Desde abril de 1928, los integrantes de la Sociedad de Estibadores de Rosario, a raíz de que los obreros no percibían aumentos de salarios desde hacía más de cinco años, comenzaron a llevar adelante medidas de acción directa, como paros, piquetes, marchas por las calles rosarina .
Jueves 7 de mayo de 2015
La provincia de Santa Fe, era gobernada por el Dr. Pedro Gómez Cello y su jefe de policía, don Juan Cepeda. En Rosario, las policías bravas estaban al servicio de los empresarios y de los caudillos de barrios, cada huelga obrera era vigilada y en varias ocasiones reprimidas, como en ese año cuando una concentración proletaria en la Plaza San Martín fue violentamente disuelta y apaleados sus dirigentes.
Por ese y otros motivos el “Comité Pro Presos” dio a conocer un manifiesto que entre otras cosas señalaba: “se pide se extirpe el régimen de torturas imperantes en la sección investigaciones de la Jefatura de Policía de Rosario, donde perdieron la salud y hasta la vida decenas de honrados trabajadores que no cometieron otro delito que expresar su finalidad ideológica en las tribunas públicas o en asambleas gremiales”.
Producto del conflicto de los portuarios, el 7 de mayo de 1928, las integrantes del “Comité de Mujeres de Portuarios”, resolvieron distribuir un volante en las inmediaciones del puerto, donde se puntualizaba que “Compañeros, nadie mejor que nosotras debemos apoyar esta huelga hasta ver coronadas nuestros esfuerzos, nadie como nosotras que sentimos el dolor en carne propia al ver que nuestras compañeras están en este conflicto y que sufren moral y materialmente. Adelante compañeros y compañeras. A luchar hasta vencer, aunque para ello tengamos que sufrir”.
En las primeras horas de ese día, dos trabajadoras del establecimiento industrial Mancini: Rosa Valdez y Luisa Lallana, se encontraban repartiendo la declaración entre los portuarios, cuando un rompehuelgas, de los tantos reclutados en Bahía Blanca y Buenos Aires, por las casas exportadoras de cereales, Juan Romero, proveniente de Avellaneda, increpo a Luisa Lallana y trató de evitar que esta continuara con la distribución del manifiesto, luego la hirió mortalmente con un disparo en la frente.
La joven obrera falleció por la tarde, y la indignación cundió por todo Rosario y se decreto la huelga general.
El periódico “El Comunista”, dedicó una edición para denunciar el crimen, y la Liga por los Derechos del Hombre envió un telegrama al gobernador de la provincia afirmando:
“Elevaba esa protesta indignada ante el crimen realizado en Rosario por la Liga Patriótica Argentina y Asociaciones del Trabajo, responsables de la situación actual. Pide cese inmediatamente amparo prestado a delincuentes enviados por ella al Puerto Rosario y ponga coto a desmanes de sus focos perturbadores”.
La Liga Patriótica que en su declaración inicial había puntualizado que se creaba: “Contra los indiferentes, los anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los agitadores sin oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni Ley, la Liga Patriótica Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden... No pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes”.
La FORA, el Partido Comunista y la Federación Obrera Local Rosarina llamaron a la huelga general para el día 9. Nadie trabajó esa jornada, los seis mil obreros portuarios, realizaron una manifestación imponente, que fue reprimida por la policía.
La agitación y el clima que se vivía en la ciudad, llevó a que ese día atracara en el puerto el explorador torpedero “Córdoba” y el cañonero “Independencia”, para reforzar la acción de la Subprefectura Marítima.
Luisa Lallana, tenía 18 años y fue velada en el domicilio de sus padres, Cerillo 158 bis. Tres horas antes del sepelio sus restos fueron trasladados a la sede de la Sociedad de Estibadores, en calle Chacabuco 1937. La manifestación que acompaño al féretro fue imponente, con más de 10.000 obreros, la policía reprimió el traslado hasta el cementerio La Piedad, en donde los discursos estuvieron marcados por la bronca, indignación, las ansias de lucha.
Había nacido hacia 1910. Obrera portuaria del establecimiento industrial Mancini dedicada a coser bolsas de arpillera para embolsar cereal destinado a la exportación, estaba afiliada a la Federación Obrera Local de Rosario, adherida a la anarcosindicalista Federación Obrera Regional Argentina (FORA).
Durante el sepelio, el poeta Oscar Adolfo Parody le dedicó estas palabras:
¡Caíste hermanita!
Caíste como caen los soldados valerosos…
Fuiste víctima del plomo homicida del krumiro…
de ese instrumento del capitalismo vil…(..)
Liga Patriótica, nombre asqueroso
Nombre que escupo en este instante…
Tú eres el verdugo abominable de la indefensa
Compañera que expiró…”
De esa manera, Luisa Lallana, pasó a integrar la lista de mártires de la clase obrera de Rosario, que se había iniciado cuando fuera asesinado Cosme Budislavich, durante el conflicto que en 1901, llevaron adelante los obreros de la Refinería Argentina del Azúcar.
Como ya hemos planteado en otros artículos, las clases dominantes en nuestro país, siempre han apelado a la violencia, para resolver y hacer frente a los conflictos y las crisis políticas, económicas y sociales.
Maldita esa maldita costumbre de matar.