El 19 de enero se estreno la cuarta temporada de la serie argentina en la plataforma Netflix.
Miércoles 2 de febrero de 2022 11:03
Y se fue la cuarta nomás. Se trata del serial argentino, sobre una idea original de Israel Adrián Caetano y producción de Sebastián Ortega y Pablo Cullel para Netflix, El marginal, que llegó, a los tumbos, al cierre de una nueva temporada, que amenaza con no ser la última. Encima. Negocios son negocios, pero no son goles ni amores.
Todo lo que pudo sorprender en su primera entrega, fue repetido, aumentado y hasta se lo intentó corregir y mejorar desde el lugar de ofrecer algún sentido al mundo previo o posterior de los personajes más importantes; claro que no siempre llevó a buen puerto esta estrategia.
El San Onofre adonde los Borges hicieron escuela, tuvo y tendría algunos exponentes en clave de "popes que treparon y cayeron antes y después del ascenso y caída de los originales". El Sapo Quiroga (un gran rol del Roly Serrano), Bruni, El Pantera, personajes de algún interés en su complejidad psicológica, y secundarios muy bien logrados para sostén de las historias centrales, César, Pedrito, James, Barny, El Morcilla, Moco, Oaky, Patricio Salgado, Fiorella, Arnold, Capece, El Niño, El Cuis, Tubito, Rita, entre otros. Pero siempre girando en torno de esos omnipresentes: los Borges; Mario (un excelente Claudio Rissi) y Diosito (una revelación a cargo de Nicolás Furtado). Después, Juan Minujín como el ex policía Miguel Palacios (que podría decirse que tuvo escenas bastante jugadas recién en esta última temporada), Martina Gusmán como la asistente social Ema Molinari (muy correcta en su rol), y Gerardo Romano (uno de los mejores puteadores de la pantalla) como el inefable Sergio Antín, director de San Onofre (donde tuvo como precedente al personaje de Daniel Fanego y tuvo que soportar el acoso del personaje de Ana María Picchio, y en esta temporada enfrenta a Rodolfo Ranni en su vuelta a la ficción televisiva con un personaje a su altura) promovido a Secretario de Seguridad, por las maromas de la política. Estos han sido, y son, los cinco pilares de esta tira.
En esta temporada, la oposición que deben superar los Borges se centra en Coco, el líder de una banda que asaltaba blindados, algo místico, jugado por Luis Luque, a mi entender sobreactuado y sin el atractivo de otros principales. La historia busca algún giro interesante en la trama que le dé algo de aire y tela por cortar, y lo logra parcialmente. Después es mucho ruido y pocas nueces. Una trama algo flojita, inverosímil por momentos, de resolución previsible y ya ensayada antes con éxito, ahora sombra de lo que fuera, que muestra el desgaste de la serie. Hay algunas incógnitas para lo que pudieran intentar en una continuación y poco más. No es La casa de papel, no le pidan peras al olmo, por momentos hasta deja de ser entretenida, no esperen el Grand Finale. Harán sus gracias y esperemos que les quede algo decente por dar todavía. Hoy no alcanza.
No voy a caer en el juicio de compararla con la realidad carcelaria que va quedando un poco lejos de tanta mugre y maldad acumulada (cuando queda aún mucho por hacer en materia de derechos humanos), es una ficción y en eso sí goles son amores, y los negocios nos llevan hábilmente a estas redes.
En fin, El Marginal fue una interesante propuesta (no la pongo en pasado desvalorizando la ficción nacional, The Walking Dead también lo fue, en su momento) que hoy se repite para mantenerse en pantalla con algún hábil manotazo de ahogado para seguir a flote.