Las consecuencias del giro a derecha del kirchnerismo son profundas y extendidas. Macri se siente con “legalidad” para decir “que se acabe el curro de los derechos humanos”. Bonfatti designa a un gendarme apartado de la fuerza por corrupción como secretario de Seguridad de la Provincia de Santa Fe y trató de dejar a cargo de la jefatura de la policía a un nazi confeso. El efecto Milani imprime una impunidad federal.
Miércoles 7 de enero de 2015
Las explicaciones de Estela DeCarlotto sobre Milani son un ícono de la impunidad que teje el gobierno nacional para la transición del 2015. Creer que se reduce al jefe del ejército es una ingenuidad. Es un mensaje al conjunto de los gobernadores y las fuerzas represivas del país. Mantener como jefe del ejército a un imputado por delitos de lesa humanidad le quita un peso de encima a la derecha que ve con menos contradicciones poner a un policía denunciado por apología al nazismo como Jefe de Policía quien fue desplazado de su cargo luego del enorme rechazo desatado en la comunidad judía y organismos de derechos humanos.
La política que sostiene actualmente el kirchnerismo replica en toda la derecha que encuentra en los últimos actos y gestos del gobierno una grieta en la pared por la cual filtrar las ideas más reaccionarias.
“Feliz año nuevo, feliz país nuevo”
Así cerraba Binner su discurso, en el campamento de la Juventud del PS que se realizó los primeros días de enero en Mar del Plata y donde lanzó su candidatura presidencial.
En esos días en Rosario se fue la Gendarmería, pero sigue la militarización dejando lugar a 2000 nuevos policías que se disponen a estrenar el cuerpo de Policía de Acción Táctica. Su primera “acción” se coronó con un caso de La fuerza de seguridad que reemplaza a Gendarmería asesinó a un joven asesinando a un joven de 23 años. Dos días antes había asumido como jefe de Policía de la UR I el nazi Juan Garro.
En medio de todos estos escándalos la creme del socialismo (Bonfatti, Lifschitz y Fein en la primera fila) aplaudía al doctor Binner que receta un país sin pobres ni extranjeros para acabar con el delito y los disvalores sociales. Una receta fascista. Este “país nuevo” por el que milita la juventud del PS es más bien una “profundización del modelo”: más policía, más represión, mayores ganancias para los empresarios y más explotación.
Socialistas… ¿somos todos?
“El atributo fundamental de la juventud socialista reside en su disposición para entregarse total y plenamente a la causa socialista”. Leon Trotsky dedicaba estas palabras en junio de 1938 a la Conferencia de la Liga de la Juventud Socialista. La causa socialista a la que se refiere es muy diferente a la del partido de la rosa ni menos a su juventud de dudoso socialismo que lleva adelante una política estigmatizante de los pobres y los inmigrantes que se acerca más al macrismo y es opuesta por el vértice a la tradición socialista.
Las banderas que levantamos la verdadera juventud socialista tienen nombre y apellido: Franco Casco, Silvia Suppo, Marita Verón. Cientos de jóvenes tomaron las calles rosarinas para repudiar el gatillo fácil. Y en las universidades, escuelas y terciarios las mujeres se ponen de pie para defender los derechos de las mujeres en una de las provincias con mayores índices de violencia de género y donde funcionarios del estado fueron denunciados por administrar la prostitución.
Las empresas mimadas del gobierno del PS se benefician de la impunidad también: hacen sus ganancias con el sudor de los trabajadores que sufren ritmos de explotación enormes bajo la vista gorda de la burocracia sindical. Pero comienza a despertar la rabia de la juventud trabajadora que está cansada de la precarización laboral y dice que hay que organizarse como hicieron los trabajadores de Liliana.
Un sector muy grande de esta juventud simpatiza con el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que en las elecciones del 2013 nos ubicamos como 4ª fuerza en la provincia. Llegar a esa juventud es una tarea estratégica para construir una gran fuerza militante, presente en las fábricas, las escuelas, terciarios y universidades que enfrente el poder de los capitalistas y sus representantes políticos. Los jóvenes socialistas que militamos en el PTS y formamos parte del Frente de Izquierda tomamos en nuestras manos la construcción de esa organización. La juventud marchitada del PS en cambio quiere convencernos de que el socialismo es gobernar para los empresarios y garantizar la precarización, el gatillo fácil y la impunidad.
Socialistas no son todos.