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Red Internacional
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CORONAVIRUS Y SECTOR SOCIAL. El día a día de un educador de CRAE en tiempos de coronavirus

La precariedad que viven los trabajadores y trabajadoras de los centros de menores se ve agravada con la situación actual enfrente la crisis del coronavirus. Las empresas que gestionan no ofrecen ni condiciones ni medidas de seguridad adecuadas por los jóvenes ni por los trabajadores. Nos lo explica un educador de centro.

Jueves 2 de abril de 2020

Multitud de trabajadoras y trabajadores del tercer sector, llevamos tiempo sobreviviendo una grave situación de precariedad que ahora, en tiempo de coronavirus, se multiplica por mil, agravando las cargas de trabajo y la peligrosidad.

Hoy, queremos hablar en especial de los educadores y las educadoras de centros de acogida de menores y de centros residenciales de acción educativa, más conocidos como CRAEs y que en Catalunya están a cargo de la DGAIA -Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia-.

Hablamos también con uno de nuestros compañeros que trabaja en un CRAE y que está sufriendo todo esto en primera persona. Nos dice antes que nada que quiere mantenerse en el anonimato por el peligro de represalias que acostumbran a producirse en estos centros cuando sus trabajadores denuncian la situación.

El compañero nos explica que en su centro "antes del coronavirus ya era un caos, insuficiencia de materiales. Un claro ejemplo de esto es que el ascensor lleva varios meses sin funcionar en un centro con 4 plantas. Los jóvenes y los trabajadores tenemos que subir y bajar muchos golpes en el día, es un castigo, es muy agotador, más ahora, con el coronavirus, que tenemos que subir y bajar la comida de los chicos".

Hay que tener en cuenta que este centro, que acoge a veinte menores, está considerado como uno de los peores centros de menores según la fundación que lo gestiona. Muchos de los jóvenes que viven están en una situación de libertad vigilada. Un centro, sin duda, donde las realidades de los jóvenes son muy complejas.

El compañero denuncia también que "a nivel de la entidad, la gestión se pésima. La anterior directora fue relevada, y enviaron un nuevo director ajeno al centro. A pesar de venir con ganas de cambiar la situación, no lo ha conseguido, todo sigue igual".

Y es que, además de los trabajadores, los jóvenes que viven, también tienen muchas quejas, sobre todo del ahorro económico en el menú, que degenera en la baja calidad de las comidas, nos dice el compañero, mientras denuncia que "la empresa no hace caso y tampoco quiere ofrecer un cambio del servicio de catering".

No obstante, lo más grave para el compañero es la sobrecarga de trabajo, todavía más agravada por las condiciones laborales, que ahora se agrava: "con toda esta situación, llega el coronavirus, y la situación se vuelve todavía más tensa, tanto para trabajadores como por usuarios. En nuestro servicio con esta situación, debido a bajas médicas, la plantilla se ha reducido casi en la mitad, algo que provoca que la ratio se nos duplique, prácticamente de un día para el otro. Ahora, la cosa se está poniendo complicada, tanto para los chicos, al estar encerrados 24 horas, donde las relaciones se tensan mucho y los conflictos se acentúan, y a la vez para los educadores que cada vez somos menos".

Por otro lado remarca también la gestión de las instituciones que dirigen el servicio frente a la crisis sanitaria: "por si no fuera suficiente, la DGAIA, que parece que desconoce la realidad de los centros de Catalunya, propuso a la entidad que gestiona nuestro centro, la posibilidad de que los trabajadores nos confináramos con los chicos durante los 14 días, en condiciones sumamente mediocres. En condiciones normales, el centro ya se nos queda pequeño, todas las habitaciones están llenas, casi no tendríamos un espacio para dormir o donde habilitar camas y demás. Los trabajadores hemos respondido de forma negativa a la propuesta de confinarnos en estas condiciones, haciendo que el centro siga con el mismo horario laboral".

Denuncia la situación de inseguridad por la que pasan los trabajadores puesto que "de todas formas el centro sigue totalmente desprotegido frente al coronavirus, esto es algo que hay que señalar. Los trabajadores y trabajadoras no tenemos ningún tipo de material de protección, ni espacios de aislamiento o espacios abiertos que necesitan los menores. La empresa después de hacernos esperar durante varias semanas, nos ha ofrecido 20 mascarillas, con la premisa de que cada una nos tiene que durar 3 días".

Lo más grave es que "la empresa también ha despedido a algún trabajador de forma injusta, al recibir la baja después de tener contacto con un positivo de Covid-19".

Esta es la realidad, el día a día de uno de tantos trabajadores o trabajadoras del tercer sector: "A pesar de ser considerados esenciales en estos momentos, se nos trata de la misma forma que durante los últimos años, a golpe de precariedad y negligencias. Parece ser que la única solución, por otro lado contra-sanitaria, de la DGAIA forma parte de la lógica de mantener el statu quo, confinándonos en un centro sobre-poblado y con la agravante que esto posibilita todavía más los contagios".

Y es que la mayoría de CRAEs y centros están gestionados por entidades privadas o concertadas, que se lucran a base de las pésimas condiciones que ofrecen y el ahorro por parte de su gestión. La situación de pandemia, está demostrando, todavía más, que la gestión de estas entidades no es viable, y que no son capaces de de afrontar la pandemia con medidas que prioricen la salud de los usuarios y de los trabajadores, de forma responsable, buscando espacios de alojamiento alternativos.

Tampoco los gobierno, central y autonómicos, ni las entidades que gestionan este tipo de recursos de vivienda, se proponen alternativas que permita unas mejores condiciones para los jóvenes y los trabajadores, donde se pueda hacer el aislamiento de los casos posibles de una forma más responsable. Así como tampoco se está proporcionando la totalidad del material sanitario necesario para desarrollar su trabajo.

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Un ejemplo de esto es también la gestión del Ayuntamiento de Barcelona. Ante esta situación de desamparo para muchos, el equipo de Gobierno de Ada Colau se limita a levantar un campamento a la Feria de Barcelona con 250 plazas, el 10% de la población sin hogar o con emergencia social y habitacional, por poner un ejemplo. Una lógica, que en la práctica se limita a no tocar los intereses de los grandes lobbies económicos como podría ser el sector hotelero.

Existen espacios adecuados que pueden proporcionar el sector hotelero, que cada año cierra con millones de beneficios. Pues bien, en la actualidad todos estos hoteles están sin ocupación, 65.000 camas de hoteles en la ciudad.

Frente a esto, hay que exigir a las instituciones que todos los grandes hoteles sean reabiertos y sus habitaciones confiscadas sin ninguna indemnización. Que estas instalaciones se pongan a funcionar bajo el control de sus trabajadores y trabajadoras, que ellos organicen el trabajo en condiciones de seguridad e higiene, y junto a las educadoras, trabajadores sociales, integradores... y sanitarios... los convirtamos en centros residenciales para todas estas necesidades habitacionales y sociales urgentes.

Esta es la forma más segura para que los menores tutelados y nosotros, los trabajadores y trabajadoras del sector, salgamos de los hacinamientos y la peligrosidad frente la crisis actual y la agravación de la precariedad en la que vivimos o trabajamos.