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Red Internacional
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Segunda vuelta. El banquero Guillermo Lasso gana la elección presidencial en Ecuador

Con el 97% escrutado, Guillermo Lasso gana la segunda vuelta con más de 52 puntos contra el 47% de Andrés Arauz. Un primer análisis sobre el resultado de la elección presidencial en Ecuador.

Domingo 11 de abril de 2021 23:18

A pesar de que el candidato del correísmo, Andrés Arauz, había ganado la primera vuelta con más de 13 puntos sobre el resto de los candidatos, en el balotaje se terminó imponiendo el candidato de la derecha ecuatoriana. Guillermo Lasso contó con el apoyo del establishment empresarial y político que empujó para que fuera el banquero neoliberal el que dispute la segunda vuelta contra Arauz, dejando fuera de juego a Yaku Pérez.

El triunfo de Lasso es celebrado por la derecha regional como la contratendencia a lo que se venía observando en Latinoamérica en las últimas elecciones, como las de Bolivia o de Argentina.
Recordemos que luego del período de los llamados gobiernos progresistas, se suscitaron diferentes giros a la derecha en países como Argentina con la derrota del kirchnerismo y la llegada de Macri al Gobierno, Brasil luego del golpe institucional que abrió el camino para el triunfo electoral de Bolsonaro y el caso del golpe de Estado en Bolivia. La desastrosa gestión y el endeudamiento permitieron un retorno, en algunos países, de candidatos o partidos con vínculos con el viejo progresismo, como se vio en Argentina y Bolivia.

Que un banquero como Lasso haya ganado en estas elecciones pueden tener una primera explicación, por un lado, la imposibilidad del correísmo de presentar un proyecto renovado luego de años de Gobierno, que al final de cuentas solo fueron promesas incumplidas de la llamada “revolución ciudadana”.

Arauz, como "delfín" de Correa, estaba representando la vuelta a años de un proyecto que bajo la declamación de una "revolución ciudadana" no transformó las bases estructurales de dependencia del país, años en que se mantuvo disciplinadamente la dolarización, impuesta por el expresidente Jamil Mahuad como parte de un salvataje a los grandes bancos, mantuvo el extractivismo e incluso aplicó medidas represivas y autoritarias contra sectores sociales como el movimiento indígena.

Por otra parte, también marcó la elección el desastre del Gobierno de Lenín Moreno. Moreno llegó de la mano del propio Rafael Correa luego de haberlo acompañado durante seis años como vicepresidente, y luego de distanciarse del propio Correa llevó adelante un Gobierno claramente antipopular y fuertemente represivo, con pactos con el FMI con quien acaba de negociar un reciente acuerdo, lo que se sumó al desastre del manejo de la pandemia.

Arauz fue visto como la vuelta al proyecto correista sin ser capaz de presentar una alternativa clara a la situación actual y generar nuevas expectativas con un discurso de "volver a tiempos mejores", lo que de conjunto se terminó expresando en este resultado electoral y permitió que Lasso se haya fortalecido por la polarización.

Todo el período previo a estas elecciones, tanto en la primera vuelta como durante el período preelectoral en la segunda vuelta, primó un correismo y anticorreismo para polarizar la elección ecuatoriana. Así, la campaña electoral se vio cruzada por dos relatos, el que apoyaba al correísmo y con distintas variantes una oposición anticorreista durante la primera vuelta, que se profundizó en la segunda.

En esa situación la candidatura de Lasso logró conseguir el apoyo del candidato de "Izquierda Democrática", el derechista Xavier Hervas, sorpresa en las elecciones del 7 de febrero al lograr poco más del 15 por ciento de los votos, aunque no del partido que se desligó de dicha postura, rechazando un respaldo a la candidatura de Guillermo Lasso.

Mientras que algunos datos, como el voto nulo que llega al 16,19%, podrían indicar que Andrés Arauz no logró conquistar una parte del sector que apoyó a Yaku Pérez, el candidato del partido indígena Pachakutik que en la primera vuelta había culminado como tercera fuerza. Algunos sectores vieron la candidatura de Pérez como la aparición de una "nueva izquierda" ecuatoriana, lo cierto es que el excandidato llamó a anular el voto para no apoyar a Arauz, mientras muchos recordaron declaraciones de apoyo a Lasso en elecciones anteriores.

El panorama para el nuevo presidente no es fácil. Actualmente Ecuador tiene una deuda externa de 52.000 millones de dólares. Incluso después de los préstamos multilaterales el año pasado, Ecuador necesitará más de 7.000 millones de dólares en un nuevo financiamiento en 2021, según un informe del FMI. La condición a cambio sería que el país acepte recortar su déficit presupuestario a un objetivo de $ 2.800 millones este año desde $ 7.200 millones en 2020. Es decir, un gigantesco recorte y ajuste en el gasto público.

Para los grandes empresarios y la banca internacional el costo de las consecuencias de una pésima gestión de la pandemia debe ser pagado por los trabajadores y el pueblo pobre. El reclamo es más ajustes a fin de no tocar las ganancias de los capitalistas. Y esta es la agenda que intentará imponer Guillermo Lasso.

Aunque hay que destacar que Guillermo Lasso no tiene el suficiente peso en la Asamblea Legislativa, y el correísmo obtuvo la mayor cantidad de bancas, pero sin mayoría propia. Se verán realineamientos políticos frente a este triunfo de Lasso en el Parlamento.
El nuevo presidente deberá buscar alianzas con los demás partidos para poder tener aprobación en sus proyectos de ley por parte de la asamblea, dado que la mayoría de asambleístas pertenecen al bloque del correísmo, seguidos del partido Pachakutik e Izquierda Democrática, partidos que en esta segunda vuelta expresaron no estar a favor de Lasso.

Pero por otra parte y fundamental, la agenda de Lasso tendrá la mayor dificultad en las calles. Las condiciones que llevaron al estallido social de octubre del 2019 se han agudizado con la pandemia, y las masas no están dispuestas a sufrir nuevos ataques. Esas movilizaciones de octubre del 2019 marcaron y marcan el camino de cómo enfrentar la crisis nacional, así como los ataques que vendrían del nuevo Gobierno.

La situación política más general, que sigue marcada por las consecuencias del estallido popular de 2019, prevén un Gobierno débil de la derecha neoliberal con Guillermo Lasso. El Parlamento ha quedado dividido, por lo cual el próximo presidente deberá encarar duras negociaciones para conseguir aprobar leyes. La situación económica que sigue en franco deterioro y la deslegitimación popular que afecta a ambos proyectos políticos, ninguno de los cuales representa una alternativa para las masas trabajadoras, hacen pensar en un pronto retorno a la inestabilidad política tras el trámite electoral.