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Historia. El fraude de 1988: Cuando el sistema "se cayó"

El 6 de julio de 1988, se suscitó el fraude electoral más escandaloso de la historia de México. De éste derivarían el TLCAN y el surgimiento del PRD.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Miércoles 8 de julio de 2020

En 1988, México se encontraba al borde de la transformación neoliberal. Si bien se habían introducido algunas políticas de dicha índole en el sexenio de Miguel De la Madrid, como la liberalización de aranceles, como medidas para "reactivar" la economía producto de los daños del terremoto de 1985 y aprobadas en medio de la celebración de la Copa Mundial de 1986. [1] Desde la presidencia, poco a poco se había conformado una tendencia dentro del partido gobernante, el PRI, de aprobar políticas que apuntaban cada vez más en ese sentido, pero la vieja burocracia política no quería dar por perdidos los enormes privilegios y canonjías producto de administrar (en realidad saquear) al Estado.

Se abría así una lucha interna en la que el secretario de Pogramación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, iba incrustando a los tecnócratas neoliberales en los puestos administativos del Estado y comenzaban a tener mayor notoriedad dentro del PRI en detrimento de un ala resistente que hacía eje demagógicamente en mantener las conquistas de de la Revolución Mexicana. Esta ala adscribía al "nacionalismo revolucionario", cuyo referente ideológico había sido por medio siglo el expresidente Lázaro Cárdenas y ahora era encabezada por su hijo Cuauhtémoc y Porfirio Muñoz Ledo y que se conformó en 1987 como la "Tendencia Democrática", que finalmente abandonaría el PRI defendiendo su política "nacionalista".

Es así que, en 1988 y como consecuencia del enorme desprestigio acumulado por la fuerte crisis económica y la negligencia del gobierno en lidiar con los estragos del terremoto de 1985 y sus consecuencias en materia de vivienda, cada vez más sectores vieron viable apoyar la candidatura de Cárdenas a la presidencia. El peso del apellido Cárdenas, por ser hijo del "Tata" Lázaro, era contundente entre las masas.

Incluso los partidos satélites del PRI de aquel entonces, el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), rompieron disciplina y avalaron la candidatura del "ingeniero", a quien se sumó también el apoyo de Heberto Castillo —dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), un partido que sostenía la posibilidad de construir un "socialismo mexicanista"— referente de la izquierda mexicana en la segunda mitad del siglo XX, y "el ferrocarril". [2]

El PRI, en solitaria contienda, lanzó a Carlos Salinas de Gortari como candidato, el PAN al empresario Manuel Clouthier "Maquío", mientras que la izquierda se dividió en dos: por un lado, la centroizquierda burguesa avaló a Cuauhtémoc Cárdenas en la coalición del Frente Democrático Nacional, mientras que la izquierda anticapitalista lanzó a Rosario Ibarra de Piedra, referente y dirigente del Comité Eureka, organización de madres en busca de hijos desaparecidos, como candidata bajo la coalición Unidad Obrera Campesina Popular, encabezada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) [3] partido que se reivindicaba trotskista, afiliado al Secretariado Unificado de Ernest Mandel.

El miércoles 6 de julio de 1988, los mexicanos salieron a votar. Las encuestas indicaban un fuerte apoyo para Cárdenas, pero el día de la votación hubo, como se costumbraba en las elecciones priístas, robo abierto de urnas y cierre temprano de casillas, entre otras irregularidades. Pero el elemento más descarado fue que, durante el conteo de votos y con Cárdenas encabezando los resultados, "misteriosamente" se fue la luz, y una vez que ésta regresó, el sistema registraba a Salinas de Gortari en la delantera.

La "caída del sistema" fue la excusa que se dio desde la Secretaría de Gobernación, la cual era la encargada de vigilar las elecciones en aquel entonces por medio de la Comisión Federal Electoral y estaba a cargo del hoy director de la CFE, Manuel Barttlet Díaz. El escándalo fue enorme y el descontento amplio, ya que por primera vez se registraba ante las expectantes masas del país un fraude tan claro.

Sin embargo, lejos de llevar ese descontento a una organización independiente, las grandes movilizaciones de masas que obligaron a Cárdenas a ponerse al frente de la lucha contra el fraude, fueron canalizadas, negociación mediante con Salinas de Gortari, hacia el punto muerto de la confianza del Estado y sus instituciones legales.

Lo que vendría después del ascenso democrático sería la conformación de una nueva mediación burguesa, que canalizó organizativamente el fuerte descontento social de entonces. Desde Cárdenas y Heberto Castillo se llevó a cabo un llamado amplio para la conformación de una nueva organización: el PRD. Este partido surgió como producto de la postración de la izquierda reformista y filo-estalinista ante una "ala progresiva y nacionalista de la burguesía"; en ese ámbito se encontraban quienes integraban el Partido Mexicano Socialista (PMS), el cual fue la última encarnación del viejo Partido Comunista Mexicano que fuera fundado en 1919 y que 70 años después cedería su registro al nuevo partido "demócrata". Se unieron también el llamado "ferrocarril" y organizaciones campesinas, estudiantiles y sociales. El polo de atracción democrático era irresistible en esos días.

Sin embargo, el elemento central que constituyó al PRD y que le dio su verdadera identidad fue la presencia de la Tendencia Democrática que pocos años antes había roto con el PRI. Ésta, reivindicando el "nacionalismo" de la Revolución Mexicana de 1910, mantuvo su programa que defendía la propiedad capitalista, imprimiéndole al PRD un matiz que abrogaba por el manejo "racional" del Estado y una fuerte retórica antineoliberal (mas no anticapitalista) para mantener tras de sí a las masas descontentas con el priato pero sin romper con las políticas de dominación imperialista. Así, en cuanto al TLCAN, lo dejaban pasar sosteniendo que cuando ellos fueran gobierno "lo iban a revisar", parecido a lo que decían AMLO y Morena respecto a la negociación del T-MEC, iniciada por el gobierno de Peña Nieto y cerrada por la 4T.

En los años inmediatos, si bien sufrió de importantes represiones, con militantes y dirigentes perseguidos, el PRD también cooptó diversas experiencias políticas, como fueron las organizaciones barriales surgidas tras el terremoto de 1985, así como la integración a sus filas de burócratas de la UNT y jóvenes activistas del CEU de la UNAM que acababan de encabezar una huelga contra la privatización de la universidad.

Con la integración del PRD, el régimen intentó reorganizarse en medio de fuertes fricciones dentro del PRI ("tecnócratas" contra "dinosaurios") renunciando paulatinamente a la política de "carro completo" (es decir, todos los puestos ejecutivos para el PRI) en cuanto a gubernaturas estatales y municipales y, posteriormente, con la intervención de Clinton, lanzando la política de "transición pactada", lo cual llevaría al PRD al gobierno de la capital en 1997 y al PAN al gobierno federal en el 2000. Para ello, y debido a la experiencia de las elecciones del 88, conformó años más tarde al IFE (hoy INE) como un órgano "autónomo" de la administración pública que serviría de árbitro para vigilar las elecciones, pero que en los hechos tendió más bien a avalar y permitir las prácticas fraudulentas, como lo fue la cuestionable victoria de Felipe Calderón en 2006 y el despliegue del aparato clientelar del PRI en 2012 con la candidatura de Peña Nieto.

Sin embargo la trayectoria del PRD durante sus tres décadas de existencia, lejos de convertirse en una herramienta democrática de las masas, se fue asimilando a las viejas prácticas del régimen priístas, tanto en la corrupción en los cotos de poder compartidos con el PRI y PAN, algunas gubernaturas y municipios, al grado de terminar por hacerse parte del "Pacto por México" junto a los viejos partidos de la derecha burguesa. Ayotzinapa sería un punto de quiebre para profundizar la crisis de los partidos del régimen previo a la llegada del Morena al poder y el PRD, al parecer, el principal afectado en las elecciones del 2018, perdiendo mucho de su cauce electoral por la avasallante votación obtenida por el Morena.

Precisamente esta semana se encontraron los restos de Cristian Alfonso Rodríguez, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 en Iguala por órdenes del edil José Luis Abarca y solapado éste por el entonces gobernador Ángel Aguirre, ambos del PRD. La desaparición de los 43 vino a darle al PRD una fuerte crisis que fue la expresión máxima de la adaptación al régimen y su rampante corrupción.

Hoy Morena corre el riesgo de desarrollar aceleradamente el mismo proceso que siguió el PRD en 30 años, la crisis interna reciente entre actores fundamentales del partido, léase los Monreal, Polevnsky, Ramírez, Cuéllar, Batres, etc., reproducen en gran medida las disputas eternas de la "tribus" internas del "Sol Azteca". La amalgama entre viejos políticos que han transitado por los viejos partidos para recalar en el Morena y la cada vez más evidente separación del gobierno de la "Cuarta Transformación" de las aspiraciones de sus bases, que también son víctimas del desempleo, los recortes presupuestales y la precarización laboral, llevarían a un rápido desprestigio de esta nueva mediación política ante las masas. Prueba de ello es la reciente, e inesperada para muchos, relativa caída en popularidad de AMLO.

Hoy más que nunca se vuelve evidente la necesidad de construir una izquierda independiente, crítica, anticapitalista, de los trabajadores, las mujeres y la juventud (a diferencia de cooptar por arriba los movimientos como hizo el PRD), con un programa claro de ruptura con el imperialismo (y no la administración "racional" del capital) y de planificar la economía en función de las necesidades de la sociedad.

Más allá de la influencia de caudillos "antipriístas" que surgen para ilusionar a las masas con promesas de cambio creemos que los “fines democráticos” de la revolución, según León Trotsky, significan la lucha por la resolución de las tareas democráticas (como la reforma agraria y la independencia nacional), tareas que sólo un gobierno obrero y campesino puede garantizar en esta época de crisis capitalista; es decir, que sólo se pueden resolver íntegramente bajo la dirección de la clase obrera como caudillo de la nación oprimida. [4]


[1Estas medidas eran en realidad parte de la restructuración de la planta productiva nacional en función de los intereses del giro que el imperialismo promovía para intensificar la expoliación del país, su mano de obra y recursos naturales. Efectivamente, la economía nacional se encontraba en una profunda crisis que impidió el pago puntual de los intereses de la deuda externa, situación que el imperialismo aprovechó para "renegociar" la deuda y así aplicar medidas mas profundas como el fin de la propiedad extranjera minoritaria (aunque fuera 51-49%) de las empresas nacionales y la privatización de las miles de empresas estatales y paraestatales y que tendrían como culminación el TLCAN.

[2Sus siglas eran PFCRN (Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional), pero ante lo confuso y largo del acrónimo la gente lo apodaba de esa manera. Fue cuna de uno de los políticos de izquierda más oportunistas, Jesús Ortega, quien durante tres décadas ha encabezado el cacicazgo político de Los Chuchos al interior del PRD

[3Frente a la ruptura del sector del PRI encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en 1988, que formará el Frente Democrático Nacional y culminará en la formación del PRD, el mandelismo mexicano iniciará un camino de adaptación al mismo: en ese año, mientras el PRT levantaba la candidatura presidencial de Rosario Ibarra de Piedra, surgirá un sector, dirigido por Adolfo Gilly y Ricardo Pascoe, que abandonará sus filas y planteará la necesidad de apoyar la candidatura de Cárdenas a la presidencia, conformando primero el MAS (Movimiento al Socialismo) para luego ingresar a las filas del nuevo partido burgués. En tanto, ante las movilizaciones de masas contra el fraude, el PRT se subordinará políticamente al FDN y será incapaz de levantar una alternativa política a la traición de Cárdenas. Consultado en http://www.mtsmexico.org/El-ciclo-historico-del-bonapartismo-mexicano-y-las-tareas-de-la-revolucion-proletaria el 7/07/2020

Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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