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Editorial. El día después de mañana

Lo que dejó la campaña y lo que viene después del 19 N. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que ese emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.

Fernando Rosso

Fernando Rosso @RossoFer

Jueves 16 de noviembre de 2023 23:25

  •  Estamos prácticamente en el cierre de la campaña hacia la segunda vuelta del domingo y las cartas están bastante echadas. La realidad es que si los pronósticos sobre las tendencias de la opinión pública en general se tornaron bastante difíciles (la mayoría no acierta ni de cerca a lo que sucede efectivamente), en esta elección pronosticar es casi imposible. Entre otras cosas por la forma de la elección y en este momento de crisis de representación, mucha gente vota al “mal menor” y no necesariamente tiene ganas de salir a gritarlo a los cuatro vientos o a responder con orgullo en una encuesta. Hay números e interpretaciones para todos los gustos. Están aquellos que acentúan la cuestión matemática (los votos de Javier Milei sumados a los de Patricia Bullrich, que ahora son aliados alcanzan para ganar la elección) y están aquellos que destacan la cuestión más política: todos los problemas políticos que tuvo Milei y quienes lo rodean desde las primarias o más especialmente desde las generales hasta acá, que aportaron a generar un gran rechazo a su figura y a su fuerza política. El domingo se sabrá la verdad.
  •  Pero más allá de esto me interesa discutir determinados discursos que se terminaron de configurar en la disputa política y especialmente entre aquellos que tienen algún grado de politización o que su voz tiene algún peso en el escenario público.
  •  En primer lugar, ya se ha dicho, es completamente comprensible que muchas personas quieran votar contra Milei y especialmente contra Victoria Villarruel —aunque uno no comparta sus fundamentos— por lo que todos conocemos y por lo que desde este espacio en particular (o desde el espacio de la izquierda más en general) se combatió desde el minuto uno a esta derecha radicalizada, incluidos aquellos periodos en los cuales los que hoy la enfrentan, estaban alentándola por diferentes medios (armándole las listas, cuidando sus boletas etc.).
  •  Ahora, una cosa es eso (entre la “gente común” pongamos así) y otra muy distinta es “fingir demencia” entre personas que conocen un poco más cómo son las cosas y participan de una narrativa de “demonización” de un lado que tiene como contraparte un proceso de “angelización” del otro. El resultado más general es una “moralización” que a la vez despolitiza el conjunto del debate.
  •  Trato de explicarme. En la lógica de ese discurso, el “fenómeno Milei” pareciera un rayo en el cielo sereno de un sistema político y un sistema social que funcionaba a la perfección, una “democracia ideal” en la que de repente apareció un loco que quiere romper todos presuntos consensos. Esto oculta una la realidad: es un fenómeno político que es el producto de contradicciones sociales, económicas y políticas, desigualdades inauditas, malestares múltiples, que existían desde antes y que van a seguir existiendo después del domingo.
  •  En el mismo sentido, para lograr adhesiones en la disputa electoral, se suele sobredimensionar al “mileísmo en construcción” afirmando que ya tiene la fisonomía de un movimiento fascista o cosas por el estilo. A ver, no se puede negar que Milei o Villarruel no sean “fachos”, pero su movimiento no tiene hoy ese desarrollo y esa dimensión. Daniel Feierstein dice en su libro sobre el enano fascista que el fascismo viene a consolidar derrotas logradas antes (es todo debatible), pero si es así se dan por descontadas derrotas que no tuvieron lugar. Entonces, cuando se lo agranda porque se cree que de esa manera se lo combate mejor (contra los que “le bajan el precio”), con mayor o menor consciencia se lo está favoreciendo. Y lo peor de todo es que eso alimenta una narrativa que desarma políticamente a los sectores populares, verdaderos interesados en derrotar a Milei y su banda.
  •  Por otra parte, en espejo con esto, se “finge demencia” (o se “angeliza”) a lo que hay del otro lado. Insisto, se puede comprender la opción electoral, lo que no se puede hacer escamotear la verdad. Miren, el otro día conversaba con un asesor político que participó de aquel “massismo de los orígenes” (2013) y me decía —conociendo al personaje— esa especie “sergionauta” que se intenta armar a la cabeza de una cruzada civilizatoria es, de mínima, de una deshonestidad intelectual importante, tiene bastante poco que ver con el personaje real.
  •  Tomemos el debate, por ejemplo, en el punto de “seguridad” hubo una llamativa coincidencia cuando ambos revindicaron a Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York, autor intelectual de la doctrina de la mano dura y el punitivismo salvaje. A ver, supongamos que se despliega esta doctrina (en cualquiera de los dos casos) ¿qué creen que van a opinar sobre las “libertades democráticas” los jóvenes apaleados por Fuerzas de Seguridad armadas con esta doctrina en los próximos años? ¿Qué van a opinar de los “consensos democráticos”?
  •  Y esto se puede hacer extensivo al ajuste impuesto por el Fondo Monetario que genera y generará mayor precarización, pobreza, informalidad laboral etc., a la fisonomía y los personajes que suenan para la “unidad nacional” etc.
  •  Todas estas cosas no se pueden ocultar detrás de una “moralización” que demoniza o “buenifica” incluso más allá de las evidencias de la realidad. Entre otras cosas, ¿por qué? Porque esto alimenta el cinismo (“Mirá, si este que me quieren hacer pasar por el más bueno de todos, yo lo conozco”. Todos hacen lo mismo, la política resulta, en última instancia, una práctica de ocultamiento). Y como leí en un libro que me recomendaron recientemente y que trata sobre estas derechas: “El cinismo es una de las características centrales de la emocionalidad reaccionaria. De alguna manera, la reacción neoliberal encuentra en la masificación del cinismo una nueva forma hegemónica de tramitar el malestar en la cultura”. Lo que se dice o lo que se oculta, alimenta una práctica que no es neutral.
  •  Entonces, sí, es una obligación moral (porque es una obligación política) decir la verdad y mirar a la realidad de frente. Y esa realidad muestra que lo único que se puede pronosticar es la lucha. Ahí nos encontraremos desde el lunes —como siempre— para defender nuestros derechos, las libertades democráticas que supimos ganar, para enfrentar cualquier ajuste y para cambiar la realidad que nos trajo hasta acá.
  • Fernando Rosso

    Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.

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