¿Cuál es el feminismo que representa Carolina Cosse? ¿Es el feminismo que necesitamos? Mientras sectores frenteamplistas intentan posicionar a Cosse ligada a la lucha de las mujeres, en esta nota trataremos de despejar algunas incógnitas.
Jueves 20 de junio de 2024
Foto: extraída de la Fanpage de Campaña Feminista
La campaña electoral se ha lanzado – en especial la interna de los partidos – y, como quien dice, se pone “toda la carne en el asador”. Varios sectores frenteamplistas nos proponen la lucha “Por un país feminista y ecologista” de la mano de Carolina Cosse. Pero, ¿es realmente así?
Los spots de campaña y las publicidades de las y los candidatos resaltan perfiles en cada caso. A Carolina Cosse siempre se la quiso emparentar con el movimiento feminista, solo por el hecho de ser mujer, aunque en su trayectoria política no se haya caracterizado por una militancia en torno a las demandas específicas de las mujeres. Sin embargo, parece que ser feminista hoy “vende”, y el slogan “votala, porque es una mujer”, apelando a un esencialismo femenino, parece ser un motivo suficiente. Sin embargo, hay muchos – lamentables - ejemplos de mujeres que han gobernado con mano de hierro contra los derechos de la clase trabajadora y, con sus políticas económicas, han degradado la vida de las mayorías populares, en especial la de las mujeres. El argumento de que “las mujeres gestionamos mejor” no es menos peligroso, y puede tener cierta reminiscencia con la “administración” del hogar y de las tareas domésticas.
La Coalición Multicolor y un feminismo liberal cada vez más deslucido
En estos años, el gobierno de Lacalle Pou parece que no causó ningún mal, pero las mujeres sabemos que no fue así. Se mantuvo la brecha de género en el ámbito laboral y salarial, se perpetuó la precarización de los trabajos – donde las mujeres somos la mayoría -, se mantuvieron los niveles de pobreza y hasta aumentó la pobreza infantil. Y lo peor de todo es que esta situación se da un marco de supuesto crecimiento económico.
Por su parte, y en sintonía con su política económica, la Coalición ha militado en todos estos años contra los derechos de las mujeres, atacando discursivamente el derecho al aborto, promoviendo la objeción de conciencia, minimizando la violencia de género, protegiendo a los abusadores y violentos – como se hizo a partir de la Ley de Tenencia Compartida - y legitimando los discursos antiderechos más rancios y conservadores.
En las últimas semanas, inclusive, se han presentado 4 proyectos para modificar la Ley 19.580 de Violencia de Género, para evitar supuestas “denuncias falsas” y proteger a los agresores.
Ya hemos polemizado en otras ocasiones con Beatriz Argimón y con un feminismo impulsado desde los mismos sectores privilegiados de la sociedad. Ese feminismo que nos propone la pelea por la igualdad formal de oportunidades en un mundo donde la mayoría de las mujeres son pobres, o no llegan a fin de mes, o deben trabajar muchas horas para percibir un ingreso digno. Es decir, nos convoca a dar una lucha en el plano de la igualdad formal sin cuestionar la profunda desigualdad económica, en el plano estructural.
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Las tareas actuales del movimiento de mujeres en Uruguay
Ante esto, es fundamental la organización de las mujeres en los lugares de trabajo y estudio, en los barrios y cooperativas, y nuevamente ganar la calle, como se ha hecho de forma masiva el pasado 8M. Y en el marco de ese proceso de organización, es necesario debatir cómo avanzar en conquistar la verdadera igualdad económica que, en nuestra opinión, vendrá de la mano de cuestionar profundamente este modelo de sociedad.
En este sentido, será necesario posicionarnos contra aquellas políticas de empleo basadas en la precarización del trabajo, contra las políticas económicas orientadas a la extranjerización de la tierra, contra un modelo productivo que tiene como pilar fundamental el extractivismo… Estas políticas han tenido desarrollo tanto en gobiernos frenteamplistas como de derecha.
Por otro lado, si gobiernos de derecha y progresistas fomentan por igual el ingreso de capitales internacionales – como UPM – en detrimento de nuestros bienes comunes naturales; si a nivel macroeconómico mantienen la situación de más de medio millón de trabajadores y trabajadoras con ingresos menores a 30 mil pesos, será muy difícil revertir la desigualdad entre el hombre y la mujer o prevenir la violencia de género.
Por tanto, la tarea actual de las mujeres será cuestionar estas políticas económicas, que atan el futuro a las decisiones de los grandes capitalistas, y debatir qué feminismo necesitamos, que pueda oponerse verdaderamente a las variantes feministas liberales y a los gobiernos capitalistas.
El feminismo redistribucionista de Carolina Cosse
La Intendencia de Montevideo brinda servicios para la atención de mujeres en situación de violencia de género, desarrolla campañas por la igualdad de género y la promoción de la autonomía de la mujer. Más allá de que los recursos destinados son acotados y que, por tanto, llegan a un pequeño sector de la población que los necesita, no dejan de ser aspectos positivos. Pero resultan insuficientes a la hora de combatir la desigualdad de género si no se cuestiona y ataca la política económica que es la que genera y perpetúa la desigualdad.
La política de Cosse parece más la de intentar calmar las exigencias del movimiento de las mujeres con “puntos violetas” o “espacios libres de acoso”. Si bien los cambios discursivos son importantes, las mujeres no podemos contentarnos solo con eso.
Carolina Cosse – que, siempre que puede elogia la política económica de Astori – a lo sumo intenta equiparar las graves desigualdades que subsisten entre los géneros, a partir de implementar políticas positivas hacia las mujeres. Pero su “redistribución” no llega a cuestionar la desigualdad que existe entre los sectores más ricos de la sociedad y los sectores más pobres, estos últimos altamente feminizados.
Su feminismo redistribucionista alega que con “más Estado” o “haciendo buena política pública” las mujeres tendremos cubiertas nuestras necesidades, pero omite que la discusión clave es al servicio de qué sector social (y de clase) se encuentra ese Estado.
¿Qué feminismo para qué estrategia?
El feminismo de Cosse, al igual que otros sectores frenteamplistas – e inclusive dentro del PIT-CNT – es un feminismo redistributivo, que aspira a una mejoría de la situación de la mujer en la sociedad, que lucha por atenuar o minimizar las desigualdades de género, que promueve la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la política y la militancia. Con estos sectores podemos confluir en marchas, concentraciones y actividades en común.
Inclusive compartimos nuestras discrepancias respecto del feminismo liberal. Pero el feminismo que necesitamos tiene que poder cuestionar los orígenes de la opresión de género, e ir contra las verdaderas causas que se encuentran en este sistema patriarcal y capitalista.
El feminismo que necesitamos debería partir de la lucha por arrancar la más mínima conquista dentro de este sistema, pero que sea el puntapié inicial para cuestionar profundamente de raíz a esta sociedad que nos cosifica, que nos precariza, que nos violenta día a día. Proponernos un cambio profundo que vaya en favor de las mujeres inevitablemente nos lleva a tener que identificar al capitalismo – como sistema social basado en la explotación del trabajo asalariado – y al patriarcado – sistema que ubica a la mujer en un rol subordinado en el ordenamiento social – como un solo modo societario que es necesario superar.
En este sentido, un feminismo obrero y de clase – como se ha identificado en ocasiones el PIT-CNT – necesariamente tiene que ser anticapitalista, justamente para que no se detenga en las conquistas parciales que podamos conseguir en esta sociedad, y apunte a construir otra donde verdaderamente la riqueza esté socialmente distribuida y las tareas de reproducción y de cuidado sean socializadas, donde podamos organizarnos democráticamente, planificando la economía en función de las necesidades mayoritarias, y en armonía con la naturaleza.
Si este feminismo obrero y de clase no es anticapitalista, entonces se reducirá a ser una mera declamación discursiva para envolver una práctica sindicalista con un ropaje izquierdista y violeta. Y en esa operación, llamar a las trabajadoras a votar por Carolina Cosse. La estrategia que la dirección del PIT.CNT ha llevado adelante en todos estos años consistió en desarrollar la movilización obrera y popular para arrancar conquistas parciales, pero siempre mantenida en los marcos de este régimen político y social, y evitando cualquier cuestionamiento más profundo.
En cambio, el feminismo que necesitamos debería desarrollar la movilización permanente, donde las mujeres seamos las protagonistas de un proceso de recomposición del movimiento obrero y popular, impulsando la independencia política respecto de todos los partidos del régimen, llamando a confiar solo en nuestras propias fuerzas y promoviendo una organización democrática basada en las asambleas y en la coordinación de base de todas las organizaciones obreras, estudiantiles y populares.
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