Mientras Facundo Moyano presenta el proyecto contra los despidos en el Congreso, Roberto Lavagna y De Mendiguren salieron a criticar la propuesta. Dos discursos en el mismo espacio político.
Viernes 22 de abril de 2016
El miércoles por la tarde Facundo Moyano fue uno de los principales voceros de la presentación de los proyectos para frenar los despidos en la Cámara de Diputados de la Nación. Así lo informó La Izquierda Diario en su edición del día de ayer, dando cuenta de las diversas posiciones existentes en la reunión de comisión.
Sin embargo, cuando no habían pasado ni 24 horas de esa reunión, Roberto Lavagna, uno de los principales voceros del mismo espacio político, salió a criticar esa propuesta.
Este jueves por la mañana, en comunicación telefónica con una radio de la Ciudad de Buenos Aires, señaló que “el efecto sobre el empleo es negativo. En las pequeñas y medianas empresas se juega la vida pagar una doble indemnización o estar impedido de despedir a alguien”.
No fue el único. Ignacio de Mendiguren también salió a criticar los proyectos de ley para impedir los despidos. El ex titular de la UIA afirmó: “Estoy muy preocupado porque haya más despidos, es un tema que hay que tratarlo pero por ahí no coincido con el camino de su tratamiento”.
Pero De Mendiguren fue más lejos aún y ayer jueves reunió en el Congreso Nacional a un grupo de diputados opositores y oficialistas con el fin de hacer más abierto el rechazo a la doble indemnización. Junto a los legisladores estuvieron representantes de Mesa de Industriales de la provincia de Buenos Aires.
En ese marco, un sector del Frente Renovador –donde incluso se ubicó por momentos Sergio Massa- sale a impulsar el proyecto contra los despidos, otra ala del mismo espacio político se ubica claramente defendiendo los intereses del empresariado. Esto es lo que hacen Lavagna y De Mendiguren.
Esto muestra el doble juego que hace el Frente Renovador. Pone de manifiesto una tensión más profunda entre los distintos sectores con los que tiene que comulgar un espacio político que se jugó a acaparar parte del espacio opositor y parte del oficialista bajo el anterior gobierno.
Pero además, la “ancha avenida” (Massa dixit) tuvo afluentes desde sectores obreros y populares –como ocurrió en el Conurbano bonaerense- pero también desde sectores del empresariado que tenían críticas parciales al “modelo” kirchnerista.
Sin embargo, estas tiranteces no limitan al FR para ubicarse, por el momento, más como oficialismo que como opositor. Así se vio en la votación del acuerdo con los fondos buitres, donde fue el quórum y los votos del espacio liderado por Massa, el que garantizó la aprobación del acuerdo.
Lo mismo ocurre en la discusión acerca de las leyes para impedir los despidos. Como lo señaló Myriam Bregman (PTS-FIT) el miércoles pasado, si toda la oposición -incluyendo al FR lo decidiera- el Congreso podría auto-convocarse y sancionar esos proyectos.
Los roces dentro del Frente Renovador ponen de manifestó así tensiones internas. Pero también un doble juego donde cada sector le “habla” al votante que mejor se acomoda a sus intereses sociales.