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Lecciones. El golpe de 1955 y la revolución cubana: ¿cómo luchar contra la derecha y el imperialismo?

Dos fechas recientes, el aniversario del nacimiento de Ernesto Che Guevara y los bombardeos a Plaza de Mayo en junio de 1955, como punto de partida de la reflexión histórica sobre cómo enfrentar y derrotar a la reacción, la derecha y el imperialismo.

Facundo Aguirre

Facundo Aguirre @facuaguirre1917

Jueves 17 de junio de 2021 23:02

Dos aniversarios que sirven para abrir a la reflexión. El 14 de junio se recordó el nacimiento del dirigente revolucionario Ernesto Che Guevara. El 16 de junio fue la efeméride de los bombardeos criminales de la Aviación naval sobre el pueblo en Plaza de Mayo.

El Che va a ser el dirigente de la primera revolución socialista triunfante de América Latina en 1959, cuando el M26 derrota a la dictadura de Fulgencio Batista, apoyado en la insurrección popular, la huelga general en La Habana y las milicias obreras y campesinas.

El 16 de junio de 1955, el pueblo desarmado por la dirección peronista salió a defender al gobierno de Juan Domingo Perón. A partir de entonces se le reclaman armas para enfrentar al golpe y el gobierno las niega y desmoviliza a los trabajadores, la consecuencia es la victoria de la Revolución Libertadora en septiembre del mismo año.

El golpe gorila y la revolución cubana muestran dos maneras muy distintas para enfrentar a la reacción y el imperialismo.

El golpe gorila

Bombardeos en Plaza de Mayo
Bombardeos en Plaza de Mayo

El golpe gorila de 1955 fue impulsado por el imperialismo norteamericano, la burguesía local, el clero y la oposición “democrática” -que unía a conservadores, radicales, comunistas y socialistas en un frente común- para derrocar a Perón. Esas fuerzas demostraron su saña criminal contra el pueblo el 16 de junio de 1955 cuando la Aviación Naval bombardeó la Plaza de Mayo repleta de civiles. 364 muertos y 800 heridos fue el saldo de la jornada. Los trabajadores fueron movilizados por la CGT y la dirección peronista, pero desarmados; sin embargo, el pueblo se armó con lo que tenía a mano para repeler a las fuerzas militares destituyentes, mostrando su decisión de luchar contra el golpe. Esa misma noche una muchedumbre salió a atacar las iglesias, acusando al clero de estar detrás de la masacre.

Mientras los trabajadores reclaman armas, Perón hace un llamado a la pacificación: “Como Presidente de la República pido al pueblo que me escuche lo que voy a decirle. Nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión. La lucha debe ser entre soldados. Yo les pido a los compañeros trabajadores que refrenen su ira, que no cometan ningún desmán (...) Nosotros no somos encargados de castigar”. Días más tarde, el 5 de julio, proclamará que “la revolución peronista ha finalizado; comienza ahora una nueva etapa que es de carácter constitucional, sin revoluciones, porque el estado permanente de un país no puede ser la revolución”.

Pero el golpismo no cede. Considera acabado el ciclo del gobierno peronista y ve en las concesiones de Perón un signo de debilidad. Perón a su vez renuncia a darle armas y movilizar a los trabajadores que son la única fuerza activa dispuesta a defender las conquistas logradas bajo su gobierno y derrotar la ofensiva patronal, clerical e imperialista.

La historia es conocida, el golpe gorila de la Revolución Libertadora triunfa en septiembre de 1955, producto de la capitulación de Perón ante los golpistas, prefiriendo huir, en una cañonera paraguaya, aportada por el dictador Alfredo Stroessner, antes que defender su gobierno apoyándose en la lucha de los trabajadores.

Conciliación o lucha de clases

El hecho de que el armamento de los trabajadores podía derrotar al golpe es reconocido por el propio Perón una vez instalado en Asunción: “Bastaría pensar en lo que habría ocurrido si hubiera entregado armas de los arsenales a los obreros decididos a empuñarlas”, se defiende. Esta declaración se podría asociar al famoso pronunciamiento, eligiendo el tiempo al derramamiento de sangre. La realidad es que se trata de una decisión consciente de Perón de preservar el régimen burgués y las instituciones del Estado como las FFAA, antes que permitir su derrota por los trabajadores.

Dejemos que sea el dirigente de la resistencia, John William Cooke, quien nos explique el porqué de esa renuncia: “La lucha de clases estaba agudizada, pero el régimen peronista seguía planteando el problema del país, como si todavía existiese el frente policlasista antiimperialista del año 1945, con Perón como General en Jefe y ese frente ya estaba desintegrado. La parte marginal de ciertos sectores de la burguesía media y alta se fueron retirando rápidamente, de la pequeña burguesía, algunos movilizados por el problema religioso, otros por diversos factores coyunturales, expuestos como están a los factores propagandísticos de la burguesía, rápidamente abandonaron este frente popular, y entonces, así se explica no solamente la caída del peronismo, sino la forma en que cayó, porque la única fuerza real con que contaba el peronismo a esa altura de los acontecimientos era la clase obrera (...) Se produce por consecuencia un enfrentamiento con una tremenda coalición interna e internacional, en la que el peronismo actuaba como si contase, como en el caso de un general que creyese que tiene determinadas divisiones que están en el campo adversario y no en el campo de él, y todos los lamentos póstumos sobre las milicias obreras, para mí son simples especulaciones fantasiosas. Porque no se puede armar la clase trabajadora para que defienda a su régimen y al otro día decirle: Bueno m’hijo, devuelva las armas y vaya a producir plusvalía para el patrón. La milicia obrera y la defensa del régimen implicaban los cambios sociales, cuando se quiso formar ya era tarde, porque el régimen se vio entre la contradicción de que el paso de su respaldo militar a un respaldo compartido por la clase obrera armada, hubiese significado perder ese aparato militar, y en ese desajuste hubiese caído irreversiblemente”.

Ni el líder justicialista, ni los dirigentes políticos y sindicales del peronismo quisieron apoyarse en la movilización de los trabajadores, porque temían más a estos, que al propio golpe. La prédica de la armonía entre las clases que constituía el núcleo del frente policlasista que reivindica Cooke, podía ser superado por los trabajadores movilizados y armados, porque eso implicaba llevar la lucha de clases hasta el final. Precisamente el papel del peronismo era frenar la lucha de clases. Desde 1954, el gobierno peronista se vio acosado por una serie de huelgas y reclamos obreros que son los que decidieron a las patronales a pasarse del lado del golpe y dar por finalizado el ciclo nacionalista burgués.

La revolución cubana

Milicias cubanas de obreros y campesinos
Milicias cubanas de obreros y campesinos

El aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara sirve para recordar a la revolución cubana y el papel de parteaguas que significó en América Latina la expropiación de los terratenientes y la burguesía por la revolución iniciada en 1959.

El 1° de enero de 1959 las fuerzas del Ejército Rebelde, encabezadas por Fidel Castro, ingresan victoriosas en Santiago de Cuba y el dictador Fulgencio Batista huye hacia EE.UU. dando inicio a la única revolución triunfante en América Latina que terminó con la expropiación de la burguesía y los terratenientes. Una semana más tarde, el 8 de enero, una huelga general derrotó las maniobras de la dictadura que buscaba robarle la victoria al M26 mediante la creación de una junta militar. El Ejército Rebelde es recibido por grandes multitudes en La Habana. Se instaura un gobierno de alianza con la burguesía opositora representada por Manuel Urrutia Lleó, antiguo presidente de la Corte Suprema.

La revolución liquidó al Ejército dejando su lugar a las milicias del Ejército Rebelde integradas por peones rurales, obreros y campesinos. Esta situación asusta a la burguesía y al imperialismo que, en un principio, miraban con buenos ojos al movimiento de los “barbudos” de la Sierra, pero que ante el avance de la revolución comienzan a boicotear al gobierno. En julio de 1959 Urrutia expulsa de la jefatura del Ejército a Fidel. La movilización obrera y campesina lo restituye en su cargo, lo que obligó a la renuncia de Urrutia.

Frente a la invasión en Bahía Cochinos en abril de 1961, se armaron un millón de obreros y campesinos en defensa de la revolución y se declara el carácter socialista del proceso cubano. “Una revolución de contragolpe”, así define Ernesto Guevara a la revolución cubana, describiéndola como un proceso de ataques y contraataques.

A su frente, la revolución tenía una dirección pequeñoburguesa democrática que no se propone instaurar el socialismo, sino llevar adelante un programa de reformas democráticas y medidas nacionalistas. Escribe el Che Guevara en una carta a Ernesto Sábato: "Fidel Castro era un aspirante a diputado por un partido burgués, tan burgués y tan respetable como podía ser el partido radical en la Argentina; que seguía las huellas de un líder desaparecido, Eduardo Chibás, de unas características que pudiéramos hallar parecidas a las del mismo Yrigoyen; y nosotros, que lo seguíamos, éramos un grupo de hombres con poca preparación política, solamente una carga de buena voluntad y una ingénita honradez. Así vinimos gritando: ’en el año 56 seremos héroes o mártires’. Un poco antes habíamos gritado o, mejor dicho, había gritado Fidel: ’vergüenza contra dinero’".

En este hecho histórico reside el carácter excepcional de la revolución en Cuba y es la explicación de los límites que llevaron a que la victoria revolucionaria de las masas fuera copada por una burocracia bonapartista.

Sin embargo, eso no empaña el hecho de que la movilización revolucionaria de las masas contra la burguesía que actuaba como agente del imperialismo logrará la independencia del país y enormes conquistas sociales que terminaron con el hambre, la desocupación, el analfabetismo, la falta de vivienda y la mortalidad infantil, entre otras cosas.

El Che Guevara concluye que la clave para la lucha contra el imperialismo es enfrentar a la burguesía nacional. El líder revolucionario había pasado por la experiencia guatemalteca del nacionalista Jacobo Árbenz, quien fuera derrocado por el coronel Carlos Castillo Armas, apoyado por EE.UU., en junio de 1954. En carne propia el Che asistió a la capitulación de un gobierno progresista que se negó a resistir a la reacción armando al pueblo obrero y campesino. Al igual que Perón frente al golpe gorila de 1955, el precio de esa capitulación deshonrosa fue pagado por la clase trabajadora y el pueblo pobre.

La relación de fuerzas

Traídas al presente nacional, las lecciones de los grandes procesos de lucha contra la reacción y el imperialismo muestran que la independencia política y la movilización obrera y popular son las claves para derrotar los ataques de la derecha y los empresarios contra los trabajadores y para enfrentar el sometimiento al imperialismo, que implica el ajuste para pactar con el FMI que lleva adelante el Frente de Todos.

La excusa permanente del kirchnerismo y el progresismo de que la relación de fuerzas no da para ir a un enfrentamiento decisivo contra las élites y sus políticas reaccionarias, como justificación de sus concesiones, tiene su explicación en que su función es controlar a los trabajadores a través de la burocracia sindical y de los movimientos sociales y toda expresión de autodeterminación obrera y popular. De esta manera no solo socavan el futuro del pueblo sino su propio gobierno.

Hay que romper con la fuerza política que pregona la capitulación y luchar por imponer el gobierno de los trabajadores. Esta es la perspectiva de la Izquierda.


Facundo Aguirre

Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.

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