Mientras negocia miles de millones con las empresas, el gobierno de Temer ataca a los trabajadores y a la población con reformas y quita de derechos.
Sábado 3 de junio de 2017
Uno de los principales argumentos utilizados por los defensores de las reformas antiobreras que busca implementar el gobierno de Temer es la crisis económica que atraviesa el país. Con ese mismo argumento, decidieron congelar los gastos públicos por 20 años y pretenden robarle a los trabajadores la jubilación y aniquilar sus derechos laborales.
Sin embargo, el gobierno, los parlamentarios y los ministros no hablan de su generosidad hacia las grandes empresas, perdonando multas y ofreciendo cuotas para el pago de deudas, para preservar las ganancias de los capitalistas.
La lista de la deuda de los congresistas y de sus empresas fue divulgada por la Procuraduría General de la Hacienda Nacional. Sin embargo, después fue sacada de la página web del organismo. La expectativa es que 200.000 millones de reales en deudas de empresas y personas físicas sean renegociadas y en cuotas.
En defensa de esas empresas, los parlamentarios lograron negociar condiciones mucho más favorables para pagar en hasta 180 meses débitos tributarios en un nuevo programa fiscal (Refis). El mayor descuento previsto en la propuesta prevé una quita del 90% en los intereses y 50% en las multas.
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La propaganda del gobierno de que hay que “ajustarse los cinturones” por la crisis económica muestra una vez más su verdadera cara. En realidad, quieren descargar la crisis en las espaldas de los trabajadores. Mientras perdonan deudas multimillonarias de los capitalistas, los trabajadores tendrán que trabajar hasta la muerte, en condiciones de trabajo cada vez peores.
Los trabajadores y la juventud de Brasil ya mostraron que no están dispuestos a pagar por esta crisis, que según el gobierno justifica la quita de nuestros derechos, pero que no existe cuando se trata de perdonar deudas multimillonarias de las empresas. La disposición de lucha se hizo patente en la huelga general del 28 de abril y en las decenas de miles de manifestantes en Brasilia el 24 de mayo.
Necesitamos preparar una huelga general política que se mantenga con comités de autodefensa hasta que caiga Temer o el gobierno golpista que lo reemplace y sean anuladas definitivamente todas las reformas. Más que eso, para que realmente cambie la situación, es urgente que esa lucha imponga una nueva Constituyente, que pueda anular todas las reformas ya aprobadas y los ataques en curso. En vez de perdonar deudas de empresas privadas –que además están involucradas en entramados de corrupción- una Constituyente que ataque de raíz la corrupción, partiendo de expropiar y estatizar estas empresas y poner en el centro de la discusión política todas las reivindicaciones obreras y populares con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.