A diferencia de las elecciones anteriores en este 2022 el debate sobre el derecho al aborto ha estado ausente en los discursos de los partidos mayoritarios, sin embargo este reclamo sigue siendo central en el movimiento de mujeres y sectores de juventud.
Miércoles 26 de enero de 2022
Lo mismo ha sucedido con la discusión sobre el ajuste del FMI, la dinámica de las instituciones de la democracia burguesa permite que temas fundamentales en la agenda política queden no sólo en un plano secundario, si no que del todo no forman parte de las discusiones.
Esto crea diferencias artificiales entre las distintas opciones, porque en realidad todas las candidaturas mayoritarias están de acuerdo en ajustar a la clase trabajadora y no temerán ni un segundo en comprometerse también con los intereses de la Iglesia Católica y las Neopentecostales.
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La situación del derecho al aborto en Costa Rica
Después de años de movilizaciones, el movimiento de mujeres logró la aprobación de la Norma Técnica para la Interrupción Terapéutica del Embarazo (ITE), pero ésta no sólo no se garantiza plenamente, sino que sigue siendo objeto de ataques por parte de los partidos religiosos y de derecha. Aunque sectores del PAC -partido del gobierno- se presentan como impulsores y defensores de la ITE, sabemos que fue la movilización la que obligó a Alvarado a firmar.
En países como Honduras, Nicaragua y El Salvador el aborto está prohibido sin excepciones, siendo éste último el país con una de las leyes antiaborto más estrictas del mundo, y donde existen casos de mujeres que han sido encarceladas por años o incluso décadas, por la interrupción de un embarazo. Costa Rica y Panamá incluyen protección de la vida y/o salud de las mujeres en sus legislaciones.
A pesar de los esfuerzos de las iglesias con su financiamiento y ventajas desde el Estado, sus partidos y aliados, con campañas como la del Frente Nacional por la Vida que busca revertir la ITE; la lucha por el derecho al aborto se fortalece en una nueva generación que no confía en las maniobras de partidos burgueses ni en el engaño del “mal menor”.
Las candidaturas presidenciales
Comencemos con el Frente Amplio, cuyas figuras centrales como Jose María Villalta, Patricia Mora ex ministra de la Condición de la Mujer en el INAMU y la diputada Paola Vega, llenan sus redes sociales con fórmulas abstractas en “defensa de los derechos humanos y de las mujeres”. Pero su programa de 10 puntos se limita a mencionar elementos sobre salud sexual y reproductiva que, si bien es cierto son parte de las deudas que tiene el estado con las mujeres, ignoran por completo la discusión más importante que ha colocado ese movimiento recientemente: el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Es cierto que las posturas de los religiosos Fabricio Alvarado (PNR) y Eduardo Cruikshank (RN) no tienen siquiera los “modales” de Lineth Saborío (PUSC) y José María Figueres (PLN), pero todos son enemigos de los derechos de las mujeres y personas LGBTI, por más que hablen de “jóvenes” en sus filas. Ni qué hablar de los libertarios reciclados como Eli Feinzag (PLP) Sergio Mena (PNG), cuyas prioridades están muy lejos de los problemas de las mujeres, menos las de clase trabajadora.
A excepción de la izquierda (Jhon Vega del Partido de los Trabajadores (PT) y Heidy Valencia del Nuevo Partido Socialista - Las Rojas) y algunos sectores feministas que participan a nivel provincial (Vamos), todo el resto del arco político que participa en éstas elecciones se ubica claramente en contra de nuestro derecho al aborto legal.
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Es necesario construir un Encuentro de Mujeres trabajadoras, jóvenes y campesinas que permita unificar los esfuerzos por defender y alcanzar el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito. Además de los reclamos que las mujeres han puesto sobre la mesa mediante la organización y movilización como la exigencia de justicia frente a los femicidios y las recientes marchas contra la violencia sexual y el accionar de la policía.
¡Aborto legal, seguro y gratuito! Ni una menos por abortos clandestinos, exigimos educación sexual científica, y la Separación real entre la Iglesia y el Estado.