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Red Internacional
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Asia. El Papa Francisco comenzó su gira por el sudeste asiático

El Jefe del Vaticano comenzó este lunes su recorrido por el sudeste asiático. Visita Myanmar y Bangladésh en plena crisis rohingya y como telón de fondo, la apertura de relaciones con China.

Santiago Montag

Santiago Montag @salvadorsoler10

Martes 28 de noviembre de 2017 11:30

La gira comenzó este lunes por Myanmar. El líder de la Iglesia católica visita el país, de mayoría budista, en medio de una delicada situación humanitaria. Estados Unidos ha acusado al gobierno de Myanmar de estar llevando a cabo una "limpieza étnica" contra los musulmanes rohingya.

El viaje de Francisco es tan delicado que algunos asesores papales le advirtieron que no diga ni siquiera la palabra "rohingya", por temor a que desate un incidente diplomático. Puesto que meses atrás generó controversias entre la comunidad budista, los militares e incluso los propios cristianos, al haberse mostrado “preocupado” por la situación de los “hermanos rohingya”.

Su llegada fue a pocos días del débil acuerdo que permitiría a los refugiados en Bangladesh volver a sus hogares.

Sólo unos 700.000 de los 51 millones de habitantes de Myanmar son católicos. Miles de ellos viajaron en trenes y autobuses a Yangon para unirse a las multitudes presentes en varios puntos del camino que hizo Francisco desde el aeropuerto para saludarlo.

Como parte de la agenda, Bergoglio se encontró con Min Aung Hlaing, Jefe del Ejército de Myanmar y responsable de la campaña militar contra la minoría rohingya con la que ha ganado popularidad por la expulsión de la etnia musulmana. El jefe militar ha negado las acusaciones de asesinato, violación, tortura y desplazamiento forzado por parte del gobierno. Mientras que el Papa tomaba la sugerencia de sus colegas de no mencionar a la minoría rohingya para no herir susceptibilidades.

Myanmar, antigua Birmania, está desde 2010 en transición a un sistema “democrático” luego de décadas de dictadura militar. Sin embargo, como muestra la persecución a los rohingya, es el Ejército quién sigue comandando la política. Mientras tanto el Vaticano, prefiere negar la situación antes de crear alguna situación incómoda para las minorías, especialmente para los cristianos.

El siguiente destino del líder de la iglesia católica en la región, será Bangladésh, país de mayoría musulmana al que huyeron más de 620.000 rohinyá para escapar de lo que Amnistía Internacional calificó como "crímenes de lesa humanidad".

Un viaje con la mira puesta en las relaciones entre China y el Vaticano

El jueves pasado, Myanmar y Bangladésh firmaron un acuerdo según el cual los más de 600.000 rohingya expulsados de Myanmar —y otros 200.000 que ya estaban en Bangladésh debido a persecuciones anteriores— podrían regresar a sus casas voluntariamente.

El tratado cuenta con el apoyo de China, pero fue considerado por las organizaciones humanitarias insuficiente ya que la mayor parte de los puntos no son claros. El Secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, en una visita al país la semana pasada llamó la atención al Gobierno de Myanmar al hablar por primera vez de “limpieza étnica” y de “posibles sanciones”.

Varios elementos convierten la visita del Papa en una importante apuesta estratégica del Vaticano para medir la popularidad e influencia real en lo que la iglesia llama “la periferia del catolicismo”. Algunos analistas plantean que el viaje a Myanmar es para intentar poner paños fríos a la crisis humanitaria en la región de Rakhine, estado situado en el preciado golfo de Bengala. El cual es un lugar comercialmente estratégico para China (Madera, agua, electricidad, petróleo, gas y uranio).

En este sentido puede interpretarse dentro del contexto de apertura de las relaciones del Vaticano con el gigante asiático, rotas desde 1951 por Mao Tse Tung quien expulsó del país al Nuncio de la Santa Sede y a sus misioneros católicos. El Vaticano lleva años intentando reabrir esas relaciones con diversos gestos y en China están con lupa en mano observando cada movimiento y gesto del Papa en Myanmar.

El objetivo estratégico de Francisco es conseguir el reconocimiento del Gobierno chino para elegir los representantes de la Iglesia en el país más poblado del mundo. Mientras que enfrentan en Europa y otras partes del mundo el estancamiento del catolicismo, en la segunda potencia económica del mundo tiene un amplio terreno sin explorar. En este sentido, destrabar las relaciones diplomáticas con el gigante asiático es prioritario para la Santa Sede, sería pegar un salto extensivo, no en términos religiosos, sino más bien, económicos y políticos.


Santiago Montag

Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.

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