenzaron el viernes pasado tras la difusión de videos del joven empresario Mohamed Ali, llamando desde Barcelona a movilizarse contra el Gobierno de al Sisi, luego de acusarlo por casos de corrupción en la licitación de obras públicas, incluyendo la construcción de palacios para miembros de las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, el llamado de Ali solo encendió la mecha de la insatisfacción por las calamitosas condiciones de vida de millones de personas bajo el autoritario y neoliberal Gobierno de al Sisi. En Egipto la pobreza supera el 55%, existe una desocupación rampante entre la juventud y la vida cotidiana está cruzada por los brutales ajustes producto de los compromisos con el FMI. Este cóctel explosivo se suman a la irrespirable atmósfera represiva de un Gobierno que llegó al poder tras el golpe cívico militar contra Morsi en 2013 y que se afianzó tras unas elecciones fraudulentas a base de persecuciones, ejecuciones, proscripción política y encarcelamiento masivo de opositores.

No es de extrañar entonces que la mayoría de los 2.000 manifestantes detenidos sean jóvenes, incluso muchos de ellos menores de 18 años, que ni siquiera eran adolescentes cuando cayó la dictadura de Mubarak, y que solo conocieron el Estado represivo y la miseria económica y social a los que los somete el Gobierno de al Sisi.

El inicio de las manifestaciones encendió todas las alarmas del Gobierno ante el temor que se expanda por Egipto la nueva ola de protestas que hace meses recorre a sus vecinos de Sudan y Argelia, y que en ambos casos lograron la caída de sus gobiernos.

En esos dos países las respuestas represivas del Ejercito y los policías no solo no calmaron los ánimos sino que terminaron echando más combustible al fuego de las manifestaciones antigubernamentales. Sin embargo, al Sisi se arriesga al continuar por esa vía y redoblar la represión, buscando un castigo ejemplar para los manifestantes con cargos que van desde "difundir noticias e informaciones falsas" hasta "participar en un grupo terrorista para lograr sus propósitos".

Las próximas jornadas dirán si el cálculo de al Sisi le da el resultado esperado o si el eco del escenario argelino y sudanes se hace realidad también en las calles de Egipto.