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Red Internacional
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Migración. El desierto de Arizona, devorador de sueños

Más de 3,000 kilómetros dividen a México de EE.UU. Muchas personas arriesgan la vida cruzando a través del desierto.

Martes 22 de agosto de 2017

Estos miles de kilómetros de frontera no sólo funcionan entre dos países. Infinitas cantidades de drogas, armas, químicos, productos falsificados y cientos más de contrabando provenientes de todo el planeta cruzan a diario por diferentes métodos que las mafias fronterizas han desarrollado.

El intercambio incluye a más de 200 mil personas, según el New York Times, que cada año tratan de llegar a los Estados Unidos de manera ilegal para poder buscar un empleo.

Las condiciones por las que pasan los migrantes son deplorables y en muchas ocasiones mortales.

El cruce no es únicamente de mexicanos: sudamericanos, centroamericanos y asiáticos utilizan está vía para llegar a su destino. La policía y el gobierno mexicano fungen como un primer filtro, maltratando, golpeando, robando y violando derechos de los migrantes que muchas veces encuentran la muerte en manos de los carteles del narcotráfico y el crimen organizado mexicano.

Por si esto fuera poco al llegar a los puntos fronterizos los “coyotes” se llenan los bolsillos con el dinero y la esperanza de las personas que alquilan sus servicios sin saber realmente si van a encontrar un pase para el “otro lado”.

Existen decenas de maneras de cruzar. Todas son completamente peligrosas, ya que el destino de las personas es lo que menos le interesa a los coyotes, quienes en múltiples ocasiones abandonan a su suerte a los migrantes e incluso los guían con mentiras a una muerte segura.

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Es el caso de las personas que intentan cruzar cada semana por el desierto de Arizona. En un reportaje reciente del diario inglés The Guardian relatan la historia de un migrante fallecido en su intento por cruzar.

La historia de Filadelfo

Filadelfo Martínez Gómez, un joven hondureño de 25 años, fue encontrado bajo un árbol sin vida por deshidratación por un grupo de voluntarios llamados Águilas del Desierto.

Las Águilas son una Organización No Gubernamental (ONG) estadounidense que se dedica una vez al mes a buscar migrantes en el desierto, así como cadáveres y cualquier información, teléfonos celulares, carteras, identificaciones que puedan ayudar a dar con el paradero de algunas de las personas que se juegan la vida ahí.

Filadelfo fue encontrado sin vida con una identificación que fue publicada por redes sociales en páginas de Honduras y así es como se pudo dar aviso a los familiares que contaron que él había salido de tu tierra natal en 2015 para cumplir el sueño americano, después de una parada de un año en México, decidió emprender el viaje con un compañero a Estados Unidos.

Por medio de una llamada telefónica a su hermana, a quien advirtió, como los miles de migrantes “si no marco en dos meses significa que estoy muerto” se despidieron y siguió su camino hacia el norte. Fue la última vez que se comunicó.

Los voluntarios de Águilas del Desierto cuentan que es muy común que los coyotes lleven a la gente a algún punto del desierto. Los abandonan a su suerte con únicamente dos botellas de agua para sobrevivir en un camino donde en ocasiones se pueden llegar a contar diez días. Además, no existen señalizaciones en el desierto y en muchas ocasiones se pierde el sentido de orientación.

Incluso ellos que van preparados han llegado a pasar por deshidratación y malestares en una jornada de búsqueda de algunas horas.

En el desierto de Arizona, según cifras oficiales hubo 322 muertes en 2016. Se cree que no representa números reales y que incluso está muy por debajo.

Estos números únicamente representan a los cuerpos que son recuperados pero se dejan sin contabilizar los cientos de desaparecidos y las osamentas incompletas que se encuentran a lo largo del desierto. Se cree que bajo los árboles y arbustos debe de haber muchos cuerpos más.

Las políticas de criminalización a los migrantes, impuestas por el gobierno de Donald Trump -y antes el del demócrata Barack Obama- son las culpables de las muertes de los que buscan una mejor vida en el mundo.

Ningún ser humano es ilegal, lo ilegal son las fronteras, las divisiones, el racismo y la falta de un trabajo digno. Son los grandes empresarios y los títeres de toda la clase política, que viven del trabajo precario explotando a los demás, los culpables directos del éxodo y muerte de cientos de miles.

Multipliquemos las voces contra la criminalización de los migrantes, el muro y las deportaciones a un lado y otro del río Bravo.