Cuatro años después de que el juez Castro y el Fiscal Horrach abrieran una causa para investigar el desvío de fondos públicos al Instituto Noós se ha realizado un juicio histórico que sienta por primera vez a un miembro de la familia real en el banquillo de los acusados.
Marta Clar Barcelona | @MartaClar1
Lunes 11 de enero de 2016
Ya hacía mucho tiempo que la Familia Real española se veía rodeada de diferentes rumores que ponían en entredicho su dudoso honor. Se conocía la afición del anterior rey Juan Carlos I a las cacerías, la juerga y los excesos que le pusieron en el punto de mira de la prensa nacional en varias ocasiones.
Sin embargo, todos esos escándalos consiguieron ser escondidos bajo la alfombra, con más o menos éxito, hasta 2010. Momento en el que estalló la alarma ante la trama de corrupción más importante en la que se veía implicada una monarquía europea. Un escándalo que ha acabado salpicando a importantes ex cargos del Partido Popular en Baleares, Madrid y Valencia.
La trama Noós, que pone de relieve la esencia corrupta de la monarquía española se nutría de la organización de megaeventos asociados al deporte. Se estima que el dinero desviado alcanzó nada más y nada menos que seis millones de euros. Un saqueo sin precedentes de los fondos públicos que se hizo conocido en el medio de la profunda crisis económica y que puso a la monarquía en el medio de una importante crisis. El desprestigio progresivo, que aumentaba con cada titular sobre esta investigación, culminó con la abdicación del rey Juan Carlos I, el nombramiento de Felipe VI como sucesor, la renuncia de Cristina a su título de infanta y la retirada forzosa de su título de duquesa.
Para Urdangarín, el fiscal pide 19 años de prisión por delitos de tráfico de influencias, malversación, prevaricación y fraude. Una pena que la acusación popular quiere elevar, pidiendo un total de 26 años.
En cuanto a Cristina, la acusación popular a través de Manos Limpias pide una pena de 8 años de prisión y dos años de multa. La audiencia de Palma debe resolver primero, con un mes de margen, si la hermana del actual Rey seguiría sentada en el banquillo de los acusados como supuesta cooperadora del fraude a través de una empresa de propiedad compartida, Aizoon. O si por el contrario, se le retiraría la responsabilidad penal, manteniendo tan solo responsabilidad civil como pide su defensa, puesto que tan solo la acusa Manos Limpias y ni la Fiscalía ni la Abogacía del Estado piden penas en su contra.
Llegados a este punto, hay que recordar sus pasadas declaraciones en las que aseguraba "que no sabía ni lo que firmaba" y que todo lo hacía por la absoluta confianza que tenía en su marido, Iñaki Urdangarín. Del mismo modo, llegó explicar que el uso de las tarjetas Visa de la sociedad compartida se debía "a que tenía muchas y a veces las confundía". Al parecer, tampoco sabía que los empleados que ella misma seleccionó, eran inmigrantes no regularizados y estaban pagados con dinero "negro".
La memoria selectiva de Cristina que la llevó a hacer estas ridículas declaraciones son una muestra que pone en evidencia la soberbia de la monarquía, que cuenta con que la justicia sea más indulgente con ella que con los jóvenes que víctimas de montajes policiales acaban en las cárceles en el Estado español.
Sin duda se trata de un importante juicio, en el que se sentarán 18 acusados entre los que se encuentran importantes personalidades del Partido Popular, como el ex presidente de Baleares Jaume Matas y Cristina de Borbón, miembro de la Familia Real.
Pero para que no se quede únicamente como un lamentable circo mediático, es imprescindible que junto a las críticas a la monarquía, las organizaciones de izquierda pongan sobre la mesa la urgente necesidad de impulsar un verdadero Proceso Constituyente Revolucionario, es decir, que esté apoyado en la movilización popular y no en los cómodos marcos de la legalidad del Régimen del 78, que tiene como uno de sus principales pilares el mantenimiento de la monarquía. Tan solo de ese modo será posible acabar con la corrupción de las grandes familias, entre ellas la Familia Real.