Este problema no es nuevo, llevamos más de 30 años viendo cómo los gobiernos de turno descuidan y abonan al desmantelamiento del sector salud.
Domingo 29 de marzo de 2020
El año pasado, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) recibió 1444 solicitudes para ingresar a estudiar medicina; aceptaron solo a 70 estudiantes, es decir, el 90% de los aspirantes fueron rechazados.
En Ciudad Juárez nos faltan un mínimo de 200 especialistas para atender a los trabajadores de la industria maquiladora que puntualmente reciben su descuento del IMSS, y nuestra Universidad solo permite a una élite estudiar una carrera, que dicho sea de paso, cobra las colegiaturas más caras de las carreras que oferta una de las universidades públicas más caras del país.
¿Cómo puede ser esto posible en una ciudad que presenta un déficit de médicos y enfermeras?
Este problema no es nuevo, llevamos más de 30 años viendo cómo los gobiernos de turno descuidan y abonan al desmantelamiento del sector salud, pero el problema se agravó en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), cuando se desató la supuesta guerra contra el narco.
En este contexto de violencia desbordada, los médicos no escaparon a la violencia (extorsiones, asesinatos, secuestros a manos de fuerzas criminales y estatales). Fue este sector y en general las clases medias de la ciudad, las que pudieron en gran medida migrar a El Paso, Texas o al interior de la república y no pocos mandaron a sus hijos a estudiar al centro del país (CDMX, Veracruz), mientras las acorraladas clases subalternas y sus hijos crecieron y no pocos murieron en medio de las balas.
Así fue que para los médicos y especialistas lógicamente no resultaba atractivo venir a trabajar a una ciudad bañada en sangre.
Durante años una Ciudad de más de un millón de habitantes se las ha tenido que ver con la falta de urólogos, oncólogos, etc.
Todavía hoy los estudiantes de medicina y los profesionales de la salud ven con temor prestar sus servicios en la sierra de Chihuahua. Los secuestros, extorsiones y violaciones son un riesgo constante. Así, también los maestros de Chihuahua recientemente se manifestaban por la ausencia de servicios médicos en sus zonas de trabajo, para ser atendidos deben bajar a Chihuahua o Ciudad Juárez.
El noroeste del Estado, por ejemplo, solo presenta una pequeña clínica del Issste. En la ciudad de Nuevo Casas Grandes, por ejemplo, si requieres cita, hay que hacer fila antes de las 7 am y aun así corres el riesgo de no alcanzar consulta con el médico general (dos por turno).
Los especialistas atienden solo en la capital o Ciudad Juárez. En esta ultima ciudad, habrá que decir que la apertura de una nueva clínica fue el resultado de una activa lucha del magisterio por mejorar el servicio.
Hoy el alcalde de Ciudad Juárez sale públicamente a anunciar de adquisición de material médico para la crisis sanitaria en puerta, pero hace a penas unas semanas los servicios médicos subrogados al Hospital Poliplaza Médica operaban con un déficit de 40 millones de pesos anuales.
En Juárez, durante la administración federal de EPN también se medio construyó un nuevo hospital, el cascaron sigue ahí, el presupuesto se asignó pero nunca se terminó.
Al igual que en otras ciudades del país, el proceso de desmantelamiento de la sanidad pública y del Seguro social avanzó a pasos agigantados, de la mano de reformas legales que el gobierno de la 4T no ha revertido hasta ahora.
Así también habrá que denunciar que hay una especie de mafia incrustada en el sector salud, que se beneficia de este proceso de privatización y que también tiene una mano en el Instituto de Ciencias Biomédicas de la UACJ, desde donde se impulsa una visión mercantilista y elitista de la salud, y donde el abuso estatal se deja sentir descargando jornadas de trabajo inhumanas y no remunerado sobre la espalda de pasantes cuya educación les hace romantizar este abuso en aras de un futuro con mejores condiciones laborales que las más de las veces ya no se concretiza.
Podemos intuir fácilmente que esta mafia está conectada con los grandes negocios hospitalarios y farmacéuticos.
Se han desmantelado los hospitales del IMSS, dándoles un bajo presupuesto, una mala administración y mediante robos descarados. Los equipos de radiología obsoletos, los quirófanos sin funcionar, los laboratorios sin equipo suficiente y los salarios de los profesionales de la salud, tanto médicos (as) como enfermeros(os) con salarios depreciados que no se ajustan a su entrega y esfuerzo.
Esto da pie a que el IMSS tenga que subrogar estudios, análisis y hasta intervenciones quirúrgicas en los hospitales privados que terminan absorbiendo el presupuesto de la salud pública.
Hay pues una mafia en el sector salud conectada a las transnacionales de la salud que le apuestan a la privatización para beneficiarse de ella, que ideologiza desde las aulas de las universidades y que premia con migajas a los médicos “emprendedores” para posicionar el discurso de que el IMSS no sirve, y de que hay que privatizarlo. Lo llevan intentado desde hace varios sexenios y los resultados de esta rapiña a la seguridad social y a los derechos de los trabajadores los veremos, lamentablemente, en la negligencia médica ante la insuficiencia del sistema de salud y el riesgo de un alto número de muertes en esta contingencia sanitaria por el Covid -19.
Desde La Izquierda Diario y el Movimiento de Trabajadores Socialistas lo decimos fuerte y claro: La salud no es un negocio, nuestras vidas no son una mercancía. Nuestras vidas valen más que sus ganancias.
A ti, trabajadora o trabajador de la salud y usuarios de la frontera y los estados del Norte del país, te invitamos a enviarnos tu testimonio o denuncia a este medio.