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Red Internacional
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Historia. El estatuto del peón de 1944 y los olvidados de siempre

Claudia Ferri

Claudia Ferri @clau.ferriok

Miércoles 8 de octubre de 2014

Uno de los hombres que más ha estudiado al peronismo, Juan Carlos Torre, en su libro Ensayos sobre movimiento obrero y peronismo plantea la doble iniciativa que Juan Domingo Perón buscó llevar adelante desde la Secretaría de Trabajo y Previsión en los años previos a su primera presidencia. Se refiere a la supresión de las expresiones del comunismo y, a la vez, remover las causas y las reivindicaciones que son propias del comunismo.

Como buen estratega Perón comprendió que si quería llegar al poder tenía que contar con una importante serie de concesiones para la clase obrera pero, a la vez, evitar que esta fuerza social adquiera una estructura independiente que se convierta en una potencial amenaza para el régimen peronista de los años venideros. De aquí que intelectuales de izquierda como Milcíades Peña, siguiendo a León Trotsky, caractericen a su gobierno como “un bonapartismo sui generis”.

La extraordinaria coyuntura económica que atravesaba el país por esos años producto de la Segunda Guerra Mundial, le brindó a Perón la base material para poder poner en marcha una nueva política social entre junio y noviembre de 1944 que le dieron a la clase obrera un conjunto de conquistas materiales como el aguinaldo, vacaciones pagas, aumento de salarios, entre otros. Pero también aplicó medidas legales progresivas no sólo en las ciudades sino también en el campo estableciendo un nuevo régimen de trabajo rural.

El 8 de octubre de ese año se sancionó el Estatuto del Peón Rural (ley N° 28.169) por decreto del poder ejecutivo nacional bajo la presidencia del General Edelmiro Farrell pero promovido directamente por la cartera de Trabajo y Previsión. Redactada por Tomás Jofré, fue ratificada como ley en 1947 ya con Perón como presidente. También en ese año, se creó la Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE), antecedente de la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) –dirigida actualmente por el duhaldista Momo Benegas– y de su Obra Social OSPREPA.

El Estatuto del Peón fijaba las nuevas condiciones de vida y de trabajo, establecía el descanso dominical, alojamiento adecuado, asistencia médica, vacaciones anuales pagas, rescisión del contrato de trabajo e indemnización en caso de despido. También fortaleció el poder de negociación de los sindicatos rurales peronistas y, por consiguiente, su burocratización dentro de la CGT. El gobierno prometía asumir la representación de estos sectores, los más vulnerables y desoídos del país, sin embargo tuvo un límite claro: la enorme masa de trabajadores rurales golondrinas, que debían moverse de una región a otra en busca de trabajos estacionales que les permita sobrevivir, no estaban amparados por esta ley. Este sector continuó sometido a la voluntad de los propietarios rurales.

En noviembre de 1944 Perón se adelantó a la recepción del Estatuto diciendo “yo sé que el Estatuto del Peón ha sido, es y será resistido, pero sé también que ha sido, es y será indispensable establecerlo. No tomaremos medidas violentas para hacerlo ejecutar pero queremos que entre esto en el ambiente de una vez y que, paulatinamente, vaya ejecutándose en la mejor manera posible […]” (1). Las respuestas no tardaron en llegar, por un lado la Confederación de Sociedades Rurales planteaba que “el Estatuto del Peón elimina la jerarquía del patrón para dejar a merced de los peones o de cualquier agitador profesional conspirando contra la tranquilidad y la vida de las familias y las de los hombre honestos que trabajan en el campo”; mientras que la Sociedad Rural Argentina (SRA) puso el grito en el cielo argumentando que la nueva legislación sembraría el germen del desorden social ya que inculcaba, en “gentes de limitada cultura”, aspiraciones irrealizables, colocándose por encima del mismo patrón (2).

A pesar de que era una medida progresiva del nacionalismo burgués de Perón, los terratenientes se las arreglaron para evitar el cumplimiento del estatuto y en muchos casos, para no confrontar directamente con ellos, las condiciones en el campo se mantuvieron intactas. En 1980 la dictadura militar de Martínez de Hoz derogó el Estatuto y lo suplantó por el Régimen Nacional del Trabajo Agrario, anulando todas las garantías laborales de los trabajadores rurales. La nueva reglamentación retrocedía enormemente sobre los beneficios conquistados: la duración de la jornada laboral se ajustaría a las necesidades de cada región y se trabajaría los domingos si las necesidades de la producción eran impostergables.

La división de los de arriba, la misma suerte de los de abajo

Tanto en el gobierno de Néstor como de Cristina, las ganancias de los patrones rurales se multiplicaron varias veces gracias a los precios internacionales de las commodities (particularmente de la soja) que se mantuvieron altos durante los años de oro del kirchnerismo, sin olvidarnos del enorme beneficio de la renta diferencial que tienen en sus tierras.

Pero durante la Semana Santa del 2008 se marcó un quiebre en la relación del gobierno y “el campo” generando una importante división en la cúpula dominante debido a la iniciativa del gobierno de lanzar las retenciones fiscales tanto a los grandes terratenientes como a los pequeños productores. La puja por la renta agraria llevó a la primera crisis política de los Kirchner con cortes de ruta, cacerolazos de la clase media en Bs. As. y la unificación de los sectores del campo que hasta ese momento mantenían un histórico enfrentamiento, incluyendo a la UATRE del Momo.
En diciembre del 2011, CFK elevó al Congreso de la Nación un nuevo proyecto del Estatuto del Peón Rural que ampliaba los derechos laborales de los asalariados rurales. La pregunta es ¿por qué no se sancionó antes si el kirchnerismo gobierna desde el 2003? Una respuesta cercana a la realidad puede estar relacionada con que, a falta de intereses contrapuestos, la convivencia pacífica con el campo fue parte de su agenda hasta la crisis del 2008.

(1) Declaraciones del coronel Perón en la Conferencia de Prensa del 17/11/1944, en Juan Domingo Perón, El campo recuperado por Perón, Buenos Aires, Presidencia de la Nación, Subsecretaria de Informaciones, 1953, pág. 10.

(2) Torre Juan Carlos. Ensayos sobre el movimiento obrero y el peronismo. Siglo XIX. 2012. Cap. II.

Video recomendado: https://www.youtube.com/watch?v=sQn57BG46AA


Claudia Ferri

Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.

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