El cese de operaciones anunciado por la aerolíneas LATAM en Argentina y la pretensión de dejar en la calle a más de 1700 trabajadores y trabajadoras es un caso testigo en varios sentidos. No sólo por la práctica empresaria de cerrar sin contemplaciones, sino por los fundamentos que dio la empresa para tomar tremenda decisión y que constituyen una extorsión con todas las letras. La carta pública de la directora ejecutiva, Rosario Altgelt, a sus “colaboradores” -que es como denomina empleados en relación de dependencia- dice: "Nuestro gran desafío en la Argentina siempre fue conseguir la sustentabilidad de las operaciones, para lo cual resultaba imprescindible acordar nuevas dinámicas en materia de productividad, competitividad y eficiencia"; y cierra: "Sin embargo, cada iniciativa asociada a estos objetivos fue consistentemente resistida”. De las sesenta páginas que ocupa el escrito presentado por la empresa y sus abogados ante los ministerios de Trabajo y de Transporte, más de cincuenta están dedicadas a explicar por qué los problemas de LATAM Argentina tendrían su causa en la imposibilidad de cambiar regresivamente las relaciones laborales. Algunos ejemplos de un sinfín de ítems que tiene la presentación que está dividida apartados de acuerdo a los gremios que tienen representación del sector: alegan que en algunas áreas, el personal tienen la imprudencia de tomarse una hora de descanso en vez de treinta minutos; que no pudieron lograr la multifuncionalidad y que, por ejemolo, el personal que realiza check-in embarque también se ocupara de los cobros; se propuso programar el inicio de turnos en todas las bases según la necesidad de operación e implementar turnos partidos ya que los de ingreso y egreso contaban con una variabilidad mínima (traducido: turnos rotativos, sin horario fijo, lo que implica que cada trabajador esté imposibilitado de programar su propia vida); no se pudo extender la jornada laboral -dice directamente- para algunos sectores; quieren aumentar la simultaneidad de atención de vuelos; que los técnicos pudieran abarcar una mayor cantidad de tipos de trabajos y dejar de desempeñarse en tareas a las que llama “estancas”; querían mayor disponibilidad para otorgar vacaciones (traducido: que se las den fuera de temporada) y francos compensatorios que en la ley Argentina –dicen- tienen como finalidad “corregir” el descanso no tomado ante el cumplimiento de funciones en un día; se propuso modificar el régimen de rotación de jornadas laborales, con una planificación que hubiera mantenido la cantidad de días de trabajo y de descanso (traducido: ¿los fines de semana?, bien gracias); crear nuevas categorías como la de “aspirante” que dure un año con menos derechos. Así llenaron cincuenta páginas con un verdadero manifiesto contra la legislación laboral. Eduardo Saab, delegado de LAN Argentina, me lo sintetizaba de la siguiente manera: “Quieren reconvertirse en una empresa ‘low cost’, (bajo costo) en todos los sentidos del término. En los hechos, implicaría un 50-60 % menos en personal”. Claro: fusionás tareas, comprimís turnos, agregás más actividades de cada empleado, reducís el descanso, las vacaciones y los francos, y te sacás de encima a la mitad de la gente, empeorando el servicio, obvio. En Argentina cuando empezó la pandemia, LAN ya había realizado un descuento compulsivo e ilegal de salarios y despidió a seis mil personas en todo el holding en la región (Brasil, Chile) y ahora anunció dos mil despidos más. Ahora, ¿LATAM es la excepción o la norma de lo que tienen en la cabeza y en sus planes las empresas? Más bien parece ser la avanzada de una línea general: aprovechar la pandemia para que salgamos de la cuarentena con una Argentina “low cost”. Recordemos algunos datos del contexto en el que esto se produce: los metalúrgicos están cobrando un 70% de su salario sobre el bruto gracias a un acuerdo que firmó Antonio Caló y que incluye una cláusula que permite despedir a los contratados. Lo mismo, los representados por Armando Cavalieri, la Federación de Empleados de Comercio (FACEYS): fijó un descuento del 75% de los salarios netos. El inefable Luis Barrionuevo de los Gastronómicos firmó un acuerdo que permite suspender al 75% del salario. El SMATA firmó el pago de un 25% menos del salario neto a todo el personal, incluidos grupos de riesgo y embarazadas. Los petroleros también están sufriendo los convenios que alcanzan recortes salariales de hasta el 40%. En Vaca Muerta recibirán el 60% del salario. Los estatales son otro sector muy castigado, ATE y UPCN dejaron pasar las dos revisiones paritarias que estaban estipuladas (hubo despidos en municipios como Tigre, Avellaneda, en José C. Paz, pagos escalonados o recortes en Jujuy y Córdoba). Ahora se anunció que se abonaría en cuotas del aguinaldo a determinado grupo de trabajadores estatales. Éste es el marco en el que se produce la ofensiva de LATAM, no es un rayo en el cielo sereno, en todo caso un trueno en una tormenta perfecta. Un contexto en el que lo único que avanza a paso firme es un ajuste. Porque al impuesto a la riqueza -al aporte por única vez- parece que lo trae el General Alais (para los más jóvenes, Ernesto Alais era el militar a quien se ordenó la represión a la rebelión carapintada encabezada por Aldo Rico en los tiempos de Alfonsín: salió de Rosario, nunca llegó); a la “expropiación” -en realidad al rescate a Vicetin- la frenaron… ¿los dueños?, ¿el Poder Judicial?, ¿el banderazo de la de la derecha de ayer? No, Omar Perotti, gobernador de Santa Fe, parte de la coalición oficial (con el aval de Alberto Fernández). Todos los acuerdos laborales a la baja fueron homologados por el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, que es rapidísimo para firmar rebajas salariales o suspensiones, pero para pronunciarse de manera contundente ante una empresa como LATAM, … le cuesta más ¿Y la CGT? Sacó un solemne comunicado porque de los dirigentes de una central de la que nada se esperaba, por supuesto, nada está haciendo. ¿Cuál es el “mérito” de LATAM? Qué dice las cosas sin tapujos, sin pelos en la lengua. Pero el modelo de un mundo laboral “low cost” está en el corazón de la patria empresaria. Su ideal es que todo trabajador o trabajadora tenga las condiciones Rappi, Glovo, Uber, es decir, despojados totalmente de derechos: quieren la “uberización” de la clase obrera y esa es su Argentina viable. Por eso, quienes creen que están lejos de los precarios deberían mirarse en ese espejo. Los empleados de LAN eran considerados de los más privilegiados y hoy están ahí con un futuro incierto. Los precarizados o precarizadas, quienes se desempeñan todavía en la formalidad, que están “en blanco”; los contratados o tercerizados; los desocupados o las desocupadas; los subocupados y los que creen que son “independientes”; en definitiva, los trabajadores y las trabajadoras deberíamos tomar consciencia de que, parafraseando un dicho que se usó para otras circunstancias y para otras causas: A esto lo frenamos entre todos o no lo frena nadie.