El estudiante italiano Giulio Regeni fue secuestrado, torturado y asesinado en Egipto. Una filtración anónima implica a la cúpula policial y militar. Italia llamó a consultas a su embajador.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Miércoles 13 de abril de 2016
El estudiante de 28 años estaba en Egipto investigando para su tesis doctoral en Cambridge la emergencia de nuevos sindicatos independientes en Egipto, críticos con el régimen del dictador Al Sisi. Había participado de algunas asambleas de ese movimiento sindical y preparaba entrevistas con activistas.
El 25 enero de 2016, en el quinto aniversario del levantamiento de la Plaza Tahrir, Giulio Regeni desapareció. Su cuerpo fue encontrado días después con signos de una brutal tortura. Su familia y amigos están luchando por el castigo a los culpables, mientras el Estado egipcio se niega a entregar pruebas y encubre el crimen.
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El 6 de abril, el diario italiano La Reppublica, publicó el contenido de un mail anónimo recibido por su redacción, con una denuncia detallada que involucra directamente a la policía y los servicios secretos en el secuestro, torturas y asesinato de Giulio Regeni.
La filtración anónima relata la historia de lo que ocurrió con Giulio entre el 25 de enero, cuando fue visto por última vez, y el 3 de febrero, cuando su cuerpo fue encontrado en una zanja, semidesnudo, con signos de brutales torturas, golpes y todas las uñas arrancadas.
El periodista italiano Carlo Bonini aclara que el mail recibido detalla información sobre el tipo de torturas que no han sido de público conocimiento y que solo podrían ser conocidas por alguien que hubiera sido testigo de los hechos.
El informante asegura que la orden de secuestrar a Giulio provino directamente del general Khaled Shalabi, jefe de la policía criminal del departamento de investigaciones de Giza. Según el relato, Giulio fue sometido a un ciclo de torturas progresivas, siendo interrogado por su relación con los dirigentes sindicales del movimiento de sindicatos independientes.
Después de tres días de torturas, continua el relato, el ministro del Interior habría decidido remitir el asunto al general Ahmad Jamal ad- Din, quien a su vez informó a Al Sisi, y se ordenó el traslado del estudiante a la sede de los servicios de inteligencia militar, en la ciudad de Nasr, para que fuera interrogados por ellos. Allí Giulio es amenazado y sometido a nuevas torturas, “golpeado con una especia de bayoneta”, dice el anónimo, un detalle que el periódico italiano señala como otro dato que no podría conocer más que un testigo de los hechos.
La veracidad de lo que se asegura en este mail no está comprobada aun, pero lo cierto es que, a dos meses del asesinato de Giulio, los investigadores italianos se han encontrado con múltiples trabas y obstáculos por parte de las autoridades de Egipto para descubrir la verdad. Por ejemplo, se han negado a entregar los registros telefónicos pedidos por la fiscalía italiana y han tildado el pedido de "inconstitucional" e "ilegal".
Otros detalles evidencian el intento de hundir la investigación: ante el pedido de las cintas de video de las cámaras cercanas al metro de El Cairo, donde supuestamente estuvo Giulio el 25 de enero, la respuesta fue que ese día ninguna de las cámaras funcionaba.
Una crisis diplomática entre Italia y Egipto
Paola Regeni ha realizado declaraciones conmovedoras ante la prensa italiana sobre la muerte de su hijo.
“Murió bajo torturas. Y lo que están diciéndonos nuestros amigos desde Egipto es que lo mataron como a un egipcio. (…) Quiero hablarles de Giulio. Él no era un periodista. No era un espía. Era un joven del futuro. Han visto sus fotos. Su hermosa cara, siempre sonriendo, una expresión abierta, su postura. Su última foto fue tomada el 15 de enero cuando cumplió 28 años y diez días antes de su desaparición. En esa foto, una foto feliz, estaba con amigos en El Cairo, comiendo pescado. Se estaba divirtiendo. (…) Para nosotros, ahora esa imagen se superpone a otra. La de su rostro cuando lo trajeron desde Egipto. (…) No les contaré lo que hicieron con su rostro. Solo diré que habían descargado todo el mal del mundo sobre su cara.”
Las declaraciones de la madre de Giulio han despertado un sentimiento de empatía e indignación en miles de personas que presionan al gobierno de Italia para que impulse la investigación de la verdad.
Esta semana el gobierno italiano convocó a consultas a su embajador en Egipto, una medida que solo se toma en momentos de importante tensión diplomática. Renzi está presionado por una opinión pública furiosa por el brutal asesinato de Giulio y por la complicidad del régimen egipcio, evidente a todas luces. La familia y amigos del joven han cosechado amplios apoyos a nivel internacional, con actos en decenas de ciudades y peticiones por parte de la comunidad universitaria en Reino Unido e Italia.
Sin embargo, el gobierno de Renzi fue uno de los primeros en apoyar al régimen de Al Sisi, quien llegó al poder en Egipto después de un golpe de Estado en 2013. Las desapariciones, asesinatos y torturas de miles de opositores han sido el sello de identidad de este régimen represivo, que aun así es considerado un “aliado estratégico” por Estados Unidos y los gobiernos europeos. Tan solo en 2015 se han denunciado 464 desapariciones forzadas y 676 casos de torturas en Egipto, segun declaraciones de Amnistía Internacional en Italia.
El próximo 18 de abril, el presidente francés François Hollande llegará a Egipto en una visita oficial. Estará acompañado de una nutrida delegación de empresarios galos, dispuestos a hacer “buenos negocios” con la dictadura egipcia. Hollande firmará un nuevo acuerdo de venta de armas a Egipto, ampliando el contrato que firmó hace un año. Cuando los elegantes hombres de negocios y Hollande brinden con champagne francés junto a los generales egipcios, nadie querrá escuchar el nombre de Giulio Regeni. Pero nosotros no lo vamos a olvidar.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.