La nueva guía en la que el Papa sugiere a obispos y líderes de la Iglesia católica cómo proceder en caso de denuncias de abuso a menores en su comunidad, no cambia nada de fondo en una de las instituciones más encubridoras de crímenes sexuales.
Jueves 16 de julio de 2020 15:37
El manual indica que frente a la sospecha, rumor o comentarios, incluso en redes sociales, sobre un posible caso de abuso sexual contra un menor, por parte de un miembro de la Iglesia, se debe “denunciar a las autoridades civiles competentes, si se considera necesario para proteger a la persona involucrada”, aun contradiciendo el código canónico que sugiere una “investigación interna” en este tipo de casos.
El documento sale a la luz, tras ser anunciado por el propio Papa Francisco, durante la cumbre de 2019, que reunió a los líderes de las conferencias episcopales de todo el mundo para abordar el escándalo de los abusos sexuales que sacudió a la institución.
Vale destacar, que el escrito, como no podía ser de otra manera, no modifica en absoluto la legislación del Vaticano en torno a este delito. Ya que sólo consta de una lista de pautas técnicas sobre cómo proceder frente a un caso de abuso. Lo que deja en evidencia, qué en realidad, busca evitar el escarnio público, más que proteger a las víctimas de los curas depredadores.
El llamado “Vademécum sobre procedimientos para tratar casos de abuso a menores”, hace hincapié en el manejo del “secreto de oficio” y los comunicados públicos, así como también la “colaboración” entre la Iglesia y el Estado, cuando surgen casos de abuso.
Además, recomienda “evitar los traslados” de los curas involucrados en dicho delito, una de la prácticas más cuestionadas e infames de la comunidad eclesiástica.
Sin embargo, vale resaltar que este manual no obliga a los Obispos a denunciar los casos de abuso sexual, simplemente sugiere algunas pautas de actuación, lo que hace pensar en la inutilidad de este manifiesto, ya que son los propios sacerdotes los que deben decidir si desean actuar de acuerdo a la ley o seguir el ritual del encubrimiento.
Claro ejemplo de ello es el caso del Obispo Gustavo Zanchetta, que a pesar de contar con un proceso judicial abierto en la provincia de Salta, por crímenes sexuales, fue ratificado, por el propio Papa Francisco, al frente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, un órgano clave que administra las propiedades inmobiliarias y financieras del Vaticano en todo el mundo.
Te puede interesar:Zanchetta, el obispo acusado de crímenes en Argentina, otra vez premiado por Francisco
Te puede interesar:Zanchetta, el obispo acusado de crímenes en Argentina, otra vez premiado por Francisco
Recordemos que para el estatuto Católico el delito de abuso, implica a Dios como la principal víctima, porque incumple con el sexto mandamiento, “no cometerás actos impuros”, lo que relega al procedimiento judicial a un segundo plano, por esa razón los curas condenados por delitos de abuso sexual no son excomulgados, sino que prevalecen incluso al frente de iglesias y colegios, convirtiéndolos en potenciales reincidentes.
A pesar del intento de Jorge Bergoglio, de darle una lavada de cara a la Iglesia, en medio de los cuestionamientos de propios y ajenos, este vademécum, no cambia ninguna de las cuestiones de fondo que hacen de la institución eclesiástica, una de las mayores encubridoras de delitos sexuales contra menores en todo el mundo.