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Red Internacional
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LA RELIGIÓN MILITARIZADA. El Papa Jesuita: Breve ensayo sobre la Compañía de Jesus

De sectores ultra reaccionarios a sectores abiertamente progresistas, de figuras oscuras dentro de la más alta curia vaticana a estar insertos en algunos de las poblaciones, villas, mas pobres del mundo. Los jesuitas siguen siendo una de las ordenes más importantes de la iglesia católica, una orden llena de contradicciones, pero altamente disciplinada. Esta nota busca un acercamiento histórico y desentrañar algunos de los elementos más problemáticos de la que sigue siendo una de las ordenes más poderosas dentro de la iglesia católica.

Martes 16 de enero de 2018

Creada al alero de la ContraReforma en Europa, para detener el avance de la Reforma Protestante (siglo XVI), que cambió no sólo las conciencias de millones de católicos, sino que vino aparejada con un nuevo balance de poder económico y político en el corazón de Europa, que cuestionaba las mismas bases de la Iglesia Católica Romana.

Los jesuitas tuvieron a su cargo esta gran contraofensiva para detener no solo la oleada protestante, sino asegurar y fortalecer aquellos lugares donde el catolicismo empezaba a temblar. No fue raro verlos detrás de las grandes cortes españolas y portuguesas, así como la francesa, y las jóvenes repúblicas italianas, como consejeros, actuando como eminencias grises detrás de los cortinajes reales.

El Vaticano necesitaba de una organización que fuera distinta a todas las demás, y altamente jerárquica, obediente (es uno de sus votos sagrados), y disciplinada, que fuera más allá de las ordenes mendicantes y piadosas, necesitaba elementos que no vacilaran en dirigir hasta los más oscuros mandatos de la Inquisición. Así fue como basándose en la organización militar (su fundador Ignacio de Loyola fue un reconocido militar de la corte Castellana), los jesuitas pasaban a primer plano en la historia del catolicismo, el brazo derecho del Vaticano. Hasta el día de hoy, sus superiores se denominan Generales, y se llaman Compañía, en referencia a las compañías militares.

Tres periodos del Jesuitismo

Siguiendo su cronología, podemos fácilmente distinguir 3 periodos, que van a la par de la historia de la Iglesia Católica desde la contrarreforma.

El primero que va desde su fundación como orden, hasta las grandes revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, un atribulado y oscuro segundo periodo que va desde este último hasta finales del siglo XIX e inicio del siglo XX, donde la iglesia vaticana reordena sus lealtades y a su sector más duro, luego de estar dando palos de ciego por un siglo, y por último desde aquel hasta el periodo que nos cruza.

Primer periodo: Auge y Caída

Como mencionábamos al principio, los jesuitas desde su nacimiento pasaron a estar en primera línea de las principales actividades de la Iglesia Católica, en sus mas diversos aspectos, ya sean diplomáticos, teólogos, organizadores desde las más pequeñas diócesis hasta obispados. En cualquier puesto donde se detuviera el avance avasallador de la Reforma Protestante.

Debido a la urgencia de la confianza que se les depositó fueron a pesar de su obediencia al Papa, una orden que acumuló mucho poder en muy poco tiempo, y un alto nivel de autonomía. A menos de un siglo de su fundación, la orden era una de las mas poderosas del mundo, su nivel de influencia en aspectos tan diversos como la economía y la educación, se hacia sentir en cada lugar donde estaban.

En América, a cerca de 100 años de su descubrimiento por los europeos, los jesuitas hacían su aparición, dando muestras de todas sus capacidades por las que fueron formados, sus misiones llegaron a los mas amplios rincones de América, su labor doctrinal, fue un empeño y una tarea que ninguna otra orden podía llevar mas lejos, esto con el paso del tiempo, y dadas su más alta calificación para las tareas encomendadas, posteriormente les traerían una serie de problemas, sino casi su propia extinción.

En tierras americanas a través de los reyes de España y Portugal, ( en términos legales estas tierras pertenecían a los reyes, por lo que los mandatos del Papa debían pasar por ellos) lograron un poder inusitado. Dueños de grandes extensiones de tierras, que generaban riquezas de todo tipo, tanto minerales como agrícolas, con un control casi hegemónico de los aspectos educacionales, llegaron a cumplir un rol fundamental en el quehacer americano. Así como en América, en la África Portuguesa, y en los territorios asiáticos donde comenzaban a llegar los primeros comerciantes europeos, como en China y Japón.

Desde sus inicios, tenemos entonces una orden que llega cruza y a genera influencia en todos los rincones, donde llega el joven comercio europeo, que rápidamente va tendiendo los puentes, el cual en el siglo xix conoceremos como un capitalismo a “pleno” funcionamiento.

Así llegaran al siglo XVIII en la cumbre de su poder, sus labores cruzan todos los océanos, su poder dentro de la Iglesia católica no parece tener ningún contrapeso, se cuentan por cientos de miles. En América, su labor es central para organizar el dominio español, que se cuenta no solo por sus inmensas riquezas, sino además por la cantidad de fieles.

Su labor doctrinal, para unir en una sola fe a millones de habitantes, desde el Mississippi hasta la Araucanía es dirigida por ellos, ninguna otra orden estaba a la altura de la tarea.

En esto, las máximas potencias europeas, comienzan nuevo ciclos políticos, en el periodo que se denomina como Absolutismo, donde en el reorden europeo buscan centralizar todo su poder en una sola corte, centralizando la administración, el ejército, y lo más importante, la hacienda.

En este cambio político, los jesuitas pasan a ser una espina en el zapato de las monarquías, especialmente de la corona española, que no ve con buenos ojos, el poder que han acumulado. Son parte de la banca, son prestamistas, además un gran porcentaje de las tierras mas ricas las poseen ellos, y las ya mencionadas tareas doctrinales. No es menor que cada mandamás tanto en España como América, haya salido de un centro educacional jesuita.

Es acá donde comienza la persecución a esta orden, a mediados del siglo XVIII, las coronas mas importantes de Europa los expulsan de sus tierras, algunos son incluso asesinados, otros huyen a Roma, al Vaticano. Las coronas portuguesas, españolas, francesas, así como algunas católicas menores, todo lo cultivado en cerca de dos siglos, y sus finanzas especialmente, les son arrebatados.

Iniciaran un raro peregrinaje, en un mundo que cambia muy rápido, la misma base que la sostiene, donde una nueva fuerza social, una nueva clase que se pone a la ofensiva, viene a cambiar todo lo que se conocía hasta el momento: la burguesía.

Segundo periodo: Siglo XIX, un extraño peregrinaje

Revolución Francesa, Independencias Americanas, desde EEUU hasta Chile, guerras napoleónicas, restauraciones monárquicas, más revoluciones, ascendencia de la hegemonía británica (que no son católicos) sobre el mundo, por nombrar solo el primer cuarto del siglo XIX.

Así entran los jesuitas al siglo XIX, refugiados en Roma en su mayoría, o en Rusia, donde la Zarina Catalina los recibiría (para luego ser expulsados por su sucesor), y solo con atisbos de la influencia que tenía antes, mucho de su poder relegado a labores educacionales.

El nuevo poder en la tierra, la burguesía, no quería saber mucho de iglesias, ni de religión, mientras esta clase se mantuvo revolucionaria, fue abiertamente anti-eclesiástica, no solo en términos filosóficos, antimetafísicos, sino porque el poder de la iglesia iba de la mano del poder de las monarquías; pero con el paso de los años y ya afirmados en el poder, se comenzaron a dar cuenta del uso que esta le podía dar frente a las mas amplias masas. El mismo Napoleón hará que el mismo Papa viaje a Francia a nombrarlo Emperador, en un hecho inédito en la historia.

La misma Iglesia también se demoró en dar cuenta dónde podían girar sus nuevas lealtades. Todo parecía muy inestable a mediados del siglo XIX, como para decidir que hacer.Así se mantuvo paciente, pero atenta a cada uno de los movimientos de los poderes en el mundo.

Su principal orden, los jesuitas, fueron importantes para definir los nuevos lineamientos de la Iglesia Romana. Su labor doctrinal fue clave, vieron para donde se dirigía el mundo, y aun podían tener algo que decir.

La Revolución Industrial, el nacimiento de la clase trabajadora, el capitalismo, incluso el imperialismo, no serían ajenos a ellos. A fines del siglo XIX, la Iglesia Católica se detendría, y comenzaría un nuevo ciclo. La Enciclica Rerum Novarum de 1891, seria en el papel el paso inicial.

Tercer periodo: Nuevas lealtades. 1891 hasta hoy

Encíclica en mano, el Vaticano con su vanguardia jesuita salen nuevamente a la arena política mundial, se entraman nuevamente en los círculos de sus nuevos amos, la burguesía.

Con renovadas confianzas, los jesuitas fortalecerán su presencia educacional, en muchas partes formando a los nuevos cuadros de la burguesía. En Chile, muchos militantes de la Democracia Cristiana, vienen de colegios Jesuitas, así también muchos partidos del orden, y no es casualidad. No es una educación centrada en los trabajadores o en el pueblo pobre, al contrario, tiene un claro y marcado carácter de clase.

En otros aspectos, la importante influencia de la Iglesia en aspectos ideológicos les sirvió para desarmar y desarticular las más importantes organizaciones de los trabajadores. Tomaremos a Chile como ejemplo.

El trabajo del Superior Jesuita Alberto Hurtado, fue centralmente alejar y quebrar las organizaciones de los trabajadores, reconocido públicamente por su labor con los niños mas pobres, sería solo un aspecto de su labor.

En un país que durante los años 30, 40 y 50, tenia a amplias masas de trabajadores organizados, con tendencias hacia la izquierda (incluso revolucionarias), era el terreno perfecto de trabajo.

Su labor sindical es aún estudiada en la Universidad Católica de Chile, y en universidades de derecha, principalmente en su aspecto corporativista del trabajo, o sea donde trabajadores y patrones tengan los mismos intereses.

Es clave tomar este ejemplo y entender la labor jesuita en los lugares más complejos, porque es ahí donde son enviados, donde centran su labor, a las tareas que requieren la más alta preparación.

El mismo Alberto Hurtado supo crear organización tanto para la juventud burguesa y pequeña burguesa de su tiempo, con los Grupos de Acción Católica, grupos que terminaron fundando la falange, y luego la Democracia Cristiana. También crearon la ASICH, Acción Sindical Chilena, donde el gran empresariado les abrió las puertas de la empresa para verter su doctrina sobre los obreros, rompiendo sindicatos, o creando sindicatos paralelos.

Y esto en las importantes industrias del país, así como la joven industria automotriz, la metal-mecanica y la minera. Recordemos que son tiempos de la sustitución de importaciones y la industria es vasta en obreros y organización.

La burguesía lo premió con el nombre de una ciudad, y el Vaticano con el máximo reconocimiento tras muerto al hacerlo santo el año 2005.

Pero la misma relación desde abajo que se cultiva con los mas explotados y oprimidos no les saldrá barata a los jesuitas, con los ascensos revolucionarios de los 60, muchos jesuitas giraron a una radicalización de la doctrina social de la Iglesia, sin romper la disciplina, radicalizando sus propias concepciones. Lo que los puso muchas veces en la mira del mismo Vaticano, como de las clases dominantes de los distintos países.

Ejemplo claro es la Teología de la Liberación, que nace del seno de los Jesuitas Latinoamericanos, y los lleva en Centroamérica, armas en mano a defender a sus feligreses del imperialismo yanqui.

Por esto, hasta la actualidad tienen diferentes alas dentro de la misma Compañía, derechas, izquierdas, centros, etc. Por ejemplo, durante las dictaduras latinoamericanas sus roles fueron disimiles, en algunos casos colaboracionistas, en otros oposicionistas, como neutrales. Sería difícil encontrar un punto en común, desde los que se volvieron neutrales y se dedicaron a subir en la jerarquía, como otros que se fueron a vivir a los sectores mas desposeídos, en la miseria más dura.

Es su labor en el campo ideológico, lo que busca aquilatar los nuevos sucesos. Está en su génesis, la sobrevivencia de la Iglesia, en los mas distintos frentes, tanto educando a las clases dominantes como adormeciendo a los más desposeídos en sus templos.

No es casualidad que la curia romana, haya elegido a un jesuita para que dirija el Vaticano, pues la tarea que hoy se plantea la Iglesia es sobrevivir, y de la mano de sus más duros elementos.