Se sigue debatiendo principalmente en las redes sociales si la manifestación del domingo 15, compuesta por cientos de miles de personas fue un acto de derecha y si la situación nacional cambió hacia un escenario más conservador.
Jueves 19 de marzo de 2015
Fotograía: Reuters
La realidad es que fue un acto compuesto mayoritariamente por la clase media y convocado por partidos como el PSDB, más allá de que haya tenido expresiones totalmente fascistas y de sectores militares –aunque minoritarios – pidiendo el regreso de la dictadura. Marcando una subjetividad general de un acto de derecha, lo que no significa que todos los miles movilizados sean de derecha o votantes del PSDB.
El acto no marca una nueva situación nacional, pero señala que la insatisfacción abierta en Junio 2013 no se cerró. Existe una canalización de la insatisfacción nacional que puede expresarse, como vimos, en un acto de derecha pero también por izquierda, como vimos desde inicio de año con diversas huelgas y movilizaciones estudiantiles.
En este sentido la polarización nacional entre el PT y el PSDB tiene otras variantes. En realidad los dos partidos no logran dar una salida a la crisis del régimen y el mayor riesgo, para ambos, es que despierten otras fuerzas sobre las cuales ambos poseen pocas condiciones para contenerlas.
No por casualidad cuando estalla la crisis “Lava Jato”, que profundiza la crisis del régimen, los partidos del orden necesitan disminuir la tensión política y rumbear hacia pactos para garantizar una relativa gobernabilidad, por dos motivos centrales: primero aplicar los recortes y ajustes que es lo que unifica a la burguesía nacional, y segundo impedir que los escándalos enciendan la indignación popular que culmine en nuevos actos tipo “Junio”.
Es decir, la actual polarización tiene el límite de que los partidos burgueses deben unificarse para poder hacer pasar los recortes. El verdadero riesgo para los principales polos del régimen burgués, el PT y el PSDB, es que la insatisfacción popular vuelva a expresarse a través de los trabajadores y la juventud. Junio permanece en las huelgas de los profesores de Paraná y de San Pablo, en los garís y otros sectores, en la insatisfacción popular, en la continua legitimidad de los actos y en las expresiones de lucha de los jóvenes por educación.
En este sentido, el acto del 15/3 es su opuesto, al no expresar los aspectos estructurales del país, que no pueden resolverse en el marco de este régimen político y no cuestionar a la casta política, apuntando solo al gobierno federal de Dilma, sin levantar las demandas populares. Insatisfacción de las clases medias frente al aumento del costo de vida que cuestiona al gobierno de Dilma, en primer lugar, aunque políticos, como Bolsonaro (representante de la derecha brasilera), también fueron silbados durante el acto, pero sin cuestionar al sistema de conjunto.
Por qué Junio fue más amenazante
En sus declaraciones luego del acto del 15/3 Dilma planteó que “las manifestaciones del fin de semana fueron menos traumáticas que las de Junio de 2013”. Estas expresiones muestran abiertamente el carácter de clase del Estado, incluso si tenemos en cuenta el tamaño de la convocatoria del 15/3 (con números inflados por la Policía Militar), no generan tanto riesgos al gobierno.
Esto es así porque Junio cuestionó problemas estructurales del Estado capitalista a los que ningún partido del orden logró responder y canalizar. El problema de la educación, la salud y el transporte planteados durante las movilizaciones de Junio, son marcas características y estructurales de un país atrasado donde la mayoría de la población está obligada a vivir en condiciones precarias. Es decir, cuestionamientos que no solo apuntan a una figura, como la de Dilma, sino a todo el régimen. En este sentido fue más amenazante porque señalaba la ruptura con el orden establecido.
La juventud en este sentido tiene un papel preponderante, fue sujeto de las manifestaciones por levantar las demandas sociales sentidas por todos. Además, la juventud no carga con ningún vínculo sentimental o político con el petismo, tendiendo a una ruptura más aguda con el gobierno. Junio, por sus reivindicaciones sociales y el carácter explosivo de la juventud que se inspiró en los procesos internacionales, abrió una nueva situación en el país que difícilmente encaje en alguno de los “dos lados de la polarización”.
Esta fuerza social ligada a los trabajadores es lo que realmente preocupa al gobierno: no estuvo en el 15M. No solo la juventud sino también los trabajadores observaron con desconfianza la jornada. Si por un lado levantaron problemas como la corrupción y el aumento del costo de vida, sentido por todos, por otro lado, el apoyo de la TV Globo (rechazada en Junio) y los medios oficiales, además de la convocatoria del PSDB, PPS y otros partidos de derecha, delimitaban lo que sería el acto.
Educación, la piedra en el zapato de Dilma
El problema de la educación sigue como un hilo de continuidad de Junio, siendo la demanda más profunda y dinámica. Desde comienzo de año la campaña oficialista “Patria educadora” de Dilma es ironizada por la realidad, con cortes millonarios del gobierno federal al sector educativo, la crisis en las universidades públicas, sin mencionar las huelgas de profesores, como la de Paraná, que cambió la agenda nacional.
Es que los jóvenes que vivieron la década petista se formaron con nuevas ambiciones de ingresar a la Universidad y lograr un ascenso en sus vidas. El problema es que este Brasil propagandizado por el gobierno no existe más: la situación económica con la disminución de las importaciones a China, la desvaloración del real y la salida de capitales, muestra un país en crisis. Este choque de aspiraciones con una realidad de crisis genera un descontento profundo y la educación que debería ser un derecho básico y la principal forma de ascenso de los jóvenes, es la primera demanda sentida.
El problema de la educación visto por los trabajadores y estudiantes
El 26/03 puede ser un primer ensayo para que desde las asambleas de base y la organización en las escuelas y universidades, la juventud, a partir de su lucha por la educación, comience a levantar un programa que dialogue con la población y muestre que la salida no está ni con las marchas como la del 15/3 ni defendiendo al gobierno del PT sino con la lucha de los trabajadores y la juventud.
El próximo 26/03 será un día de movilización nacional por la educación y también el momento para que los jóvenes confluyan con los trabajadores y profesores, como en San Pablo, que están en huelga y levanten una serie de demandas que puedan responder por izquierda al enorme descontento social.
Ni con Dilma ni con la derecha la demanda social por educación puede ser una chispa para la organización de los estudiantes, los jóvenes y trabajadores. Para lograr avanzar en otro proyecto de sociedad es necesario levantar la bandera de la estatización de las universidades privadas, que están subsidiadas con dinero público, garantizando educación pública para todos.
El dinero público debe estar al servicio de garantizar las demandas de la población y no para privilegios de los políticos. La lucha por educación deber también avanzar en cuestionar esta democracia de los ricos y corrupta, y luchar para terminar con esta casta de políticos privilegiados, instaurando una Cámara única, ejecutivo y legislativo, donde cada político gane lo mismo que un profesor.
El 26/03 deber ser un primer ensayo de la juventud en lucha por la educación que plantee la necesidad de levantar un programa que dialogue con la población y muestre que la salida no es ni con las marchas del día 15/3 ni con el gobierno del PT sino que es necesario una salida independiente de los trabajadores y la juventud, mostrando que es posible una salida que avance en la construcción de una nueva sociedad sin privilegios para pocos y sin explotación de muchos.