Como si fuera una suerte de escudo, el anteproyecto constitucional se está transformando en la única defensa plausible para el oficialismo contra la gran cantidad de enmiendas que el bloque derechista envió para la discusión en el consejo constitucional. Su discusión no es un problema de “tejo pasado” sino del proyecto conservador y regresivo que quieren imponer. ¿Es el único camino para evitar el desastre negociar con la derecha o terminar rechazando?
Jueves 20 de julio de 2023
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Boric en la instalación del Consejo Constitucional
Ayer fue la jornada de análisis de las más de 1000 enmiendas que los distintos partidos con representación en el consejo constitucional hicieran en la noche del día martes. Desde el oficialismo han acusado que las enmiendas del Partido Republicano representan retrocesos importantes en materias como derechos humanos, laborales, culturales, económicos y sociales entre otros, pero al parecer la única opción para hacer frente a la ofensiva derechista seria el intentar negociar con el ala “razonable” de la derecha, es decir: la UDI, RN y Evopoli.
Pero esta estrategia de negociación ya partió con dos pasos atrás, ya que en una decena de puntos (aborto, educación, huelga y otros) los partidos de derecha ya dejaron claro que comparten un proyecto común, por lo que apelar a su “espíritu democrático” es de mínima ingenuo.
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La segunda opción del oficialismo es apelar al anteproyecto, un documento negociado entre cuatro paredes por miembros elegidos a dedo, donde la derecha también tuvo una mayoría que finalmente legitimó varios de los pilares del modelo heredado de la dictadura y que ahora quieren robustecer.
El gobierno se encuentra entre la espada y la pared, en el sentido de que para cualquier escenario deberán hacer algún trato con la derecha ¿para qué? para que el texto final no sea tan terrible, no tan pinochetista, otra demostración de su nefasta política de “en la medida de lo posible”, y lo peor pesa sobre ellos un “deber democrático” de que si están participando, deben hacer lo mejor posible porque ese buque (la nueva constitución) llegue a puerto (se apruebe) aun cuando traiga una carga rancia.
Por otro lado la derecha sabe el embrollo en el que está el gobierno, sabe que le abrieron una oportunidad histórica para imponer su proyecto conservador e incluso ir más allá, haciendo retroceder muchos de las conquistas en derechos sociales conquistadas o reconquistadas en décadas luego de que el golpe barriera con todas ellas.
No por nada el Republicanos, la UDI y RN han instalado activamente un discurso conservador, volviendo a instalar la “moral”, su moral, como si fuera algo universal, sin considerar que la gente no votó para imponer la moral de nadie, sino haciendo eco de problemáticas sensibles y un descontento que hoy se canalizó por derecha.
Además, las Iniciativas Populares de Norma que revisará el consejo, casi en su totalidad fueron impulsadas por la derecha y ya están varias de ellas incluidas entre las enmiendas (como la inclusión en la constitución del sistema de AFP, la privatización de la Salud, o el rechazo a la educación sexual en las escuelas) por lo que no hay mucho espacio para que iniciativas impulsadas por sectores ligados al oficialismo vean la luz, como los organismos dirigidos por el gobierno, como la CUT o la FECH que tratan de legitimar este nuevo fraude a los ojos de la población a través de estas "Iniciativas".
De conjunto el debate de las modificaciones que comenzó hoy, es finalmente el intento de la derecha de imponer un proyecto regresivo en término de derechos y conservadora en términos morales, que vaya en beneficio de la elite política y económica del país y que por mucho que reclame el oficialismo, si se llegó a este punto es por su propia responsabilidad en haber fortalecido el discurso derechista desde que asumió el gobierno hace poco más de un año y medio, y que luego solo fue profundizando.
Frenar a la derecha no se logrará dialogando con el sector menos rancio, ni tampoco con amenazas de acciones que no llegarán como lo hizo el PC cuando señalaba que había que “rodear la convención”. La derecha está envalentonada y la única forma de hacer que de pie atrás es a través de la movilización, de que la clase trabajadora y los sectores populares impongan una agenda propia donde sus problemas más acuciantes sean la prioridad a resolver.
Movilizaciones como la convocada por el NO + AFP deben marcar un camino donde se recupere la agenda de los problemas profundos que afectan a millones de trabajadores y jubilados, pero estas no pueden ser para esperar a que el gobierno actúe, es necesario que los sindicatos tomen en sus manos la agenda política, que la CUT rompa su colaboración con el gobierno y deje de avalar los proyectos del gobierno como fue el fraude de las 40 horas que escondía todo el plan de flexibilización laboral que buscaban hace tiempo las patronales o la reforma previsional que entró a discusión en el Parlamento.
Hay que seguir el ejemplo de los profesores que vienen movilizándose por sus reivindicaciones, pero el llamado a paro debe transformarse en el punta pie inicial de un plan de lucha que busque acabar con la educación de mercado, la misma que intenta defender la derecha en el debate constitucional.
Solo este camino puede fortalecer la confianza de la clase trabajadora y los sectores en sus propias fuerzas y no esperar pasivamente a que el conflicto se resuelva en los pasillos del excongreso nacional.