Desde la unidad 41 de Campana inició una causa penal contra quienes lo condujeron a prisión. Ahora quiere negociar, quizás por dinero. ¿Habrá recibido una sugerencia desde el Vaticano?
Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 28 de marzo de 2019 12:22
El cura Julio César Grassi, condenado a quince años de prisión por abusos sexuales a menores en su hogar “Felices los niños”, intenta volver a escena desde la cárcel. Ahora no se le ocurrió mejor idea que denunciar por “daños y perjuicios” a una variada serie de personas e instituciones a las que considera “culpables” de haberlo llevado a la situación en la que está.
Los acusados por Grassi son el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires, el Ministerio Público Fiscal, el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (Casacidn), Canal 13, el abogado Juan Pablo Gallego, el médico psiquiatra Enrique Oscar Stola y una de las víctimas de abusos sobre las que judicialmente el sacerdote quedó absuelto.
Con fecha 21 de marzo y a través del abogado “mediador” Edgardo Dayan, Grassi envió una carta documento a algunos de los acusados buscando llegar a algún tipo de arreglo que, eventualmente, lo lleve a retirar la denuncia por “daños y perjuicios”.
Apelando a artículos del Código Procesal Penal, en la letra chica de la carta Grassi pide que quienes concurran a la audiencia de mediación (propuesta para el 17 de abril al mediodía) lo hagan personalmente o en su defecto mediante un “apoderado” con “facultad de acordar transacciones”. Es decir, fiel a su estilo ofensivamente mercenario, el cura pretende entre otras cosas mucho dinero.
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Para el doctor Juan Pablo Gallego, la acusación de Grassi “constituye una grave maniobra de intimidación por parte de un delincuente sexual con condena firme que sigue gozando de aptitus eclesiástica y atemorizando a sus propias víctimas, a quienes también demanda. Además emplea para ello fondos cuyo origen se desconoce”.
El letrado asegura que de esta manera Grassi continúa “desde la cárcel con su derrotero delictivo. Es un ejercicio de poder inédito e ilegal. Desde la unidad penitenciaria en la que está alojado, sigue mostrando que no ha perdido ese poder que lo mantuvo como uno de los personajes importantes de la Argentina durante años”.
Por eso, dice Gallego, Grassi “debería ser aislado y controlado para hacer cesar su interminable raid delictivo”.
Por su parte el psiquiatra Enrique Stola comunicó a través de un mensaje a varios de sus allegados que “el condenado por abuso sexual y protegido de Francisco-que-es-Bergoglio me hace y nos hace juicio por ‘daños y perjuicios’ desde la Cárcel. En mi caso por ejercer mi profesión como médico psiquiatra de ‘Gabriel’, víctima por la que está preso el condenado cura. Es una intimidación y amenaza desde su celda”.
Vale decir que Grassi siempre fue un protegido de Jorge Bergoglio, quien no solo nunca lo excomulgó de la Iglesia católica pese a estar condenado por abusador sexual (con lo cual puede seguir dando sus misas y demás cuestiones litúrgicas) sino que hizo todo lo posible (sobre todo materialmente hablando) para lograr que el cura zafe de las instancias judiciales que lo llevaron a vivir su peor momento personal, condenado por pedófilo.
¿Habrá recibido algún nuevo asesoramiento desde el Vaticano para lanzarse a tan insólita empresa de denunciar a “Dios y María santísima” por supuestos “daños y perjuicios”? Probablemente nunca se sabrá. Secretos de confesión, que les dicen.
Mirá la carta documento
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).