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Red Internacional
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DECLARACIÓN POLÍTICA DEL MRT DE BRASIL. El PT quiere transformar nuestro odio a Bolsonaro en pacto con la derecha golpista

Reproducimos la declaración política del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, grupo de la Fracción Trotskista en Brasil, que impulsa Esquerda Diário.

Martes 25 de septiembre de 2018

Aunque no votemos a ningún candidato del PT ni tampoco a Lula cuando aun participaba de la contienda electoral, el Movimiento Revolucionario de Trabajadores denuncia vehementemente el avance reaccionario de la operación Lava Jato y el poder judicial, apoyado en las declaraciones golpistas de la cúpula del Ejército, para eliminar cualquier vestígio de soberanía popular en la degradada democracia de los capitalistas. Ahora, denunciamos el intento de pacto de unificación con la derecha, ofrecida por Haddad apoyado por Lula, para reconstruir el régimen golpista aun más a la derecha en un eventual gobierno del PT.

Estas elecciones han sido manipuladas por el autoritarismo judicial y la creciente tutela de las Fuerzas Armadas, en función de la continuidad del golpe institucional, del que uno de los principales efectos fue el impedimento de la población de votar a quien quiera, con el veto arbitrario de la candidatura de Lula.

La extrema derecha destila su odio contra los trabajadores, las mujeres, los negros y la diversidad sexual. A través de Jair Bolsonaro y su vice, Hamilton Mourão, defienden un programa de esclavización de los trabajadores al capital extranjero, e incluso una nueva Constituyente escrita por “notables”, sin la participación de los “elegidos por el pueblo”.

Ante este escenario, la candidatura del PT, con Fernando Haddad apoyado por Lula, está ofreciendo abiertamente un pacto de unificación con los golpistas que ya fueron impulsores del impeachment, como el PSDB (“estamos en diálogo permanente con quienes hacen autocrítica” dijo Haddad sobre el PSDB, después de declaraciones de Tasso Jereissati, presidente de ese partido), el MDB y sectores del “Centrão” (gran centro), o sea, las cloacas donde desaguan toda inmundicia derechista del régimen instaurado tras la dictadura, con la Constitución de 1988. De hecho, el PT se propone reescribir a derecha este régimen carcomido, junto a los que fueron la base del gobierno de Temer.

Este intento de pacto es necesariamente precario e inestable, ya que la extrema derecha mantendrá su fuerza más allá del resultado de la elección, y la presión por ajustes duros ejercida por el poder judicial golpista y las Fuerzas Armadas darán lugar a un choque rápido de un eventual gobierno del PT con su base electoral. En el horizonte se encuentran escenarios convulsivos de la lucha de clases.

Haddad no ahorró esfuerzos para decir en la última semana que estaba comprometido con los ajustes y con la reforma previsional, llegando a ganarse los guiños de las biblias del mercado financiero internacional, como The Economist o Financial Times.

Denunciamos este intento de pacto nacional que ofrece el PT en busca de reconciliación con los esclavistas que dieron el golpe, legitimando un sistema político tutelado por el poder judicial y por los militares, y adaptándose a los intereses del mercado financiero internacional y de los capitalistas nacionales de descargar la crisis económica en las espaldas de los trabajadores y el pueblo.

El PT quiere transformar nuestro odio contra Bolsonaro, el autoritarismo judicial y la politización de las Fuerzas Armadas en un pacto de unificación con los golpistas. No podemos permitirlo.

Esto significa que, al contrario de lo que los petistas intentan hacernos creer, un eventual triunfo de Haddad no será ninguna derrota del golpe institucional. Los jueces y los militares están ahí para seguirlo, apoyados por alrededor de un tercio de los electores (por ahora, como mínimo), por los “golpes de mercado” y por la red Globo.

En primer lugar, militares y jueces ya mostraron que están dispuestos a rajar la Constitución para imponer esa salida de cualquier forma. O sea, en esta supuesta “democracia” ni siquiera el poder máximo de decisión que es constitucionalmente delegado al pueblo, que es el de ir a votar a sus gobernantes a cada dos o cuatro años, ya no vale nada en la práctica. No aceptarán un gobierno que no sea un títere en sus manos.

En segundo lugar, aun que Bolsonaro pierda las elecciones, 28% de la población (su base electoral) seguirá presionando por el programa de ataques por el que aboga Bolsonaro. Será una base de derecha que condicionaría un eventual gobierno del PT.

En tercer lugar, más allá de esta nueva extrema derecha, la vieja derecha o centroderecha tradicional (Alckmin-PSDB-DEM y los partidos del llamado “Centrão”, Meirelles y el MDB de Temer), que perdió sus electores para Bolsonaro, no es menos golpista y esclavista que Bolsonaro. Si hoy parte de esos sectores derrotados, al ver la posibilidades de triunfo de Haddad en segundo turno, se ofrecen para la construcción de un pacto de reconciliación para vencer a Bolsonaro y constituir alguna gobernabilidad en un eventual nuevo gobierno del PT, se trata de un apoyo opuesto en 180 grados a las esperanzas de los electores que votando al PT pretenden derrotar al golpe institucional y recuperar sus condiciones de vida perdidas en los últimos años.

El PT lleva adelante la máxima de Max Weber de que “lidiar con demonios es parte de las obligaciones de quienes tienen la política como vocación”. La indecencia de la máxima traducida al escenario brasileño es que, irónicamente, en nombre de “defender la democracia”, el PT quiere un pacto con los golpistas no bolsonaristas y las finanzas –necesariamente precario y lleno de inestabilidad política- por los motivos expuestos más arriba.

El diario golpista O Globo llega a decir en un editorial que sería un “fraude electoral” que Haddad no aplique los ajustes que ahora promete en campaña. Dilma Rousseff prometió en la campaña de 2014 no atacar a los trabajadores “ni que tosa la vaca”. La vaca tosió rápido. Haddad, apoyado por Lula, ya se entrega a los brazos de los mercados que exigen ajustes duros.

Ya vivimos la experiencia de lo que fue el segundo mandato de Dilma, que en el día siguiente de las elecciones tiró a la basura todo el discurso “de izquierda” que había hecho en la campaña electoral, puso un banquero ultraneoliberal en el Ministerio de Hacienda (Joaquim Levy) y atacó el derecho al seguro desempleo en un momento de enorme recesión y desempleo masivo, recortó 6 mil millones de reales (1,46 mil millones de dólares) de los presupuestos de salud y educación y avanzó en la privatización de Petrobras para seguir pagando fielmente la deuda pública a los banqueros millonarios y para ganarse el apoyo de sectores del capital financiero internacional.

Esa política desmoralizó a los trabajadores y le abrió espacio a los golpistas, y repetirla llevará al mismo camino.

La fuerza que la nueva extrema derecha va a mantener después de las elecciones, sea cual fuere el resultado, y los pactos que los petistas ya están comenzando a construir para ganar y después constituir un mínimo de gobernabilidad, son una prueba evidente de que el golpe institucional no va a ser derrotado con votos, como el PT pretende hacer creer.

Esa realidad ya anuncia claramente que un eventual nuevo gobierno del PT se encontrará desde sus primeros días en una encrucijada de la cual no podrá salir: o acepta ser un títere del golpe institucional para seguir implementando ataques y ajustes, descargando la crisis en la espalda de los trabajadores y el pueblo, en un nivel muy superior al que Dilma había comenzado a hacer en su segundo mandato, o va a ser nuevamente “removido” con nuevos golpes judiciales y parlamentarios, para que sea reemplazado por otros que sigan ejerciendo el mismo papel que Temer aceptó cumplir.

Si el PT, tanto en los tiempo de bonanza de la década de 2000 como después del golpe institucional, utilizó su influencia sobre la burocracia sindical de la CUT y de la CTB para frenar la lucha de los trabajadores, fragmentarlos y derrotarlos, queda claro que en un eventual gobierno, integrado al régimen golpista, no ofrecerá ninguna resistencia a los “poderes fácticos” del país.

No sirvió para organizar ninguna resistencia a través de un plan de huelgas y manifestaciones de masas que se contrapusieran de forma mínimamente seria al golpismo institucional. Peor: el PT tiró a la basura la enorme oportunidad generada por las contundentes huelgas generales contra la reforma previsional del primer semestre de 2017.

Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana contra el pacto con el golpe

Es con esta derecha golpista y esclavista que se quedó sin base electoral que el PT busca aliarse ya en el balotaje y construir gobernabilidad en un eventual triunfo. Una derecha que podría tranquilamente integrar la base de un gobierno de Bolsonaro si ganara, así como integró la base de Temer, y que será tan “fiel” cuanto mayores sean los beneficios “fisiológicos” que el gobierno de turno esté dispuesto a darle, y que serán, en la base aliada de un eventual nuevo mandato del PT, los representantes oficiales de la extorsión y del chantaje de los jueces y de los militares sobre el gobierno.

Cualquier similitud con lo que fue la base de gobierno de los anteriores mandatos del PT no es mera coincidencia (con la diferencia de que podría incluir incluso al PSDB, y de que la oposición ahora es un poco más violenta). La lección que Lula aprendió del expresidente Fernando Henrique Cardoso sigue corriendo en las venas del PT: “Es imposible gobernar el país sin el PMDB”. Pero ahora es profundizada, en un nuevo escenario histórico: según el PT, atendiendo al régimen, es imposible gobernar al país de los capitalistas sin los golpistas. Es la consecuencia necesaria de la decisión estratégica de administrar un Estado diseñado para que las oligarquías más reaccionarias tengan poder de veto y disciplinamiento permanente sobre la voluntad expresada en el sufragio universal.

Ningún combate a la extrema derecha nefasta representada por Bolsonaro, o el autoritarismo judicial apoyado por la cúpula de las Fuerzas Armadas, puede ser hecho de manos dadas con el capital financiero y los golpistas. No podemos derrotar a la extrema derecha odiosa por medio del voto.

Contra este pacto que el PT ofrece a los golpistas no bolsonaristas y a los mercados, la única forma de seguir luchando contra el golpe institucional es exigir a los sindicatos y organizaciones populares que luchen por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.

Una Asamblea que pueda votar libremente por el no pago de la deuda pública, por la reestatización bajo gestión de los trabajadores y control popular de todas las grandes empresas estratégicas como Petrobras, Eletrobras, los servicios de agua y transporte, que pasen a tener licitaciones públicas transparentes y controladas por la población, por la anulación de todas las leyes reaccionarias votadas por los gobiernos anteriores y la aprobación del aborto legal seguro y gratuito, por la elección por voto directo de todos los jueces y políticos, que pasen a ganar como una docente y sean revocables si traicionan el mandato popular. Que todos los casos de corrupción sean juzgados por jurado popular, así como la abolición del Senado y la unificación en una cámara única del poder legislativo y ejecutivo.

Solo la lucha independiente de los trabajadores puede enfrentar al golpe, porque los de arriba como el PT están conciliando con los golpistas y capitalistas.

Hacemos esta propuesta de emergencia porque creemos que en el marco de una lucha como esta, estas consignas consideradas “utópicas” en los marcos de la “democracia capitalista” se harán ampliamente populares, y considerables sectores de los trabajadores se darán cuenta que el poder real en la sociedad capitalista no está en el voto que damos a cada dos años, sino en el poder económico y militar de la burguesía, que condiciona cualquier gobierno de “mal menor” (no solo Haddad, sino también a Ciro Gomes) y que tiene un sinnúmero de mecanismos para impedir que cualquier medida realmente favorable a los intereses de la mayoría de la población sea realizada.

Será una experiencia que permitirá avanzar en la comprensión de la necesidad de luchar por un gobierno de los trabajadores que rompa con el capitalismo, expropie a la burguesía y socialice los medios de producción bajo control democrático de los propios trabajadores, que es la perspectiva estratégica por la que luchamos los socialistas revolucionarios.

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Para esta batalla colocamos todas las energías de Esquerda Diário, que alcanzó más de un millón de visitas mensuales, y las candidaturas anticapitalistas del MRT en distintas ciudades del país, al servicio de la construcción de una alternativa política de los trabajadores a la izquierda del PT, que supere su estrategia de conciliación y enfrentar seriamente a los golpistas y capitalistas.