Domingo 14 de julio de 2019 12:58
1) Se agravan las contradicciones económicas
Este año el crecimiento económico será moderado (bajo el 3%). El nuevo “viento de cola” o recuperación respecto a la desaceleración 2013-2017 (con crecimiento promedio 1,7%) está muy lejos de las tasas de crecimiento del ciclo 1990-2013. El pesimismo económico ha llevado a rebajar las expectativas.
En la base del desgaste de Piñera está el choque de expectativas entre el relato de “tiempos mejores” y una insatisfacción creciente con los problemas económicos, base de un descontento (pasivo) creciente en el país.
Pero la discusión va más allá de la coyuntura: ¿estamos entrando en el fin de la etapa de alto crecimiento que caracterizó las últimas décadas de la economía chilena?
Las contradicciones son crecientes: inestabilidad de mercados emergentes; baja en el precio del cobre; inversión concentrada en “nichos”, sin diversificación productiva y con fuga de capitales; baja creciente de tasa de ahorro; crecimiento deuda (pública, de hogares y empresas) y hasta discusiones sobre una “burbuja” en el mercado inmobiliario, son algunos de los “cuellos de botella”
Uno de los puntos estratégicos está en la guerra comercial-tecnológica EEUU-China, los dos principales socios comerciales de Chile. En su base estructural se trata de la extrema dependencia nacional tanto de la exportación de cobre (consumo chino) como de la inversión extranjera (cuyo principal capital es EEUU). El dominio multinacional de los resortes estratégicos de la economía, asociados a las “10 familias” nacionales, han desarrollado en Chile una “doble dependencia” respecto a EEUU y China, cuya disputa geo-estratégica está limitando las capacidades potenciales de la economía, convergiendo hacia una base de crecimiento débil o hacia un estancamiento.
Si bien las últimas décadas la apertura-liberalización a hizo crecer a Chile, en momentos de transición hacia mayores disputas hegemónicas y restricción del mercado mundial, los golpes y shocks económicos serán crecientes. La doble dependencia, en momentos de disputa geopolítica hace a Chile vulnerable ante escenarios de crisis, reduciendo los márgenes de maniobra.
La “trampa del ingreso medio”, los obstáculos que enfrenta la economía chilena para el “desarrollo” están planteando una transición al estancamiento: el “ya no más” del alto crecimiento, y el “todavía no” de crisis catastrófica. Detrás de ello está el fin del “ciclo globalizador” de la economía mundial, de la crisis de la hegemonía norteamericana y disputas globales crecientes entre potencias, con América Latina también en disputa.
Esta discusión tiene una relación con las clases. Tironi apunta algo interesante: “La clase media de hoy sabe que por mucho que pedalee no llegará a la cima. La ilusión que movió a sus antepasados, de acceder a las formas de vida de la clase alta, es una quimera. Lo que queda entonces es defenderse con dientes y muelas para no retroceder y, enseguida, asumir su condición ya no como un estado de tránsito, como un escalón para seguir subiendo, sino como un estado terminal, como un lugar definitivo dentro del cual hay que tratar de vivir lo mejor que se pueda.”
Los problemas de trabajo, desde informalidad laboral e incapacidad de absorción de fuerza de trabajo, hasta los altos índices de endeudamiento, dan cuenta de esta “quimera” sobre las “clases medias” -en su gran mayoría trabajadores-. El crecimiento extraordinario del período neoliberal se está agotando y el “progreso permanente” asociado a él, está sentando las bases de un retroceso social que puede empujar a una creciente inestabilidad social y política. Las bases del período neoliberal se están agotando.
2) El desgaste del gobierno y un régimen debilitado. Entre los acuerdos y la polarización emergente
En la base del debilitamiento del gobierno y de Piñera está la situación económica. Las encuestas, con la creciente baja en apoyo y aumento del rechazo (entre un 30% y 60% respectivamente), lo expresan.
El moderado cambio de gabinete no fue un cambio estratégico en la orientación política, y Piñera no recupera fuerzas. Al síndrome del “pato cojo” también viene el “fuego amigo” en la coalición de gobierno y las internas presidenciales en Chile Vamos. La aparición del Partido Republicano Kast, muestran que las tendencias a la polarización política debilitan a la propia derecha e inestabilizan el panorama. El gran capital desconfía de un gobierno débil y presiona por reformas. El desgaste del gobierno y los síntomas de crisis en la derecha empujan a una mayor inestabilidad política y social. Con la crisis de las FFAA y Carabineros se alerta que “no quedan instituciones que generen confianza y puedan tender puentes entre las distintas posiciones”.
La crisis del régimen por un lado, y por el otro el desgaste tanto del gobierno como de la centroizquierda, abren grietas donde se cuela la lucha de clases de “los de abajo”. Como muestra la lucha de profesores que irrumpió en la situación política renovando las fuerzas de la clase trabajadora, las “concesiones” son cada vez más frágiles (producto situación económica) y es creciente la respuesta con represión y tendencias “bonapartistas” autoritarias.
Una nueva contradicción enfrenta el régimen: en el marco de tendencias polarizantes, fin de ciclo económico y crisis de las instituciones, si se achica el margen para concesiones económicas, las tendencias bonapartistas y represivas pueden empujar a nuevos choques de clases y políticos.
De allí que el gobierno titubee o combine un discurso de “orden” con “acuerdos” nacionales para “reformas”. El Pacto entre Piñera y la DC en la reforma tributaria, y al parecer la previsional (además de otras medidas como el control de identidad preventivo sobre juventud), aplaudido por el empresariado y la elite, busca no solo sacar las medidas económicas claves, sino en parte “moderar”. Kast y Lavín parecen expresar estos polos en los que se mueve la clase capitalista, y el gobierno.
3) La irrupción de la lucha de clases y tendencias a la combatividad, unidad y coordinación. ¿Nuevo ciclo de lucha de clases?
En este marco, estamos observando la reaparición de procesos de lucha de clases con peso en la agenda política nacional, con protagonismo del movimiento obrero. Respecto al año pasado, en junio aumentaron 63% las huelgas en empresas, y se cuadruplicó (con unos 5.500) el número de trabajadores involucrados. Tras dos años de baja en la movilización obrera, parece abrirse un nuevo ciclo de lucha de clases de los trabajadores.
Tuvimos los mineros de Chuquicamata, con cortes de rutas, tomas de carreteras y movilizaciones. Educadoras de párvulos, con paro de advertencia y movilización. Los gremios de la salud hicieron paro. Actualmente 17.000 trabajadores de Walmart-USA, el sindicato privado más grande del país, lleva 5 días de huelga. La vanguardia ha estado en las y los profesores, con siete semanas de paro indefinido.
El paro, que Piñera acusó “ilegal”, está enfrentando la intransigencia del gobierno, mostrando: 1) la disposición y unidad de las bases, con una enorme creatividad e iniciativas; 2) Un fuerte apoyo popular, con cerca de 70% de apoyo; 3) aunque sea pasivo ese apoyo, ha recibido numerosas muestras de solidaridad activa; 4) tendencias iniciales la combatividad y coordinación, como vimos en Antofagasta, con unidad de movilización y de cortes, mediante la influencia de sectores combativos como la agrupación Nuestra Clase.
La movilización ha entrado en una encrucijada. Tras el último rechazo de la propuesta del gobierno: defensa activa para reagrupar las fuerzas y ganar el apoyo popular activo; o el desgaste creciente a que apuesta el gobierno. La burocracia se juega también a la “presión” y el “desgaste”.
La lucha de profesores parece estar abriendo un nuevo ciclo de lucha de la clase trabajadora. Estas tendencias, de desarrollarse como auto-organización democrática de las bases, coordinación efectiva y unidad en las calles (como sería con un paro nacional activo) puede abrir posibilidades que emerjan nuevas franjas combativas y militantes del movimiento obrero, que de empalmar con el movimiento estudiantil y los oprimidos, puede ser un factor revulsivo para la situación, y para la construcción de organizaciones anti-burocráticas y clasistas. El rechazo al intento de Aguilar de aceptar la propuesta del gobierno es un rechazo político, que abre espacios en las bases para la construcción de agrupaciones clasistas.
4) La oposición, el parlamentarismo y la (ausencia) de lucha de clases
Mientras la Democracia Cristiana busca un rol “propio” actuando como el fusible del “co-gobierno” y el PS se debate en una crisis histórica, la mayoría de la izquierda parlamentaria nucleada en el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC) alimentan una estrategia de desgaste que debilita las luchas y fortalece las ilusiones parlamentarias y la unidad con los viejos partidos del régimen.
Si por un lado los acuerdos DC con el gobierno le entregan “gobernabilidad” ante un creciente desgaste, la crisis del PS no es menor. Como dice Cavalo, “es una fuerza clave en el sistema político desarrollado en Chile desde mediados de los 80 y ha sido uno de los sustentos de la estabilidad de los pasados 30 años.”
El aumento de apoyo en su coalición, el peso de sus figuras y el fortalecimiento del FA no puede leerse por fuera de este escenario. Si por un lado la política de la DC con el gobierno está rompiendo las condiciones de un acuerdo electoral de “unidad de toda la oposición”, el FA sigue ensayando “mínimos democráticos” con los viejos partidos del régimen, de la vieja Concertación.
El FA ha sufrido este fortalecimiento no obstante pasar de un discurso “contra el duopolio”, a buscar pactos, acuerdos y alianzas con los mismos partidos de centroizquierda antes denunciaron por su co-gobierno junto a la derecha, por su rol en consolidar las herencias de la dictadura. El intento de moderación de Beatriz Sánchez, de hablar de “orden” y “crecimiento” y reivindicando políticas de la transición pactada, buscan ocupar el viejo espacio de centro-izquierda en alianza con el viejo “progresismo” empresarial.
Y ese rol se ha mostrado también en la lucha de clases. En profesores sostienen la política de Aguilar (PH) de usar la lucha como “presión” al régimen y de desgaste por abajo, con movilizaciones aisladas y parciales. En la última semana, buscaron activamente “bajar” el paro con su teoría del “repliegue” completamente derrotista, estando el gobierno debilitado y la lucha con apoyo popular.
El FA dirige la Confech y numerosas organizaciones de trabajadores como NO+AFP, y no pusieron el peso de esas organizaciones para que triunfen los profesores, más allá de cosas testimoniales. En el caso de la Confech, han estado completamente ausentes de esta lucha, y solo recién a la quinta semana de paro sacaron una movilización aislada. NO+AFP de Mesina, su lenguaje radical encubre su política oportunista de presionar a acuerdos de “oposición” frente a reforma previsional, sin ningún plan de lucha de apoyo a docentes. El FA, junto a las direcciones burocráticas del PC (CUT) ha desperdiciado toda posibilidad de que el apoyo popular a la lucha docente sea activo, y se negaron a organizar esa fuerza para derrotar en las calles a Piñera. En vez de eso, llevan a una política que hace seguidismo a la centroizquierda y degaste puramente parlamentario y electoral del gobierno.
Frente al rol divisionista de las cúpulas sindicales burocráticas, luchamos por el “frente único obrero” (“golpear juntos, marchar separados”) para enfrentar al gobierno, y construir una alternativa consecuentemente clasista y anti-burocrática. Si el gobierno está débil y el régimen cuestionado, de entrar en acción las masas hoy pasivas pero que apoyan a profesores, pondría entrar todo el gobierno y el sistema en cuestión. La relación de fuerzas ya no es favorable a la derecha, y se puede tornar favorable a la resistencia frente a las reformas y a las demandas de los subalternos si es que unificamos el descontento. Hay un cierto “empate” de las fuerzas en pugna, de un equilibrio inestable. La relación de fuerzas dada no “determina” el resultado de la situación, sino será la propia lucha, su desarrollo y resultados.
El PC mientras aplica un doble discurso (en profesores con el paro y en la CUT mirando a la galería) ha generado el bloque unidad con el regionalismo empresarial liderado por el ex DC Jaime Mulet y con el corrupto PRO de MEO, desde donde buscan presionar para pactos de oposición hacia las elecciones. Las alianzas con viejos partidos patronales progresistas de la centroizquierda alimentan la ilusión en amplias franjas de masas que sacando a la derecha las cosas cambiarán, no obstante haber gobernado para los capitalistas junto a la derecha.
El FA que aparece como referencia para millones de personas que no quieren a Piñera y que están descontentos con la ex Nueva Mayoría. Sin embargo, su estrategia electoralista, sin poner su fuerza para derrotar a Piñera mediante la lucha de clases, y de alianzas con el viejo progresismo, llevará de forma creciente a abandonar el discurso más de izquierda y adoptar todo tipo de alianzas y acuerdos con viejos partidos del progresismo empresaria, hacia nuevas frustraciones. La clase trabajadora avanzará solo en la medida que una su lucha de clases con una política completamente independiente a los partidos del régimen, superando la vieja estrategia de colaboración de clases.
5) ¡Que triunfen los docentes! Derrotemos las reformas de Piñera. Terminemos con el Chile autoritario y de las 10 familias. Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana
Para que triunfen las y los profesores, hay que desarrollar la autoorganización con asambleas y coordinación, y avanzar a una lucha unificada. Hay que poner fin a la tregua de la CUT y exigir el paro nacional y un plan de lucha para que triunfen los docentes y para avanzar a derrotar las reformas y ataques de Piñera en las calles.
Si surgen movilizaciones de masas como la de profesores, la tarea de la izquierda es elevar las aspiraciones hacia el cuestionamiento a este régimen y este sistema social dominando por las multinacionales y las 10 grandes familias. Es imposible derrotar el régimen heredero de la dictadura sin enfrentar a los capitalistas y el imperialismo con la fuerza de la clase trabajadora y los oprimidos, con los métodos de lucha de clases y con un programa anticapitalista y socialista.
Mientras tanto, los viejos partidos empresariales no solo preparan ataques, sino que buscan blindar al régimen con sus reformas anti-democráticas. Nosotros, socialistas que luchamos por un gobierno de los trabajadores, proponemos unir la lucha de trabajadores y oprimidos a la lucha por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, y así imponer mediante la movilización de las grandes mayorías una instancia mucho más democrática que las propuestas de este régimen anti-democrático al servicio de una minoría de grandes empresarios. Una Asamblea completamente libre y soberana, que pueda discutir de todo, por encima de todo poder constitucional, con diputados constituyentes revocables y que ganen lo mismo que una profesora, con movilización en las calles. Una Constituyente que pueda discutir las medidas que hacen al destino de millones.
Al calor de esa batalla apostamos al desarrollo de organismos de autoorganización propios de la clase trabajadora (consejos o coordinadoras) que serán fundamentales para la lucha contra los capitalistas y para vencer la resistencia que pondrán a cualquier medida que busque afectar sus intereses. Los empresarios defenderán su propiedad y privilegios con todos los medios disponibles. Lo hicieron con el Golpe de 1973. Hoy en día, usan a la policía o figuras jurídicas como el “estado de excepción” o la Ley Antiterrorista para reprimir al pueblo trabajador y a los mapuches, como hacen con Carabineros y su historial de represión y asesinatos (como Catrillanca). Serán los organismos de autoorganización y autodefensa quienes podrán resistir sus ataques y podrán encarnar la fuerza material que sustente un gobierno de trabajadores de ruptura con los capitalistas.
Por eso, luchamos por ganar a las mayorías trabajadoras a un programa anticapitalista y socialista, por:
Para terminar con la casta política de millonarios al servicio de los capitalistas, como ha quedado demostrado con los diversos casos de corrupción:
La resolución íntegra y efectiva de dichas todas estas demandas demandas podremos realizarlas con un gobierno de las y los trabajadores de ruptura con los capitalistas. Para dicha tarea es fundamental la creación de organismos de democracia directa que planifiquen la producción y distribución de los bienes y servicios. Estos organismos de autodeterminación democrática de los trabajadores serán las bases fundamentales desde donde se levantará el nuevo Estado y se iniciará el camino hacia una sociedad socialista.
Pablo Torres
Dirigente nacional del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR). Autor y editor del libro Rebelión en el Oasis, ensayos sobre la revuelta de octubre de 2019 en Chile, Edición Ideas Socialistas, 2021.