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Red Internacional
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Panorama político. Las elecciones en México y las perspectivas para los socialistas

Las elecciones intermedias del 6 de junio tuvieron un resultado complejo, que señala cambios en el escenario político, y abre hacia el futuro posibilidades para una izquierda socialista y revolucionaria en nuestro país, a condición de que mantenga una independencia consecuente respecto al gobierno y la oposición burguesa.

Domingo 13 de junio de 2021 10:24

En unos comicios marcados por una participación mayor a las últimas elecciones intermedias y por la violencia, el Morena y sus aliados obtuvieron un 43% de los votos a nivel federal frente a un 40% que cosechó la alianza opositora. Este resultado expresa una fuerte polarización política cuya primera consecuencia es que el oficialismo se mantiene como primera fuerza política nacional, aunque con una caída porcentual, incluso por debajo de lo que esperaban las encuestas más pesimistas.

Las claves de la elección

En el 2018, la enorme crisis de legitimidad de los partidos del Pacto por México y las amplias expectativas existentes en el movimiento de masas, provocaron que AMLO obtuviese no sólo el triunfo, sino también una mayoría absoluta de los votos. Eso convirtió al Morena, durante los tres años siguientes, en un partido absolutamente hegemónico. Conquistó junto a sus aliados la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, y sólo el Poder Judicial pudo frenar algunas de sus iniciativas consideradas más “radicales”.

Ahora, Morena perdió esa mayoría calificada y alrededor de 50/55 curules. Si aspira a reformas que requieran dos tercios de apoyo legislativo, necesitará acordar con la oposición, como ya reconoció AMLO respecto al PRI.

Pero para lo que sí le alcanzó la votación fue para conquistar 11 gubernaturas de las 15 en disputa, golpeando duramente a la oposición. Morena, nacido en la Ciudad de México, ahora sí avanzó en una mayor extensión territorial. El oficialismo logró 17 entidades, y en el norte en particular, son muy importantes las posiciones conquistadas para consolidarse como partido nacional.

En la Ciudad de México a Morena decididamente no le fue bien. No sólo cayó respecto al 2018. Perdió 4 delegaciones y quedó por debajo de la oposición en votos. Esto podría ser un golpe para las pretensiones presidenciales de la jefa de gobierno.

La principal ciudad del país aparece dividida, entre un poniente que ganó la coalición opositora y el oriente, de composición más popular, en manos del Morena, lo cual se extendió también a los municipios del conurbado y da lugar a toda una serie de explicaciones, algunas atinadas y muchas no, respecto al “voto de castigo”, la derechización de la metrópoli, etcétera.

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Desgaste de la hegemonía: ¿fin de la “luna de miel”?

El escenario político supone entonces importantes cambios. Estos tres años, gracias a su hegemonía, el gobierno llevó adelante una política que mantenía los intereses de los capitalistas y las trasnacionales, así como muchas de los aspectos más conservadores del neoliberalismo ‒por ejemplo, la militarización, la precarización laboral, entre otras‒. Esto mientras desplegaba un discurso “progresista”, combinado con medidas sociales, que buscaban responder, muy limitadamente, a las ilusiones obreras y populares.

Pero, como hemos planteado aquí, la Cuarta Transformación arrastra un desgaste, provocado por el choque entre la realidad de su política y las expectativas generadas, en el marco de las condiciones que le impusieron la crisis sanitaria y económica, que limitaron su margen de acción y lo obligaron a mostrar más claramente los intereses que privilegia. Por ejemplo, apresurando el regreso a clases presenciales, medida rechazada hasta ahora por buena parte del magisterio, de las madres y los padres de familia.

Este desgaste es lo primero que salta a la vista después del 6 de junio. Si la figura de AMLO destacaba hasta ahora por su popularidad del 57%, hay una desproporción respecto al 34% de votos que cosechó Morena. Esta preocupación recorre al oficialismo de cara hacia el 2024.

El gobierno cayó en especial entre los jóvenes y las mujeres. Esto sería resultado del efecto de las políticas conservadoras respecto a la juventud golpeada por la precarización y el movimiento de mujeres, que vio la hostilidad de AMLO a sus demandas. De igual forma, Morena retrocedió entre las heterogéneas clases medias, que agrupan desde sectores acomodados hasta otros que tienen un carácter más “popular”.

En esta pérdida de votos puede rastrearse ‒como plantean distintos analistas‒ la desilusión de sectores progresistas que lo apoyaron en 2018. La misma se dio de maneras diversas. Hubo quienes lo votaron masivamente en 2021 y ahora no acudieron a las urnas. Otros votaron a la coalición opositora, o bien “alternativas” con perfil moderado, como el Movimiento Ciudadano. Todo esto muestra que allí donde la derecha avanza es el resultado de la política del gobierno.

En contraparte, en la mayoría de los estados gobernados por la oposición y puestos a disputa, amplios sectores eligieron la alternancia y favorecieron al oficialismo. Entre la clase trabajadora y los sectores populares, donde las políticas sociales del gobierno y el aumento al salario mínimo generaron simpatía, mantuvo la confianza y ganó ciudades emblemáticas por su composición proletaria, como Ecatepec, Ciudad Juárez o Mexicali. Sin embargo, en sectores en lucha o que enfrentan el ataque del gobierno ‒como el magisterio o los trabajadores estatales‒, en los últimos meses vimos la desilusión y el descontento con las políticas oficiales.

Sintetizando este escenario complejo, se trata de un gobierno que mantiene un importante apoyo de masas ‒las cuales lo consideran como su gobierno, particularmente cuando tienen que optar entre el mismo y la derecha neoliberal‒, aunque evidenciándose un descontento que lleva a sectores de la población a darle la espalda. Lo que es evidente es que el entusiasmo, propio de una luna de miel, que acompañó la llegada de AMLO a la presidencia, se fue para no volver.

¿Y la oposición? Hasta los propios líderes del PAN y del PRI afirman que no hay que echar campanas al vuelo por los resultados en Ciudad de México y el modesto aumento en curules. El PRD no supera una situación de casi extinción. El PAN se ilusiona con haber salido un poco mejor, pero le faltan figuras carismáticas hacia el 2024 mientras le sobran disputas internas, como lo muestra el enfrentamiento entre Javier Corral y Maru Campos, la gobernadora electa de Chihuahua. El PRI perdió 8 gubernaturas y hay quienes apuestan a algún pacto con el Morena en el Congreso.

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La (mayor) moderación anunciada y las perspectivas para los trabajadores

Los analistas burgueses destacan que el crecimiento moderado de la oposición parlamentaria fortalece “el régimen democrático”. Confían en que la coalición actuará como un contrapeso frente a lo que consideran los “excesos” de la Cuarta Transformación, en particular aquellos intentos más “populistas” como las reformas eléctrica y petrolera.

Es altamente probable que AMLO despliegue una agenda aún más moderada y conservadora que en los primeros tres años. Y que busque pactos como los que ya se están mencionando con el PRI. El presidente anunció que se evaluarán modificaciones en la composición del gobierno: por lo pronto, los cambios en la secretaria de Hacienda y el Banco de México fueron saludados por organismos empresariales.

Los trabajadores deben entonces prepararse para nuevos ataques e intentos de recortar sus conquistas por parte de la patronal y del gobierno. Ya vimos un adelanto de esto en las últimas semanas: represión contra los normalistas, amenazas y ataques sobre las y los huelguistas de Notimex. También lo vieron cientos de miles de maestros de educación básica y media, de trabajadores administrativos y docentes de las universidades, con los anuncios de regreso a clases presenciales sin condiciones seguras, de acuerdo con las necesidades de la reactivación económica.

Hacia adelante, estará planteado impulsar la organización y la lucha de las y los trabajadores, así como entre la juventud, contra la precarización laboral y el regreso a clases presenciales sin condiciones seguras, contra la represión y por la resolución de las demandas obreras y populares. Para esto, habrá que enfrentar la política del gobierno, la derecha y de la patronal, pero también de la mayoría de las direcciones sindicales en tregua con la 4T, para impulsar la movilización independiente y la unidad de los distintos sectores en lucha.

En estos tres años se mostró una y otra vez el carácter del gobierno. El “progresismo” de la 4T privilegió los intereses de los empresarios y las transnacionales, por sobre los trabajadores y el pueblo. Su política permitió que se recomponga la derecha ‒con la que, como es el caso del PRI, AMLO no dudará en acordar en el Congreso‒ y que se mantenga el poder de los empresarios, basado en la explotación y la miseria. Contra las ilusiones que algunos fomentan, este curso en interés de los capitalistas, se profundizará.

Ante eso, es cada vez más urgente poner en pie una herramienta política que luche por los intereses de los explotados y oprimidos, contra el poder de los capitalistas y por la ruptura con el imperialismo y las trasnacionales. Que impulse la movilización revolucionaria de las y los trabajadores, junto a la juventud combativa y al movimiento de mujeres, para conquistar nuestras demandas, derrotar a los explotadores y a los partidos políticos a su servicio. Necesitamos construir un gran partido de trabajadores revolucionario, antiimperialista y socialista en México, que sea alternativo e independiente de la derecha como al Morena. Esa es la perspectiva por la cual luchamos desde el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas y La Izquierda Diario México, y a la que te invitamos a sumarte.


Pablo Oprinari

Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.

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