La obra del dramaturgo Agustín Cuzzani, quien creó un nuevo género dentro de la obra teatral, la "farsátira", fusión de farsa con sátira.
Viernes 30 de agosto de 2019 22:30
"¡Qué extrañamente construido está el hombre, que puede soportar hasta lo insoportable!” Julius Fucik, (Reportaje al pie del Patíbulo)
El dramaturgo Agustín Cuzzani creó un nuevo género dentro de la obra teatral, la farsátira, fusión de farsa con sátira; teniendo en cuenta que Teatro significa Farsa en griego, y la Sátira es una manera de llevar a cabo la acción de modo que parezca una broma de mal gusto, una exageración, aunque posea un trasfondo sórdido que se refiere a una realidad aplastante.
Así es como Cuzzani presenta esta obra magnífica en donde la crítica al Capitalismo es el eje central. Para ello, toma una historia y la recrea: Cacho Garibaldi es el protagonista, un centroforward de un club de barrio—aunque de primera división—el Nahuel Athletic Club.
La trama de esta pieza de dramaturgia consta de tres actos, y quien presenta la obra es un vagabundo que duerme en la plaza lindera con la cárcel en donde se encuentra Cacho. Este filósofo errante oficia de prólogo, a la usanza del teatro griego. Narra lo que va a suceder, tal como lo hace el personaje del Prólogo en la ópera Pagliacci de Ruggero Leoncavallo.
“(…) Y ahora sí, vamos a nuestra historia. (Señala la ventanita.) ¿Ven, ven aquella ventanita iluminada? Allí hay un hombre que espera la muerte. ¿Ven ese patíbulo recién hecho? Pues allí lo van a colgar dentro de un rato. Bueno… eso ustedes ya lo saben puesto que han venido temprano para verlo. Pero lo que no saben, es quién es el hombre que allí espera la muerte. Les diré, ante todo, que se llama Arístides GARIBALDI. (A uno del público.) Sí, Cacho, como le decían sus amigos (…)”
El vagabundo duerme en el banco de la plaza en donde al amanecer, ahorcarán a Cacho Garibaldi bajo el título de “Ejecución de un peligroso delincuente”.
¿Qué ha hecho Garibaldi? Matar a Lupus, un millonario que compra personas famosas para tenerlas cautivas dentro de su mansión (de donde no se puede salir), exhibiéndolas como trofeos en vitrinas. Es un coleccionista de humanos VIP.
El Nahuel A.C. está endeudado. Cacho está dispuesto a hacer todo por su club, más de lo que ya hace. Le pagan poco, pero a él le importa su club más que sus finanzas. Están cuartos en el campeonato y todos los méritos del equipo pertenecen a su pie derecho, el mágico pie que patea la pelota.
Su tía Dominga intenta disuadirlo para que se deje comprar por un club más grande y así ganar más dinero, pero a Cacho lo mueve el amor, únicamente el amor y la lealtad.
“(…) OFICIAL I (adelantándose). — iSeñor GARIBALDI! Procedo a: notificar a usted una providencia recaída en el juicio seguido por "La Confianza S.A” contra Nahuel Athletic Club, sobre cobro ejecutivo de pesos. Dice así: El Oficial de Justicia de la Zona que corresponda, se constituirá en el domicilio del señor don Arístides GARIBALDI, jugador profesional de Primera División del Nahuel Athletic Club, y procederá a trabar embargo sobre su persona, con las formalidades de Ley y los recaudos de estilo. Notificará asimismo al embargado que, si dentro de cuarenta y ocho horas el demandado Nahuel Athletic Club no realiza el pago del capital reclamado con más intereses y costas, el jugador Arístides GARIBALDI será vendido y rematado en pública subasta al mejor postor. Dado, sellado y firmado en la sala de público despacho del Juzgado, en el lugar y fecha consignado ut supra.”
La desgracia es que no sólo Cacho es llevado por el oficial de justicia perdiendo su libertad, sino que el mejor postor resulta ser Lupus, el personaje que representaría la forma de Capitalismo más salvaje, el dueño de todo aquello que pueda pagar, aunque se trate de vidas humanas. Aquí vemos otra vez operando a la farsátira : Abiertamente, alguien que tenga el dinero requerido, puede comprar a un artista, a un deportista o científico y hacer con esas personas, lo que quiera. Si quiere ubicarlos en vitrinas para tener un museo viviente de celebridades, puede; está en todo su derecho gracias al libre mercado.
La farsátira lleva al extremo una situación para que el mensaje final sea claro sin ser anecdótico. En vez de tratar el tema de Garibaldi en formato realista, se apela a algo parecido al grotesco, pero a diferencia de este género, se condimenta con un contenido político más agudo.
Volviendo a Lupus, él posee en su colección a una bailarina notable, Nora Rodrigova—de la que Cacho se enamora y con quien planea darse a la fuga.
Lupus ve la oportunidad: planea cruzarlos, para así obtener un niño con las mejores cualidades de cada uno. Opera una suerte de remembranza ligera con Mengele.
El futbolista y la bailarina deciden escaparse para vivir su amor en libertad, pero dicho escape se frustra porque otro de los cautivos, el físico matemático Von Westerhausen, detona un explosivo y derrumba una pared por accidente, provocando que Lupus descubra el intento de fuga de los amantes. Lupus decide entonces trasladar a la pareja a un lugar más privado del palacio, pero Cacho se niega, a lo que Lupus responde con la decisión de separarlos y cruzar a Nora con King Kong. Cacho, fuera de sí, lo estrangula, es arrestado y condenado a muerte.
Desde su celda, Cacho pronuncia un monólogo final:
No importa que haya lobos* que quieran comprar la sangre y se apoderen de la alegría y la felicidad del hombre. Yo he luchado. He probado mis fuerzas y estoy seguro. Eso... no muere.
(Fragmento del monólogo final)
* Lupus es lobo en latín.
La crítica al sistema capitalista se muestra en toda la dinámica que la trama dibuja, así como en la caracterización de los personajes, y la muestra de cómo se castiga brutalmente a quien quiere salirse del sistema. Cacho Garibaldi es el chivo expiatorio que se usa para enseñarle a la población, al mundo entero, que el prestigioso futbolista tenía la obligación de estar en una vitrina exhibido si quien pagó por él así lo había decidido. No tenía derecho a rebelarse.
Entonces, la parte de farsa en esta obra es el hecho de que tales personajes no son sino un arquetipo, y la sátira radica en que aparecen personajes como los carpinteros que construyen el patíbulo cantando frases rimadas, a paso militar, mientras el guardia de la plaza está satisfecho con la cantidad de entradas que se han vendido para el gran evento—que dada la hora: el amanecer—no tenía prevista tanta concurrencia.
“(…) CORO. — Aserrín, aserrán... etc. (Caminan marcando el paso, giran un cuarto de conversión y quedan marcando en su sitio. Todos llevan a guisa de armas al hombro sus herramientas de trabajo.)
GUARDIÁN (Con una reverencia). — ¡Bienvenidos a esta plaza!
CARPINTERÍSIMO (a los carpinteros). — Carpinteros, ¡al—to! (El coro hace alto militarmente.) Señor Guardián: Somos los carpinteros encargados de levantar, en esta lubricana hora, el arco de frescas maderas que será el pórtico bajo el cual se lanzará un alma pecadora a las tinieblas profundas del Averno. (El VAGABUNDO levanta la vista, mira extrañado y sigue leyendo.) A la tétrica mansión de Hades, donde vagan en perpetuo silencio las sombras malditas de los castigados. (Hace una seña enérgica al coro.)
CORO (en su sitio). — ¡Aserrin, aserrán, aserrin, aserrán! (…)”
Los carpinteros son liderados por el Carpinterísimo, quien se comporta como lo haría un superior en rango dentro de la milicia. Y también se presentan abogados oscuros, urdiendo tramas siniestras para hundir a Cacho cada vez más.
El Nahuel Athletic Club solía ser uno de esos clubes que, sin tener renombre ni grandes aspiraciones, congregaba todos los domingos a sus hinchas que tenían como ídolo a un centroforward que venía quedándole grande a un equipo de tales características. No obstante, el centroforward era feliz allí, en un cuadro que a duras penas conseguía un lugar en la tabla de posiciones.
Hasta ese momento, todo marchaba bien, salvo las finanzas del club.
En ese momento empieza el desmoronamiento de la vida del futbolista que es comprado como si fuese una pelota, no como un jugador. Cacho pasa de jugar al fútbol a estar prisionero en un sitio en donde no puede jugar bajo ningún concepto, dado que su dueño no quiere que se estropee. Cacho pasa a ser una pieza de repisa de donde no puede salir a menos que mate a su captor; es lo que hace y llega al patíbulo a donde no habría llegado jamás de haber tenido la libertad de elegir.
Desde el comienzo de la obra, desde que el guardián de la plaza se muestra ansioso por ver la ejecución, desde que el vagabundo se pregunta si podrá seguir durmiendo en el mismo lugar en donde han ahorcado a un hombre, desde ese mismo comienzo, se observa que la libertad de Garibaldi no le importaba a nadie, ni a la tía Dominga. Ella lo quiere, pero lo que más parece importarle es que le paguen bien y por eso lo presiona, aparentemente con candor, pero lo hace.
La libertad es un bien muy preciado que el Capitalismo nos quita mientras creemos que somos libres. Pagamos por un poco de libertad que no es gratis; ergo, libres no somos. Compramos pedacitos de libertad cada vez que elegimos qué hacer en nuestros ratos de ocio, o cuando podemos ejercer nuestra profesión y oficio sin dejar la vida en el lugar de trabajo.
Nadie puede vivir—me refiero a sostenerse—sin generar algo que materialmente represente una ganancia para el sistema, y si uno se convierte en sujeto del interés de dicho sistema, pasa a ser propiedad privada de una entidad (empresas) o personas (millonarios-mecenas).
Cuzzani va al punto y lo hace con una mezcla de destreza en la rítmica musical a la hora de la presentación de otro elemento del teatro griego—el coro—usando a la vez un léxico que pasa del castellano más pulido al más ordinario, con la facilidad que sólo un dramaturgo de raza puede aprovechar. Porque el dramaturgo tiene en sus manos la herramienta del lenguaje teatral y la posibilidad del contenido político que no siempre puede decirse directamente sino metafóricamente. Tal es el caso de esta obra escrita en 1955, año de la llamada “Revolución Libertadora”, en donde había palabras que no podían aparecer en los textos sin que la censura operase. Había que poner la creatividad en las letras de tal manera que el público captara de qué se trataba la obra sin decirlo abiertamente. Por eso la farsátira, al verse tan surrealista, es clara en su mensaje, aunque éste se halle encriptado. A lo que voy es que, de haber escrito la misma obra en estilo naturalista (realista), no habría pasado la censura. Además, utilizando elementos absurdos, se apela más a la memoria visual y auditiva, por lo que la obra permanece presente por mayor tiempo en la memoria.