El gobierno criminal quiere aplazar y, si fuese posible, anular el plebiscito para no sufrir una derrota. Incluso la derecha ya tiene a sus extremistas delirando sobre lo bien que les viene afrontar la lucha contra el virus con la actual Constitución pinochetista del 80, ¿para qué cambiarla?, se preguntan en Chile Vamos.
Lunes 27 de abril de 2020
Primero fue el ex ministro del Interior Chadwick quien lanzó la “idea” de que quizás “por problemas sanitarios” habría que ver la fecha del Plebiscito y un “plan b”, poniendo en duda el proceso constituyente. 24 horas después fue al actual ministro Blumel a quien justo se le cruzó una idea similar y, en el tercer acto de la farsa, salió el mismísimo presidente Piñera a plantear que hay que ver si es necesario cambiar la fecha del plebiscito debido a que los problemas derivados de la crisis, como el desempleo y la recesión, “podían generar una postergación”.
La idea es mantener la “normalidad”. ¿Cuál normalidad? La de aprovechar la pandemia para tener al país trabajando, pero con militares en las calles, con toque de queda nocturno, y con represión de carabineros a todo acto de protesta, aunque cada persona esté respetando la distancia, tal como sucedió con la protesta en Plaza Dignidad, reprimida por Fuerzas Especiales.
El gobierno criminal quiere aplazar y, si fuese posible, anular el plebiscito para no sufrir una derrota. Incluso la derecha ya tiene a sus extremistas delirando sobre lo bien que les viene afrontar la lucha contra el virus con la actual Constitución pinochetista del 80, ¿para qué cambiarla?, se preguntan en Chile Vamos.
De última, si el boicot al plebiscito no funciona, la opción de la derecha es votar lo más lejos posible, ya que ellos saben que para votar hace falta levantar las medidas de restricción y, con ello, la lucha en las calles puede volver. El control de la calle, como reconoció el propio Blumel, no fue obra de la genialidad de su gestión, sino de la crisis sanitaria.
Por su parte, algunas voces de la “oposición”, como el senador del PS Carlos Montes, han manifestado resquemores ante el intento de cambio de fecha del gobierno, afirmando que “el plebiscito se incorporó en la Constitución, se aprobó por amplios sectores y sin duda el 25 de octubre tiene que realizarse”. Esto, claro, lo dicen mientras le dejan pasar las leyes precarizadoras de la derecha contra el pueblo trabajador, como los despidos y suspensiones, o mientras se callan la boca ante la presencia de militares.
Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios habíamos planteado la necesidad de votar apruebo, en la primera papeleta, pues rechazamos completamente la permanencia de la Constitución heredada de la dictadura, e impugnar la segunda papeleta con Asamblea Constituyente Libre y Soberana (ACLS), denunciando la trampa de la Convención y el hecho de que no figurase en el plebiscito la opción de ACLS.
Denunciamos todo intento del gobierno criminal de postergar o suprimir el plebiscito para mantener la Constitución pinochetista, o bien para prolongar este estado de militarización, que les permite el control social de la población y evitar cualquier tipo de expresión de descontento, manifestaciones o luchas. Ratificamos, más que nunca, que todas nuestras demandas se conquistarán luchando en las calles y con los métodos de la clase trabajadora, conquistando una ACLS donde ningún poder esté por encima de ella y podamos discutir y resolver todos nuestros problemas y demandas, empezando por las nuevas penurias que provocaron en estos meses con cientos de miles de suspensiones y despidos, o las sentidas demandas de pensiones dignas y fin a la salud de mercado. Exigimos el término del Estado de Catástrofe y la plena libertad de movilización.
Motivos para luchar sobran y si no fuese por la política de tregua de la CUT y los grandes sindicatos, ya hubiera comenzado la resistencia a los despidos y suspensiones, sumado a retomar la pelea por las demandas que aún están pendientes desde aquel 18 de octubre.
La oposición cree que haciendo campaña por el “apruebo” va a frenar al gobierno, a la derecha y los grandes empresarios. Eso no es así. La derecha no parará por una campaña ni un petitorio. Incluso muchos llamaban ingenuamente a esperar el fin de la pandemia para salir a las calles nuevamente y terminar con la herencia de Pinochet. La derecha no espera y echa tierra a la lucha de millones que se revelaron aprovechando este momento. Hay que impedirles que avancen ahora. En primer lugar, parando los despidos, las suspensiones y la rebaja salarial, es decir, todo ataque al conjunto de la clase trabajadora. La CUT debe salir de su cuarentena y comenzar una lucha seria contra estos intentos reaccionarios y en defensa de todos nuestros derechos.