Aunque Vidal, Ritondo y el nuevo jefe Perroni quieran lavarle la cara, la Policía Bonaerense no para de sumar denuncias y detenidos.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Sábado 20 de mayo de 2017
Los efectivos de la Policía Bonaerense se la hacen bastante difícil a la gobernadora, María Eugenial Vidal. Ella se esfuerza en mostrarse como una mujer decidida a combatir a "las mafias", que supuestamente conviven con los "policías buenos", que no son corruptos, que no delinquen.
Ante las denuncias que surgen, Vidal y su ministro de seguridad, Cristian Ritondo, afirman que se trata solo de un sector que mancha al conjunto de la fuerza. Sin embargo, todos los días se conocen hechos protagonizados por la Bonaerense, que dan por tierra cualquier intento de prestigiar a esta fuerza policial.
La Bonaerense despliega alrededor de 100.000 hombres y mujeres con uniforme a lo largo de todo el territorio provincial. Recientemente, quien asumió el máximo cargo al frente de semejante multitud armada, es el comisario general Fabián Perroni. Este jueves, en sintonía con el esfuerzo de la gobernadora, se mostró en Animales Sueltos tratando de dar a conocer un presunto "rostro humano" de la fuerza policial.
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Una de las ideas que más intentó dejar en claro Perroni frente al conductor Alejandro Fantino, es que hoy el policía "que hace las cosas mal", es apartado, no tiene lugar en la Bonaerense. De hecho, tanto Vidal como Ritondo se jactan de haber desplazado o sumariado a cerca de 4.000 efectivos, por actos de incumplimiento como violencia policial, corrupción o estar involucrados con el narcotráfico. Mal que les pese a estos funcionarios, la Bonaerense real no se disimula. Más seguido de lo que quisieran, salta a la luz una nueva denuncia de corrupción o trasciende la vinculación de la policía con algún hecho delictivo.
Ayer El juez federal Federico Villena pidió la orden de detención de cuatro comisarios en Llavallol. Los efectivos estarían involucrados en la trata de personas. Además, también se los acusa de cobrar coimas a prostitutas y de estar relacionados a la venta de drogas. Hasta ayer solo el jefe de la comisaría 4°de Llavallol y un oficial fueron detenidos. Asuntos internos había empezado a estudiar un caso a partir de distintas denuncias sobre los comisarios. A su vez, un denunciante presentó en la justicia federal de Lomas de Zamora una denuncia por trata de personas. De acuerdo a la investigación, ambas denuncias estarían vinculadas.
Días antes, el subcomisario Frare fue llevado hasta la comisaría segunda de Berisso, donde permanece alojado. Él y otro detenido, Leandro Sarinas, son acusados en el marco de la "causa de los caranchos". Otro detenido fue el oficial de servicio de la comisaría de Villa Elisa, Rodrigo Rocha. Los tres están imputados por la presunta "comisión del delito de acción pública", a raíz de una denuncia realizada por un particular, según informa el Diario Hoy de La Plata. Frare había estado detenido junto a otros comisarios entre noviembre de 2016 y enero de 2017, acusado en la "causa de los sobres", por presuntas coimas. Finalmente fueron liberados por un fallo del Tribunal de Casación bonaerense.
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Recientemente, el supuesto ataque al fiscal Cartasegna, generó gran revuelo y puso en el ojo de la tormenta al accionar policial. El fiscal (actualmetne de licencia), luego de hacer la denuncia públicamente por las agresiones que habría sufrido, deslizó que podría tener que ver con la causa de los caranchos, que recién había llegado a sus manos.
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El 10 de mayo trascendió la detención de un comisario con 189 mil pesos encima, Alberto Miranda, quien estaba siendo investigado por una denuncia por corrupción. Miranda había pedido a sus subalternos que recaudaran 20 mil pesos cada uno. Era el jefe de las plantas verificadoras policiales de Buenos Aires y su investigación dentro de un posible circuito de coimas comenzó a partir de una llamada anónima al 911.
Uno de los casos que dejó más a la vista el nivel de descomposición de la Policía Bonaerense, fue el femicidio de Araceli Fulles. Efectivos de la Bonaerense habían colaborado activamente con los acusados y entorpecieron la búsqueda de la joven. La Justicia por su parte, también colaboró en el encubrimiento.
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Los oficiales o comisarios detenidos, los miles de supuestos apartados o sumariados, la "purga" permanente, no sirve para nada. La vinculación de las fuerzas del aparato represivo – no exclusivamente la policía – con el delito, es algo intrínseco al sistema capitalista. Los gobiernos de todo color político, han impulsado purgas en diferentes momentos, reestructuraciones de la fuerza, etc. De hecho, el antecesor de Perroni como jefe de la Bonaerense, Pablo Bressi, fue "renunciado" por Vidal, en el contexto de denuncias y escándalos que no dejan de sucederse.
Si tantos escándalos de corrupción policial salen a la luz no es precisamente por el “poder limpiador” de María Eugenia Vidal y su ministro Ritondo. Mucho menos por el accionar de personajes como Perroni, amigo del “renunciado” Bressi y formado en la escuela de Camps, Etchecolatz y Klodczyk. En algunos casos será, más bien, por pases de facturas entre facciones enfrentadas por sus “asuntos internos”. Y en otros, inevitablemente, porque cuando el botín es grande suele pasar que no todo está bajo control. Sea como sea, esta Policía Bonaerense es la misma de siempre. Irreformable, criminal y muy peligrosa para el pueblo trabajador.
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