El Parlamento Europeo ha respaldado este miércoles el proyecto de Libre Comercio entre la Unión Europea y EEUU (TTIP en sus siglas en inglés). Han afianzado así el camino de la negociación con EEUU para establecer el macro tratado capitalista de “libre explotación”.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Jueves 9 de julio de 2015
Fotografía: Reuters
Corría el año 2001 cuando las grandes potencias imperialistas, junto a los países emergentes, se citaron en Doha bajo el paraguas de la OMC (Organización Mundial del Comercio) para cimentar las bases de un gran tratado que facilitara el libre comercio entre las áreas económicas más rentables.
Por aquel entonces, las pretensiones de las potencias emergentes que reclamaban una mayor flexibilidad arancelaria e igualdad competitiva por parte de las potencias capitalistas, fueron el obstáculo para que aquel proyecto no avanzara. Hoy, EEUU y la UE, que suman el 60% del PIB mundial y cuentan con un mercado de más de 800 millones de personas, parecen haber dejado de lado al resto de competidores y desde el 2013 están negociando bilateralmente el TTIP.
La votación que hoy ha tenido lugar en Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, no era de carácter vinculante, pero sí ha servido como primera muestra de apoyo de la eurocámara para que avancen las negociaciones con el ’otro lado del charco’.
La votación ha salido favorable con el apoyo de la derecha europea (PPE), los liberales (ALDE) y parte del grupo socialdemócrata (S&D). Por el contrario, los grupos de la izquierda del arco, encabezados por los Verdes, han votado en contra. El resultado final ha sido de 436 votos a favor y 241 en contra.
Los socialdemócratas, como los liberales y la derecha
La división en el seno del grupo socialdemócrata se debía a la reticencia de algunos parlamentarios respecto a la existencia del tribunal de arbitraje inversor-Estado (ISDS por sus siglas en inglés). Este tribunal de arbitraje privado, que fue el motivo del aplazamiento de la votación la semana pasada, ha sufrido leves modificaciones, todas ellas revestidas de un lenguaje ambiguo y poco concreto.
Se habla de un tribunal “sujeto a principios y control democrático”. No cabe duda que la ’democracia’ capitalista imperialista de una institución como la Unión Europa es incapaz de establecer cualquier tipo de parámetro democrático a este o cualquier otro tribunal. El ISDS sería el encargado de mediar nada más y nada menos entre los inversores y los Estados, siendo su finalidad preservar la inversión capitalista frente a la legislación estatal.
El TTIP: Tratado de “libre explotación” para la clase trabajadora
El TTIP busca colmar parte de las aspiraciones de los capitalistas con la unificación del mercado EEUU – EU. Para llevar a cabo este macro tratado, la normativa laboral debe adaptarse e igualarse en los dos colosos mercados. Si bien desde el Parlamento Europeo se han establecido como “líneas rojas” los estándares laborales de la OIT, no es un aspecto que tranquilice.
En los últimos 8 años, a raíz de la crisis capitalista mundial, los Estados europeos han golpeado a la clase trabajadora y la juventud con sus políticas de destrucción de los derechos sociales y laborales, y condenando a miles de trabajadores a la pobreza. La destrucción masiva de empleo en Europa del sur, o los “mini Jobs” y sueldos basura en la Europa del Norte, son un ejemplo claro que para los trabajadores y la juventud el “paraguas” de la Unión Europea en materia de trabajo no está más que lleno de agujeros.
Se cuentan por centenares los colectivos sociales que han mostrado su enérgico rechazo al TTIP, llevando a cabo recogida de firmas y concentraciones durante las nueve reuniones que ya han celebrado representantes europeos y norteamericanos.
Aún y así la clase trabajadora sigue aislada y encorsetada por una burocracia sindical tanto a nivel estatal como europea. Sigue siendo pues espectador y víctima de los ataques que desde todos los tentáculos del poder capitalista le llegan.
Es hora que desde nuestros puestos de trabajo se levanten alternativas clasistas que sirvan para plantar cara a la desfachatez de los sindicatos burocratizados que caminan a la par de la política capitalista, tanto a nivel estatal, como europeo y mundial.