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Red Internacional
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NUESTRAS VIDAS VALEN MÁS QUE SUS GANANCIAS. El Salario rosa es insuficiente para una vida digna

En el Estado de México, y en todo el sistema capitalista, existen problemas estructurales que deben plantearse políticamente para darles una solución real y efectiva ante las circunstancias de vida que tenemos las mujeres.

Miércoles 14 de octubre de 2020

Las acciones de conjunto planteadas por Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México, en su reciente promoción del Programa de Desarrollo Social Familias Fuertes Salario Rosa de 2 mil 400 pesos bimestrales, de por sí insuficientes, para las 309 mil mujeres alcanzadas, deja fuera a millones de trabajadoras y mujeres en diferentes rubros, como las maestras y las empleadas domésticas, quienes no cuentan con recursos suficientes para solventar esta crisis económica derivada de la contingencia sanitaria mundial.

El Estado de México se caracteriza por sus altos índices de violencia y pobreza, en muchos de sus municipios, las mujeres somos sostén de nuestros hogares, madres solteras que recurrimos al trabajo informal, como la venta de comida o de productos por catálogo para poder garantizar ingresos, o enfrentamos condiciones sumamente precarias en fábricas, aguantando ritmos de jornadas extenuantes, acoso laboral, hostigamiento y salarios miserables que no alcanzan para comprar las despensas, ni para adquirir los productos indispensables de la canasta básica.

Nosotras trabajamos mucho, aceptamos salarios y condiciones ínfimas debido a la propia dinámica capitalista que se descarga sobre nuestras espaldas al colocarnos como la fuente reproductiva de la mano de obra barata que sostiene a las grandes fortunas, mientras nos destinan a los trabajos más precarios. Para llegar a fin de mes nos obligan a tener dos o tres trabajos que debemos aceptar o nuestros hijos/familia mueren de hambre.

47.2 millones de mexicanos viven en condiciones de pobreza multidimensional, de los cuales 24.4 millones son mujeres, 42.6 millones de mujeres son vulnerables por ingreso, es decir, que no presentan carencias sociales, pero tiene un ingreso bajo.

Enfrentamos graves faltas a los derechos básicos como el acceso real a la educación pública, alimentación, servicios de salud, seguridad social, espacios y servicios de vivienda digna, derechos laborales, entre otros, pero ¿qué es vivir en situación de pobreza o extrema pobreza?

Basta con echarle un vistazo al conjunto de los municipios para comprender que la realidad de las grandes mayorías es muy cruenta, a diario nos jugamos la vida, no sólo en la cuestión económica y sanitaria, sino frente a la violencia; somos familias de trabajadores quienes enfrentamos el recrudecimiento de la precarización en nuestras vidas, mientras hacemos malabares para llegar a fin de mes sin morir por laborar en riesgo por no contar con las medidas sanitarias en nuestros trabajos.

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La precarización da pauta al desarrollo del feminicidio

El lema del PRI –y del gobierno actual, MORENA– ante las mujeres es que
nosotras podemos con “todo”, se nos asigna por arriba el cuidado de nuestros
padres mayores o abuelos, personas enfermas e hijos, eso sin tomar en cuenta
que salimos a trabajar con salarios por debajo de lo que ganan nuestros
compañeros hombres, muchas veces sin horarios o doblando turnos para recibir
una paga extra.

Ante esto, el gobierno del PRI pretende aprovechar sus discursos ante la fuerte
violencia feminicida que se padece en el Estado de México, al hacer hincapié en
que las mujeres víctimas de violencia y en condiciones de pobreza son puestas en
los primeros lugares para que les llegue su Salario Rosa, el cual es una burla,
resulta insuficiente, y no nos garantiza la vida.

Además, si bien algunas trabajadoras cuentan con salarios fijos, son precarizadas
de diferentes maneras; por ejemplo, con la pérdida de horarios laborales,
seguridad social, el incremento en los precios de la canasta básica, anulando los
fideicomisos o becas para seguir estudiando en el país o en el extranjero de
quienes realizan investigación científica, académica y cultural.

También porque no todas cuentan con acceso a internet o a la luz eléctrica, entre
otros servicios e insumos indispensables que, incluso, han subido sus precios en
estas fechas, como las rentas de las viviendas.

Todos estos factores propician que seamos presas fáciles del cáncer del
feminicidio, así que, si no se resuelve el problema de pobreza y violencia, ningún
apoyo nos va a permitir erradicar esta violencia que nos arrebata a miles sólo por
salir a trabajar ni va a garantizar los insumos de nuestras familias.

Así que más que un Salario Rosa que sea utilizado para comprar votos, en primer
lugar, requerimos que estos recursos –como el pago de la luz eléctrica, agua, y
otros servicios– sean garantizados con su gratuidad por el Estado y que, en
aquellas empresas tanto paraestatales como privadas, debemos pelear por que se
estaticen y se entreguen en manos de las obreras y trabajadoras para que seamos
nosotras quienes garanticemos y planifiquemos los recursos, de esta manera

también podemos organizar transporte las 24 horas en beneficio de nuestras
necesidades, que disminuya el riesgo para llegar a nuestros hogares o trabajos.
Así mismo exigimos aumento al presupuesto para la educación, la vivienda, la
salud, sobre la base del no pago de la deuda externa y la creación de refugios
para mujeres que han sido secuestradas por las redes de trata u enfrentan algún
tipo de violencia patriarcal; pero también comedores comunitarios, lavanderías y
guarderías públicas. Todo esto bajo la administración de comités de las propias
mujeres.

Urge organizar la lucha de las mujeres trabajadoras

Ante una crisis sanitaria y económica donde millones debemos salir a trabajar
poniendo en riesgo nuestra salud y la de nuestra familia, ante la nula posibilidad
del resguardo en casa, los apoyos de los gobiernos por 2 mil 400 pesos resultan
exiguos. Necesitamos que los gobiernos garanticen salarios suficientes, resguardo
en casa y, en todo caso, acceso gratuito a los recursos para el home office.

¿Cómo podemos garantizar todos esos recursos para la clase pobre y
trabajadora? Aplicando impuestos progresivos a las grandes empresas, con el no
pago de la deuda externa, dejando de financiar a las fuerzas represivas del
Estado, no privilegiando los recursos a proyectos de los empresarios de por sí
ricos. De la mano de organizarnos en cada uno de nuestros centros de trabajo, escuelas y en nuestros barrios, necesitamos desarrollar un movimiento masivo de mujeres con las trabajadoras al frente unidas a las jóvenes, madres, trabajadoras, estudiantes, en alianza con nuestros compañeros varones que enfrentan la explotación capitalista.

No podemos confiar en las medidas de gobiernos que reprimen y criminalizan
nuestra lucha, generan impunidad, descargan sus planes de precarización y luego
nos quieren dar “apoyos económicos” para mantenerse en el poder.

Con información de CONEVAL, mujeres.


Diana Palacios

Profesora egresada de la Normal Superior, colaboradora en IdZMx