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Red Internacional
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Cuando no da risa. El fortalecimiento de la ultraderecha en México

La ultraderecha puede dar risa por lo ridículo de sus argumentos, pero cuando toma poder y se impone por encima de los derechos de la gente ya no es graciosa sino alarmante el crecimiento de sus simpatizantes.

Martes 30 de enero de 2024

La política en México en muchas ocasiones es tan ridícula que da risa. Entre personajes como Vicente Fox y Juanito, hay todo un desfile de figuras políticas que son irrisorias. Aún tenemos el recuerdo de Purificación Carpinteyro vestida de Matrix explicando qué es el internet de las cosas, y recientemente, la extravagante presentación del nuevo partido político que busca crear Sandra Cuevas.

Normalmente siempre es común encontrar uno o dos personajes cuyas posturas y acciones parecieran ser un breve oasis cómico entre todo lo negativo de la política mexicana.
Pero cuando ponemos más atención en su discurso, ya no da tanta risa.
La llegada al poder de Morena en el 2018 representó un cambio en la política mexicana, aunque no era la primera vez que un partido se reivindicaba de izquierda, recordemos al PRD que históricamente se presentaba como el contrapeso de partidos tradicionalistas como el PAN y el PRI, y cuya debacle vino después de su participación en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, y su participación en el "Pacto por México".

La 4T con AMLO al frente, se anunció con bombo y platillo como la nueva y única oposición de izquierda a los partidos neoliberales, montándose sobre una infinidad de aspiraciones por una verdadera transformación de parte de millones de personas, las cuales siguen sin resolverse de fondo. Lejos de eso, aunque con discursos progresistas y programas sociales para sectores de la población, han continuado con políticas de los gobiernos anteriores, como el despido de cientos de miles de trabajadores del sector público, así como la continuidad en la militarización del país.

Sin embargo, con el paso del sexenio se ha mostrado que su política es mucha retórica, aunque con limitaciones y contradicciones políticas, mientras que continúan las duras condiciones que afectan nuestras vidas, como jóvenes, mujeres y como clase trabajadora. No fue menor que en las elecciones del 2021 la 4T y Morena perdieran la mitad de la CDMX, pues la derecha, que venía muy golpeada del periodo pasado, hoy busca reposicionarse y poco a poco volver a tener peso en los medios de comunicación y las redes sociales, buscando capitalizar por derecha el desencanto de ciertos sectores con AMLO y sus promesas de la Cuarta Transformación.

¿Y la derecha es opción? La crisis de la oposición

La derecha en México no es algo nuevo, durante 70 años se impusieron como la principal fuerza política del país, pero tuvo un periodo complicado cuando comenzó a ser más cuestionado principalmente por un sector de la juventud. Concretamente durante el gobierno de Calderón, con su sangrienta "guerra" contra el narco y, posteriormente, con Peña Nieto y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Durante el gobierno de López Obrador la oposición de derecha se ha mantenido débil, y busca sin éxito posicionar a su candidata Xóchilt Gálvez de la coalición Fuerza y Corazón por México, para las elecciones presidenciales. En ese marco, sectores ultraconservadores que no están de acuerdo con la candidatura de Gálvez, y buscan ahora posicionarse a la derecha de la derecha, como en la CDMX con personajes como Sandra Cuevas o el provida y amigo de Trump, Eduardo Verastegui.

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La ultraderecha acecha

La alcaldesa de Cuauhtémoc se ha posicionado de una manera particular, de la mano de sus operativos en pos del "orden y la seguridad", que en realidad han demostrado ser más un sistema de “limpieza social”. Ahora impulsa su movimiento político, la “Organización por la familia y la seguridad de México”, cuyo logo recuerda a los colores de la bandera estadounidense. Y no es de sorprender pues la alcaldesa tiene afinidades con el sector de la ultra derecha de la política estadounidense.

Pero ¿por qué está organización implicaría una nueva alternativa de la derecha en el país? Históricamente si una organización o partido pone por delante el concepto de familia, se refiere a la familia heteropatriarcal, que deja por fuera todo el abanico de posibilidades de familias que pueden existir y que afecta principalmente a la comunidad sexo diversa.

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Anteponer la seguridad de la manera en que Cuevas lo hace, (se disfraza de policía, con operativos que violan los derechos humanos de las personas) recuerda a la estrategia de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, quien implementó operativos para restarle poder a la Mara, la organización delictiva con mayor presencia en el país e instrumentó a sectores del poder político para hacer el trabajo sucio contra el pueblo trabajador y popular. Estos métodos han sido ampliamente cuestionados por organizaciones internacionales de derechos humanos, pues han limitado los derechos de toda la población, tengan nexos con el crimen organizado o no, y sus reformas implican, por ejemplo, la reelección inconstitucional.

Sandra Cuevas no es la única política que muestra tendencias de derecha, si bien lo hace de manera más velada. Tenemos el caso del actor Eduardo Verastegui, que lleva años en el activismo político de ultraderecha quien abiertamente se opone al aborto, al matrimonio igualitario, la eutanasia y la adopción homo parental. Verastegui se registró como precandidato independiente y si bien no consiguió las firmas necesarias para colarse en la boleta, sí tuvo apoyo de diferentes sectores privados y organizaciones que replican estos ideales conservadores.

Al principio estos personajes nos parecen elocuentes y hasta cierto punto ridículos, pero la realidad es que su discurso busca empalmar con el sector más adinerado y poderoso del país. A todos nos daba risa cuando Donald Trump salía en la WWA o en shows de chismes. Incluso muchos tomaron a broma sus intenciones de contener por la presidencia. Ya no fue tan gracioso cuando ganó las elecciones y vimos acciones como la toma del Capitolio.
Un fenómeno similar sucedió en Argentina con la victoria del derechista Javier Milei, quien se presentaba como todo un personaje histriónico y con discursos contra “la casta política” consiguió imponerse como presidente del país. Apenas ascendió, lanzó un plan de reformas que atacan duramente los derechos de los trabajadores, el derecho a la vivienda, las jubilaciones, el arte y la cultura, etc.

Una alternativa real para jóvenes, mujeres y trabajadoras

La ultraderecha puede dar risa por lo ridículo de sus argumentos, pero cuando toma el poder y se impone por encima de los derechos de la gente ya no es graciosa sino preocupante.
Por ello es necesario estar muy alerta a la creación de este tipo de organizaciones y personajes que aparecen en el panorama político nacional e internacional con estas tendencias. Porque definitivamente no necesitamos otro partido de derecha que vulnere nuestros derechos, ni que derroche en sus campañas políticas el financiamiento que viene de nuestros salarios e impuestos. Aunado a ello, este tipo de partido son protagonizados por personajes que se pintan a sí mismos como ejemplos de historias de éxito individual, cuando la realidad no es así y en realidad son férreos defensores del sistema capitalista y los privilegios para una minoría parasitaría de la cual son parte.

El partido que necesitamos no puede estar encabezado por propuestas de derecha, ni por esta clase de políticos que se subordinan a los intereses del imperialismo estadounidense, que defienden los privilegios de los empresarios, las grandes multinacionales y los organismos financieros. Por el contrario, necesitamos un partido que hable desde nuestra clase, proponga alternativas que lleven adelante soluciones a las problemáticas que tenemos los trabajadores, y cuestione de raíz la profunda precarización laboral, la falta de un sistema de salud digno, la violencia feminicida, la inseguridad que asola de manera brutal al país y que cuestione el enriquecimiento de un sector que vive a costa de nuestro trabajo.

Un partido, que no se enfoque en darle concesiones a los empresarios, sino que se enfoque en mejorar la vida de los trabajadores y las grandes mayorías. Un partido así solo puede estar construido por mujeres, jóvenes y trabajadores que impulsen la defensa de nuestros derechos.

Necesitamos un gran partido de trabajadores revolucionario, antiimperialista y socialista en México, que sea una real alternativa al Morena, el cual bajo una retórica “progresista” defiende los intereses capitalistas, y que congruentemente con esto integró a sus filas a ex panistas y priistas y se alió con los evangelistas del PES. Un partido que nos permita superar la experiencia de las distintas formaciones políticas reformistas y populistas que, junto a las burocracias sindicales, han sido el soporte —a veces “críticos” y otras aliadas — de los partidos burgueses “antineoliberales”, como el PRD y el Morena.

Se trata entonces de poner en pie una organización política anticapitalista e independiente, que luche decididamente al interior del movimiento obrero, en la juventud y el movimiento de mujeres, contra el régimen de los capitalistas, contra sus agentes y las burocracias sindicales y políticas.

Un partido que busque transformar de raíz el orden social existente y se plantee la conquista de un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.

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