Viernes 5 de septiembre de 2014
Fotografía: Reuters
En los Estados Unidos se está desarrollando una fuerte inversión para la extracción de shale gas. Esto le permite dar un vuelco exportador y potenciar el desarrollo de su industria petroquímica y de fertilizantes. Europa pierde más terreno, mientras se cuela el conflicto ucraniano. Malas noticias para el gobierno argentino: el gas importado lo seguirá pagando carísimo.
La explotación de las reservas de gas de esquisto (shale gas) en los Estados Unidos pegó un vuelco extraordinario a partir de 2008. Desde ese año comenzó a invertir en la segunda cuenca de shale gas más grande del mundo, en su propio territorio nacional. El aumento de la producción de gas en este país hundió los precios de esta materia prima desde 2009, mientras los precios del petróleo seguían subiendo. Para tener una idea, el gas natural estadounidense se vende por un tercio del precio en Europa y un quinto del de Asia. En Argentina, el gas importado es 5 veces el precio estadounidense.
La potencia mundial desarrolló una verdadera burbuja de inversiones para la extracción del recurso y en la industria química y petroquímica. En 2013 fueron más de 75 mil millones de dólares, y en lo que va de 2014 ya son 40 mil millones de dólares. Para dar una dimensión, el año pasado se invirtieron algo así como 50 veces lo que proyecta invertir Chevron en Vaca Muerta para los próximos años. Pero no solo se trata de esto. La apertura en tijeras del precio del gas con el del petróleo deja por detrás a la producción petroquímica europea: los crackers norteamericanos de gas etano son más competitivos que los crackers de nafta en Asia y Europa. En el Viejo Continente, donde no se permite en varios países la extracción vía fracking, desde 2008 ya cerraron 15 refinerías debido esencialmente al cierre importador en Estados Unidos.
Surge la duda de si no va a explotar la burbuja una vez que el precio del gas suba en EEUU, sobre todo debido a que la producción de fertilizantes y plásticos no puede absorber toda la oferta y la exportación de gas suba el precio del mercado interno. Pero las inmensas reservas del suelo le dan confianza a los inversores capitalistas. Es que cada vez que el precio tiende a subir se abre una nueva fuente que aumenta la producción volviendo a la situación anterior. EEUU es el segundo país con mayores reservas de shale gas después de China. Le sigue Argentina con Vaca Muerta. Pero en norteamérica, hoy por hoy, EEUU paga su gas a 4 dólares por millón de BTU. El precio que paga Argentina por cada buque metanero que importa, en 2013, fue entre 17 y 20 dólares el millón de BTU.
Mientras Europa vive la crisis económica más importante de la segunda post-guerra, la caída no parece tener fin. El boom gasífero norteamericano hizo cerrar las exportaciones europeas, y a eso se le suma los peligros reales de que Rusia corte el suministro de gas dado el conflicto ucraniano. Una interrupción del suministro hará que Europa tenga que salir a importar el commodittie compitiendo en un mercado más estrecho. El valor del GNL podría dispararse por las nubes. Europa consume de Rusia el equivalente a una tercera parte del total del gas que usa anualmente. Inclusive esto tiene como agravante que el gobierno de Kiev no pagó su última compra de gas ruso, con lo que Putin amenaza con el corte.
A su vez Rusia gana posiciones contra las sanciones económicas de la UE a partir del mega acuerdo de Gazprom con la CNPC China. El contrato por suministro gasífero entre Putin y Ji Xinping que comenzará a rodar en 2018 es el más grande en la historia del rubro energético. Se estima de unos 400 mil millones de dólares. Mientras para China significará un refuerzo a su consumo energético, a Rusia le permitirá diversificar socios comerciales. Y este contrato refuerza su posición en el conflicto con Ucrania y la UE.
Estas noticias no son muy alentadoras para el gobierno de CFK. Los ritmos de inversión en Vaca Muerta no podrán garantizar que el gobierno pueda bajar la sangría importadora del GNL más caro del mundo por varios años más.