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Red Internacional
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40 AÑOS 23F. El gobierno “progresista” y la derecha: un mismo relato del 23F para relegitimar la Corona

Un rey emérito que estuvo detrás del golpe hasta semanas antes. Un rey que se estrenó con el golpe institucional del 3 de octubre. El relato del 23F no podrá atajar la crisis de la monarquía. Hace falta impulsar un gran movimiento para acabar con esta institución reaccionaria mediante la movilización social.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Martes 23 de febrero de 2021

El Congreso de los Diputados conmemora hoy el 40 aniversario de la intentona de golpe de Estado del 23F. Una asonada militar que selló a cal y canto la llamada Transición democrática. Buena parte de los objetivos de los instigadores de aquella rebelión fueron conseguidos. Tras la “noche de los transistores” el desarrollo autonómico se bloqueó, la paz social con las direcciones de CCOO y UGT abrió definitivamente a la reconversión económica y privatizaciones y, sobre todo, la Corona consiguió una pátina de “salvadora de la democracia” que renovó su legitimidad de origen que no era otra que el nombramiento de Juan Carlos I como heredero de Franco a título de rey en 1969.

Un golpe con el rey entre las sombras

Pocos ejemplos hay tan paradigmáticos como el 23F que hagan honor a la máxima de que la “historia la escriben los vencedores”. El relato oficial, así como la censura consagrada en el Código Penal que hoy ha llevado al rapero Hasél a prisión y el consenso juancarlista de décadas, han conseguido que sean hechos casi desconocidos para el gran público que actual rey emérito estuvo detrás de las tramas golpistas hasta apenas días antes del asalto al Congreso. La Operación Armada, otro golpe por la vía institucional que pretendía establecer un gobierno de concentración con este general y exjefe de la Casa Real como presidente, contaba con su bendición.

Esto ya no lo sostienen solo historiadores izquierdistas. Periodistas e investigadores abiertamente monárquicos, como Pilar Urbano, lo han desvelado en los últimos años en obras como “La Gran desmemoria”.

La amnesia impuesta después de años de no poder cuestionar a la Corona parece que ha hecho olvidar también que los golpistas fueron tratados con guante de seda por el Tribunal Supremo. Casi todos fueron condenados a penas inferiores a dos años o indultados por el gobierno de Felipe González, incluyendo al mismo Armada, por otra parte, íntimo amigo del rey. Algo que contrasta groseramente con las penas que se les han impuestos a los presos políticos catalanes o a un rapero por algunos tuits.

De golpista a golpista, Felipe VI y el golpe institucional del 3 de octubre

Nada de esto se oirá hoy en el Congreso de los Diputados. El acto lo presidirán Meritxell Batet, presidenta de la cámara, y Felipe VI, el heredero del “salvador”, y por tanto heredero del heredero de Franco. El actual monarca también sabe algo de golpes institucionales. Su reinado podemos decir que no comenzó en 2014 tras la abdicación de su padre, sino más bien comenzó a ejercerlo cuando se puso al frente de otro golpe institucional, el que arrancó con su discurso del 3 de octubre de 2017 que llevó a la disolución del Parlament y el gobierno catalán, la detención de sus miembros, el juicio y condena a penas muy superiores a la de la mayoría de los golpistas del 23F y el establecimiento de una campaña de persecución al independentismo catalán bajo el “derechon penal del enemigo”.

Este es el pedigrí democrático de los Borbones. El de ayer y el de hoy. No hablemos ya del de sus antepasados más recientes. Como el del abuelo del emérito, Alfonso XIII, que apoyó el golpe fascista de 1936 desde su exilio en la, también fascista, dictadura de Mussolini. Siguiendo su ejemplo, cuando Juan Carlos I decidió salir del Estado español prófugo por sus escándalos -no huyendo de la Justicia, que se cuida mucho de tocarlo, amparado además por la “inviolabilidad del rey” que el Congreso garantiza– eligió como destino una de las dictaduras que está en el top mundial de violación de derechos humanos.

Una operación para relegitimar la Corona y la impostura de Unidas Podemos

Pero el acto de hoy tiene más objetivos que el de la reproducción de un relato que lleva años repitiéndose. La presencia de Felipe VI es parte de la campaña de relegitimación de la Corona y un lavado de imagen de ésta y su supuesto legado democrático. Hasta la figura del rey emérito, en decadencia tras la sucesión de escándalos de corrupción, se quiere apuntalar.

Es por ello que varios grupos parlamentarios han declinado participar. ERC. EH Bildu, JxCat, PdeCAT, CUP, Compromís, BNG y posiblemente el PNV, no estarán presentes al considerar que se trata de una operación de relegitimación de la Corona y la figura de Juan Carlos I. Unidas Podemos, haciendo gala de su “republicanismo sui generis”, dice compartir este temor, pero no es causa suficiente para no ausentarse de rendir pleitesía a Su Majestad. Incluso, casi actuando como consejeros de la Corona para que realice un eficaz lavado de imagen, han pedido al monarca que lance “un claro mensaje de condena del franquismo”.

Ya vimos en el mensaje de Nochebuena cual es la lectura de Felipe VI de la dictadura cuando al referirse a la guerra civil y al régimen franquista lo hizo como “un largo período de enfrentamiento y divisiones”. No puede ir mucho más allá y si lo hace, sería solo para disimular los orígenes franquistas de su institución, restaurada por Franco con el nombramiento de Juan Carlos I como sucesor en 1969.

Asistirán entusiasmados el PSOE y sus socios incondicionales en la materia, las tres derechas de Ciudadanos, el PP y Vox. Quien preside el “gobierno más progresista” de la historia es parte capital del bloque monárquico. Su último servicio lo hicieron por medio de su Fiscalía es la que solicitó el ingreso en prisión del rapero Hasél por el delito de “injurias a la Corona”. Pero la lista es larga. Entre otros, poner alfombra de plata a Juan Carlos I, para marchar del Estado español a su retiro dorado en el resort de lujo de Abu Dabi.

Todos ellos han convertido el Congreso en uno de los garantes más firmes de la Corona. Todas las peticiones de investigación de las corruptelas de los Borbones han sido bloqueadas una y otra vez por el voto en contra de los cuatro partidos de la Zarzuela.

Por un gran movimiento antimonárquico que tumbe con la movilización social esta reaccionaria institución

A pesar de todo, el rechazo a la monarquía sigue creciendo, en especial entre las nuevas generaciones. Los referéndums sobre la monarquía, en los que casi 100 mil estudiantes universitarios se pronunciaron en contra de esta institución en 2018, fueron un claro ejemplo. Las movilizaciones de estos días contra el encarcelamiento de Hasél y la Corona, reafirman este descontento extendido en una nueva generación.

Un rechazo que se debe solamente por ser una institución reaccionaria, caduca y antidemocrática. La obscenidad de lujos en que vive la Familia Real, con una asignación anual de más de 8 millones de euros, con estudios privados para la Infanta Leonor en el extranjero de 70 mil euros de factura anual – mientras aquí la escuela pública se sigue degradando-, de sarao en sarao entre empresarios y grandes fortunas... contrasta con la miseria y la precariedad a la que esta crisis está condenando a millones de familias trabajadoras y populares.

Para poder conseguir acabar con la monarquía y estas instituciones reaccionarias, es hora de retomar la lucha que quedó planteada por el 15M o por el movimiento democrático catalán, a la que tanto Unidas Podemos como los dirigentes procesistas catalanes dieron la espalda completamente. La lucha por imponer procesos constituyentes verdaderamente libres y soberanos donde poder tumbar el Régimen del 78, y hacerlo mediante la movilización social y la autoorganización, la única manera de vencer las cada vez mayores resistencias represivas.

Frente a esta monarquía y esta democracia para ricos, desde la CRT, quienes impulsamos Izquierda Diario, luchamos por conquistar repúblicas de trabajadores y trabajadoras, basadas en organismos de democracia directa y donde podamos también resolver los grandes problemas sociales, expropiando a los capitalistas. Somos conscientes de que esta no es la perspectiva todavía de la mayoría de quienes rechazan la Corona y a este régimen, por lo que estamos por impulsar hasta el final esta lucha en común por terminar con la monarquía y por procesos constituyentes verdaderamente democráticos, con los métodos de la movilización obrera y popular.

Acabar con la Corona, luchar contra los delitos de opinión que la blindan y las leyes de inviolabilidad que deja sus delitos impunes, no se podrá hacer junto a los republicanos sui generis que son ministros y ministras de Su Majestad y reverencian a Felipe VI en el Congreso. Por ello es necesario construir un gran movimiento antimonárquico, que cuestione a este pilar del régimen del 78, limitante por derecha de todo lo que se puede hacer, discutir y hasta decir. Un movimiento en el que participen todas aquellas organizaciones políticas y sociales que no han renunciado a mandar a los Borbones al museo de historia, y que quieren desarrollar la movilización social para poder conseguirlo.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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