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Red Internacional
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RELACIONES AFECTIVAS. El amor no monógamo

La palabra pareja es una máxima a la hora de hablar sobre relaciones afectivas; debe suponerse que sin importar tu identidad de género y preferencias sexuales, en algún momento donde hayas identificado y aceptado tu sexualidad te unas en pareja con alguien que tenga intereses en común y objetivos afines, esto con la intención de que seamos individuos que vivan plena y felizmente.

daniel sputnik @daniel_sputnik

Miércoles 31 de agosto de 2016

¿Por qué la imposición de tener sólo una pareja afectiva y/o sexual? No recuerdo el momento en que adoptamos esas medidas tan cuadradas que parecen servir más a la doctrina política y de consumo que a una libertad verdaderamente real.

El “estilo de vida” de una pareja homosexual debe encajar con ciertos patrones de consumo, marcas que se valen de su imagen “gayfriendly” para atraer público, celebrando, según ellos, a las parejas del mismo sexo, pero claro, sólo a ciertas parejas, pareja a las que llamó de “revista”.

Este estereotipo si es el caso de una pareja de hombres, ambos son sumamente masculinos y con cuerpos ejercitados, usando ropa de las mejores marcas y por supuesto de rasgos caucásicos; en el caso de las mujeres ambas deben ser femeninas, ojos claros, cabello y figura impecable, obviamente también con apariencia de modelos occidentales.

¿Pero qué pasa con las parejas que no encajan este cuadrado estándar mercantil?

Las parejas que no son “parejas”, relaciones basadas en diferentes conceptos de lo que es una vida sexual y afectiva no convencional, parejas no monógamas, relaciones poligámicas, abiertas o libres; para estas parejas no hay mucho apoyo. Todo lo contrario: hay calificativos y juicios de gran parte de la sociedad.

La “promiscuidad” es una forma peyorativa de llamar a esta relativamente libre expresión sexual y afectiva; es mal vista, por parte de algunos grupos conservadores se cree que son relaciones con falta de valores, responsabilidad y conciencia.

Muchos detractores de estas prácticas se escudan en que la libertad sexual, trae consigo enfermedades de transmisión sexual, pero si algo tiene esta forma de vivir la diversidad, es claro que siempre es ética, consensuada entre los que participan y responsable en términos sexuales y afectivos.

Y para concluir abro una nueva pregunta ¿En qué momento dejamos de luchar por la aceptación, por nuestros derechos y nos convertimos en familias de revista?

Deseando tener una pareja que cumpla las normas sociales, políticas y religiosas específicas, normas que recordemos bien son contra las que luchábamos desde hace décadas, la superficialidad de las sociedades que ahora llega a todos los sectores, incluidos el nuestro (LGBTTTI).

En estos momentos la gran mayoría de nosotros, somos parte de estas reglas opresoras y heteropatriarcales que si no ponemos atención y dejamos de luchar pueden hacer un gran daño a la ya de por sí fragmentada comunidad LGBTTTI de todo el mundo.

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